Clío en el espejo

¡Hola, bienvenido!. Cada uno de nosotros construye y, a la vez, es construido por su historia en el espejo. Y la historia siempre llega a ser diáfana. Cada historia cuenta. Muchas gracias por la visita. ¡Éxitos y bendiciones!

Notas malvadas


Notas malvadas
Desde que fueron expulsados de la Tierra, los Syobdab se asentaron en una estrella no tan lejana al planeta azul, en la que no hacían más que perfeccionar sus artes maléficas en la búsqueda de una forma de volver a la Tierra, y, más aún, de volver a gobernarla. Ya lo habían hecho por mil años esas criaturas de rostros amorfos que llenaban de terror la Tierra y condenaban a los humanos a la esclavitud del encierro.

En la Tierra, el Elegido Adak, hijo de Dak, fue quien con sus benéficos poderes cósmicos logró expulsar a los Syobdab y, principalmente, a su líder Lebzul de los dominios terrestres, al  despojar a éste de su libro con el que creaba artilugios de oscura magia para subyugar a los humanos.

-          Has vencido por ahora Adak, pero tu victoria no será por mucho tiempo – le aseguró muy confiado Lebzul a Adak cuando fue vencido.

-          Ya lo veremos – respondió igualmente confiado Adak.

Adak había sido instruido muy disciplinada y profundamente por su padre, Dak, el cual le aseguró que Lebzul quedaría indefenso al no contar con su libro de maligna magia.  Pero Dak no estaba al tanto de los últimos progresos de los Syobdab en las artes oscuras. Lebzul había logrado crear, a través del uso de magia oscura, un cuaderno de notas que guardaba su hijo Lezaza. Y este cuaderno era pura maldad, el poder que se estaba desarrollando en él era un poder totalmente maléfico.

El tiempo pasaba y parecía que la victoria de Adak era permanente, que las advertencias de Lebzul no eran más que palabras al viento y la Tierra estaba a salvo y continuaría en paz. Hasta que un domingo en la tarde Lebzul le dijo a su hijo:

- Ha llegado el momento Lezaza.

 Entoces Lezaza tomó el libro de notas y, antes de escribir en él, le preguntó a su padre:

            -  ¿Crees que es seguro hacerlo padre?.  ¿No perderé mi esencia?.

            -  Es seguro hijo.  Seguiremos trabajando en recuperar los cuerpos. – respondió Lebzul.

Finalmente Lezaza escribió en el cuaderno de notas el nombre de Adak, e inmediatamente Lezaza cayó al suelo.  

Lebzul entonces gritó eufórico: - ¡Funcionó! .

Inmediatamente tomó el cuaderno de notas y escribió el nombre del padre de Adak, Dak, y también Lebzul se desvaneció cayendo al suelo.

El cuaderno de notas que había creado Lebzul, le permitía al ser viviente que escribía en él apoderarse del cuerpo del ser humano cuyo nombre escribía. Por ello, ahora la mente de Lezaza dominaba el cuerpo de Adak, y lo propio hacía Lebzul con el cuerpo de Dak. A partir de ese momento, los Syobdab volvieron a la Tierra y ahora como gobernantes de cuerpos humanos,  llenaron de nuevo la tierra de oscuridad apoderándose de cada ser humano y seguían trabajando en su magia oscura, tratando también de poder retornar a sus cuerpos y así matar definitivamente a los humanos.  

Mientras, las mentes de los humanos estaban atrapadas en sus cuerpos y dominadas por las mentes de los Syobdab que se apoderaban de ellos. Las mentes humanas continuaban totalmente conscientes dentro de los cuerpos pero sin ningún tipo de control sobre ellos. A veces, incluso, podían escuchar los razonamientos de la macabra mente invasora.


NOTA:
Este relato participa en el Concurso de Relatos de Terror "La Noche de los tiempos"  propuesto en la comunidad  ALMAS DE BIBLIOTECAS Y CINES en Google+ por el El Círculo de Escritores

Créditos:
photo credit: MaribelRM via photopin cc

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