Clío en el espejo

¡Hola, bienvenido!. Cada uno de nosotros construye y, a la vez, es construido por su historia en el espejo. Y la historia siempre llega a ser diáfana. Cada historia cuenta. Muchas gracias por la visita. ¡Éxitos y bendiciones!

Hacer catarsis


“Escucha en silencio, porque si tu corazón está lleno de otras cosas no podrás oír su voz.” Madre Teresa de Calcuta  (1910-1997). Religiosa católica de origen albanés, nacionalizada india. Fundadora de la congregación Misioneras de la Caridad.

Para el filósofo griego Aristóteles (384 AC.-322 A.C.), en su obra Poética, mediante el teatro nos enfrentamos cara a cara a través de la obra con el miedo y la compasión que nos permitiría lograr la catarsis, al comprender el dolor y la tragedia a través de y en el otro de forma empática, y entonces lograríamos entenderlo en nosotros mismos y entendernos a nosotros mismos y liberarnos de las emociones negativas.
A menudo, para lidiar con nuestras luchas internas, buscamos hacer catarsis de alguna forma, evocando la connotación griega de la catarsis que nos permita lograr una purificación y liberación en cuerpo, alma y espíritu, pero lo hacemos improvisadamente. Los elementos que utilizamos para  buscar la catarsis tienden a ser pañitos calientes que refrescan por un rato pero luego llegan de nuevo el dolor y la crisis e incluso agudizados, porque realmente no profundizamos en lo que causa realmente la situación.
            Porque también falta tener en cuenta los motivos de las tragedias, que ya incluso en las tragedias griegas siempre estuvieron relacionados con esa suerte de separación en el caso de los griegos, como politeístas, entre el hombre y sus dioses. Esa sobrevaloración y orgullo del hombre –lo que los griegos llamaban hybris- por su propia voluntad  y poder por sobre la voluntad y el poder de Dios, que  hace al hombre alejarse de su Dios y caer en la tragedia.
            Muchas veces nos hacemos creer que estamos atentos a la voz del Dios, nuestro Maestro, esperando y tratando de cumplir Su voluntad, pero en realidad, la hybris, o el orgullo desmedido, nuestro deseo de hacer nuestra voluntad, no nos deja ver que estamos ignorando a Dios siguiendo nuestros propios deseos, ajenos a la voluntad de Dios para nuestras vidas.
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33)
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