“Debemos mantenernos firmes en el ancho campo de
los derechos naturales...Aquí no debe haber ni ciudadanos de Nueva Inglaterra
ni de Nueva York, sino que todos nosotros somos norteamericanos”
El texto
citado arriba corresponde a una frase pronunciada por el representante o
delegado de Carolina del Sur, Christopher Gadsden[1],
durante el primer Congreso intercolonial de los norteamericanos que se celebró
en junio de 1765 por solicitud de la colonia de Massachussets que “invitó a la celebración de un Congreso de
la Ley del Timbre”(Miller,1963:159) para debatir respecto a la recién
promulgada Ley del Timbre o del Sello (Stamp Act) por la corona
británica sobre sus colonias norteamericanas.
La
mencionada Ley del Timbre fue
promulgada en fecha “26 de marzo de 1765[2], la cual dispuso que
todos los periódicos, contratos, documentos legales y juegos de azar, debería
llevar una estampilla expedida por los oficiales reales”(Guerrero,1998:54).
La frase
citada arriba constituye uno de los primeros atisbos de una suerte de
sentimiento nacionalista y de unidad norteamericana[3]
por parte de los colonos norteamericanos producto del descontento al
experimentar el inicio de la pérdida de los privilegios autonómicos con los
cuales habían contado a lo largo del período colonial debido a las nuevas
imposiciones británicas a partir de 1763.
Las
colonias norteamericanas[4]
fueron creciendo en autogestión y autonomía desde sus inicios en las asambleas
de ciudadanos, tanto en el Norte comercial e industrial como en el Sur rural,
particularmente a lo largo del siglo XVIII en el que gozaron de una “creciente
autonomía económica y política” (Adams,1979:21) pues la Corona inglesa
había descuidado el ejercicio de un control
estricto sobre sus colonias continentales en América dejándolo muchas veces en
manos del Parlamento inglés, sobre todo a lo largo del siglo XVIII con los
gobiernos de los monarcas alemanes Jorge I y Jorge II quienes “eran
desconocedores de las costumbres inglesas”(Brinkley,1996:69) delegando así
la administración de las colonias americanas en el Parlamento cuyos miembros “eran
menos propensos que los monarcas del siglo XVII a tratar de estrechar el
control del imperio”(Brinkley,1996:69).
Al culminar
la Guerra de los Siete Años en 1763, si bien Inglaterra salió como la vencedora
absoluta ganando territorios importantes a Francia en América[5],
por otro lado la Corona inglesa perdió muchos recursos económicos y buscó
organizar su imperio y además buscó encontrar nuevas, más seguras y mayores
fuentes de provisión económica por lo que implantó “una política colonial
imperialista” (Adams,1979:21) inédita[6]
en sus colonias continentales en América. Así, fue una “cólera creciente”(Asimov,1994:1)
la que se desencadenó comenzando por la Proclama de 1763 que establecía una
línea que restringía la expansión hacia el oeste -más allá de los Apalaches- de
las colonias para evitar las luchas con los indios que pudieran “perjudicar
el comercio occidental”(Brinkley,1996:77), pero supeditando la libertad de
expansión de las colonias a la administración de la Corona, lo cual por supuesto
no fue de agrado para los colonos.
Además,
para lograr fondos para incrementar el número de soldados en el
ejército, el terrateniente George Grenville, nombrado jefe del Gobierno del Rey
en 1763, impuso dos decretos que fueron refutados categóricamente por los
colonos: La Ley del Azúcar en 1764 que promovía juicios por contrabando sin
jurados locales y la Ley de la Moneda en el mismo año de 1764 que impedía la
emisión de papel moneda a los colonos.
Luego, se
promulgó la Ley del Timbre en 1765, que fue, como se diría coloquialmente, la
gota que derramó el vaso, es decir, el punto álgido que colmó la paciencia de
los colonos que lo consideraron un abuso por parte de la Corona y más aun por
la falta de participación de los colonos en el Parlamento[7],
y aunque dicha Ley del Timbre fue derogada en 1766, a partir de ella se
desencadenaron una serie de protestas en contra de cualquier ley y decreto
promulgada por la Corona, y, por otro lado, una imposición cada vez más
estricta de leyes y ultimátums -consideradas como como leyes
intolerables[8] por los colonos- por parte
de la Corona que llevó a la Guerra de Independencia de Norteamérica inducida
por la misma Corona inglesa cuando Jorge III emplazó a los colonos a “someterse
o triunfar”(Guerrero,1998:62) y que culminó con el reconocimiento de la
independencia de los Estados Unidos por parte del mismo Jorge III al suscribir
el Tratado de Versalles en 1783.
Historiografía consultada
ADAMS, Willi P., Los Estados Unidos de
América. México, Siglo XXI, 1979
America’s Founding Fathers
National Archives and Records Administration. En: http://www.archives.gov/exhibits/charters/constitution_founding_fathers.html
ASIMOV,
Isaac.
El nacimiento de los Estados Unidos. 1763 –
1816.
Alianza Editorial. 1994.
BRINKLEY, Alan, Historia de Estados Unidos.
México DF., McGraw Hill, 1996
GUERRERO Y, Cristián; GUERRERO L., Cristián. Breve
historia de los Estados Unidos de América. 1998. Ediciones Universitaria. Consultada en
línea en noviembre de 2009 desde: http://books.google.co.ve/books?id=ldfQ82PUGOEC&printsec=frontcover&source=gbs_navlinks_s#v=onepage&q=&f=false
LARRABEE, Leonard,
ed., Papers of Benjamin Franklin, vol. 5. 1959. pp.
387-92. Consultado
en línea en noviembre de 2009 desde: http://www.constitution.org/bcp/albany.htm
MILLER, William. Historia de los Estados
Unidos. México, Novaro, 1963
[1] Christopher Gadsden (16 de Febrero de
1724 – 15 de Septiembre de 1805) fue líder de los Hijos de la Libertad (Sons of
Liberty) –movimiento secreto de rebelión promovido por la clase media
norteamericana- en Carolina del Sur y participó en el Congreso intercolonial,
en el Congreso Continental y fue posteriormente coronel del Ejército
Continental.
[2] Dicha Ley del Timbre “había sido
aprobada por la Cámara de los Comunes (27 de febrero) y la de los Lores (8 de
marzo), y sus disposiciones debían aplicarse a partir del 7 de noviembre de
1765. La Ley del Timbre concentró toda
la oposición colonial a la legislación del Parlamento y fue el símbolo de la
opresión británica hacia las colonias continentales”(Guerrero,1998:55).
[3] El Plan de Albany propuesto por
Benjamín Franklin en 1754 constituye un antecedente importante de la idea de
unidad de las colonias norteamericanas, aunque, a la sazón, lejos de considerar
una independencia del imperio británico. La sujeción a la Corona y el orgullo
de ser vasallos del Rey inglés fue patente en muchos de los documentos de los
líderes de las colonias incluso en el Plan de Albany donde se expresa que: “That the said
general government be administered by a President-General, to be appointed and
supported by the crown”(Larrabe,1959)
[“Que dicho gobierno sea
administrado por un Presidente General, que será designado y apoyado por la
corona”[traducción propia] ]. Pero ya para 1776 Thomas Paine en su panfleto
Sentido Común refiere “que la
reconciliación con Gran Bretaña es imposible” (Brinley,1996:92)
[4] Las
trece colonias y sus años de fundación:
Virginia (1607), Massachusetts (1620), Maryland (1632), Connecticut
(1635), Rhode Island (1636), Carolina del Norte (1653), Nueva York (1664),
Nueva Jersey (1664), Carolina del Sur (1670), Nuevo Hampshire (1679),
Pennsylvania (1681), Delaware (1701), Georgia (1732)
[5] Con la firma del tratado de paz que
puso fin a la Guerra de los Siete Años(1956-1963), Francia hubo de cederles
todos sus territorios en Norteamérica hasta el Missisipi.
[6] Con algunos antecedentes en leyes
previas como la Ley del Hierro en 1750, ley que personajes como Benjamín
Franklin rechazó y dio cuentas de resentirla con frases como “Una madre
sabia y buena no haría esto”(Miller,1963:152)
[7] Así los colonos refirieron la
conocida frase “No taxation without representation” (Adams,1979:21) [“No impuestos sin
representación”[traducción propia]]
[8] Tal fue el caso de las Leyes
Coercitivas, que fueron promulgadas por la Corona inglesa a partir de 1773, a
raíz de la crisis de la Compañía de las Indias Orientales, y en dichas leyes la
Corona restringía e imponía su control sobre el comercio en las colonias
norteamericanas e incluso, en lo que respecta especialmente a imposiciones
sobre la colonia de Massachussets –siendo una de las principales colonias que
se rebeló- promulgó la Ley del Gobierno de Massachussets en 1774 con la cual se
“derogó la carta fundacional y dispuso que los miembros de la Legislatura
sería designados por el Rey, que el Gobernador nombraría a los funcionarios
judiciales y a los miembros de los jurados; y que los Townmeetings sólo podrían
llevarse a cabo con el permiso previo de la autoridad competente”(Guerrero,1998:59-60).
Realizado por: Mery Pérez
Realizado por: Mery Pérez
Créditos:
photo credit: crazysanman.history via photopin cc
No hay comentarios:
Publicar un comentario