Clío en el espejo

¡Hola, bienvenido!. Cada uno de nosotros construye y, a la vez, es construido por su historia en el espejo. Y la historia siempre llega a ser diáfana. Cada historia cuenta. Muchas gracias por la visita. ¡Éxitos y bendiciones!

Remembranzas


La Isla y yo. Capítulo 15 - Remembranzas

¡En cinco minutos!. Lucho, y quiero seguir con esperanza de un camino. Solitario en esta isla busco propósito y proyección para darme ánimos, pero a la verdad es que ese “viejo López, … ermitaño 'enamorado' de un pasado vencido” del que trato convencerme me he despojado, en realidad me persigue sin piedad y está vívido en mis pensamientos.  Ese pasado vencido aquí se torna tan claro … Y deseo tanto que hubiese sido diferente.

Todo me trae recuerdos. Todo me habla, incluso el viento. ¡Oh, cuán solo estoy aquí! ¡Qué tristeza!. Vienen a mi memoria tantos recuerdos de mí ansiando vehementemente contar con la soledad que en estos momentos me acompaña. Pero ahora ¡como la aborrezco!. Esas memorias por la soledad, otrora queridas, aquí y ahora se tornan aciagas. Esta soledad  se torna infinita.  Ahora la compañía humana se transforma en el logos de mi vida, y me quiero hacer creer que así siempre fue. Quisiera mimetizar todas esas veces que me molesté porque mis amigos y familiares entorpecían mis proyectos con su tediosa compañía y pensar que siempre consideré que el cariño incondicional y apoyo de mis seres queridos fue el que me impulsó a lograr mis metas.

        Hoy, esta solitaria, hermosa -y a la vez tenebrosa- isla y los compañeros que en ella he encontrado –¡¿o me he creado?!- son los únicos que pueden ser mis amigos, y a ellos les grito mi afecto y les agradezco el suyo: -¡Te amo isla, te amo Doce, te amo mundo de Lop, te amo balsa, te amo Abrelatas, gracias por estar conmigo y apoyarme en este trayecto!. ¡Nunca los haré a un lado!. ¡Les compensaré todo!-.

        En esta isla, las reminiscencias de mi infancia, juventud y temprana adultez me persiguen y atormentan a morir. Me doy cuenta que me olvidé de vivir, que ahora siento estoy muriendo aquí en esta soledad, pero en realidad siempre estuve así, ¡muriendo y en soledad!. ¡Y yo mismo lo decidía a diario!

        Recuerdo cuando Becky -esa hermosa niña de ojos café cuya sonrisa iluminaba todo en derredor cual sol- quería compartir sus anécdotas del día, a la salida del colegio:

-Hoy he hecho un dibujo de nosotros en el salón de clases querido amigo, ¿quieres ver cómo te dibujé? -  me consultaba ella con tanta alegría.

         -Lo siento niña, no tengo tiempo para tales pequeñeces. – le contestaba yo cual patán.

También recuerdo a mi madre, esa mujer que fue tan bondadosa y amorosa, queriendo llenarme de besos con tanto amor y yo en cambio echándola a un lado para poder seguir con mi interesante lectura. ¡Qué tonto fui!.

Y vienen a mi memoria mis buenos amigos Eduardo, Raúl, Andrés, Alicia, Paola, y tantos otros que siempre estaban allí conmigo para apoyarme y de quienes siempre traté de distanciarme.  Y hasta de mi amada Eva me distancié, y cuando la perdí, me aislé aún más. ¡Qué ciego fui!.

Pero, en todo caso, en esta isla al fin adquiero verdadero propósito y conocimiento. Como decía el filósofo griego Platón, me he reencontrado con esa alma que vivió en el mundo de las ideas y posee todo el entendimiento y ahora logro comprender dentro de este cuerpo mortal que ha estado muriendo en vida todos estos años. Y aunque es muy triste y doloroso entender que estuve viviendo a ciegas, hoy me siento libre. Y si logro salir de aquí, si la providencia me saca de esta isla -que ahora amo aunque me tenga atrapado- y me premia con una segunda oportunidad, ¡prometo que no la desperdiciaré!...  ¡¿Estará esa oportunidad en el reino de Lop?!.


NOTA: Este post fue realizado como parte de la iniciativa de "El Círculo de escritores" "Desafío: Escribamos una novela juntos". La imagen es la utilizada en el desafío.



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