Resumen sobre La formación del pensamiento sociológico de Robert Nisbet[1]
Las
ideas-elementos de la sociología
La historia del
pensamiento se puede abordar de dos maneras: 1. a través de los propios
pensadores -partiendo de los escritos de los pensadores, lo que le da a las
ideas un matiz de ser proyecciones de individuos únicos reduciendo el valor de
las ideas mismas-; 2. a través de los ismos o sistemas propuestos, v.g., no se
analiza el pensamiento partiendo de Marx sino del socialismo, que es el
resultado de la concreción en un sistema -en este caso, el socialismo- de las
suposiciones, ideas y corolarios en el pensamiento marxista; pero este enfoque
también desvaloriza las ideas pues generalmente los sistemas se plantean como
irreductibles y al pasar del tiempo se consideran anticuados. Por ello un
tercer enfoque, basado en las ideas o ideas-elementos en sí que constituyen los
sistemas, resulta el más apropiado para analizar la historia del pensamiento -en
este caso, el sociológico- ya que queda más abierto al análisis y permite
generar nuevo conocimiento referente tanto a los sistemas como a sus creadores,
e incluso a concebir nuevos sistemas basados en la reagrupación o
reorganización de dichas ideas. En este sentido, mediante el análisis de
conceptos o ideas-elementos específicos que han sido objeto de estudio a través
del tiempo por la sociología y que constituyen elementos distintivos de la
misma con respecto a las demás disciplinas humanísticas, se definen los
fundamentos y especificidades de la tradición sociológica.
Estos elementos,
ideas o categorías sociológicas –que, aunque no constituyen el universo de los
temas abordados por la sociología, forman parte de lo esencial sociológico-
son: comunidad, autoridad, status, lo sagrado y alienación; dichos elementos
han dado continuidad y coherencia a la tradición sociológica desde su
separación de la matriz de filosofía moral a partir del período de formación
del pensamiento sociológico transcurrido entre 1830 y 1900, y le siguen dando
continuidad y coherencia dichas ideas al pensamiento sociológico aún en el
presente. Los criterios para escoger dichas ideas-elementos que se consideran
como esencia del pensamiento sociológico son: generalidad -dichas ideas
elementos deben haber sido estudiadas por varios autores-; continuidad –deben
ser manejadas durante todo el período, de inicio a fin-; distintivas –dichas
ideas deben diferenciar a la disciplina de las demás-; deben ser ideas en todo
el sentido –es decir, perspectivas, marcos de referencias, categorías, donde
los hechos y las concepciones abstractas, la observación y la intuición
profunda forman una unidad.
La comunidad se
refiere a los lazos sociales caracterizados por cohesión emocional,
profundidad, continuidad y plenitud. La
autoridad es la estructura u orden interno de una asociación. El status es la
ubicación del individuo dentro de la jerarquía de la comunidad. Lo sagrado se
refiere a lo no racional, como la religión. La alienación se refiera a la
enajenación del individuo con respecto a su entorno. Estos cincos elementos
tienen sus antítesis en los conceptos de sociedad –vínculos impersonales-,
poder –no surgido de la asociación social-, clase –jerarquías no surgidas de la
asociación comunitaria-, secular –lo profano, lo no sagrado- y progreso –la
alienación es vista la inversión del progreso-, respectivamente. Y en la sociología ese análisis del contraste
entre dichos conceptos, comunidad-sociedad, autoridad-poder, status-clase, lo
sagrado-lo secular, alienación-progreso, constituye el resumen del conflicto
que se ha dado en la espera sociológica entre el tradicionalismo y el
modernismo.
Las ideas a lo largo
del tiempo tienen sus etapas de ascenso y descenso, las cinco ideas-elementos
mencionadas y sus antítesis en el análisis sociológico no aparecieron en el siglo
XIX, en otras épocas de seguro fueron analizadas y tenidas en cuenta, no
obstante, otras ideas tuvieron preeminencia. En el siglo XIX, lo más distintivo
del pensamiento intelectual no fue el individualismo –que tiene sus antecedente
en el siglo que le precedió-, sino la lucha contra el individualismo, y esa
reorientación del pensamiento social hacia la reacción contra el individualismo
no sólo fue producto del pensamiento intelectual y científico de la época, sino
que fue debido a que las ideas de cada época son la respuesta a ciertas crisis
y estímulos procedentes de los grandes cambios. En ese sentido, la Revolución
Industrial y la democrática conformaron las tres grandes ideologías del siglo
XIX y comienzos del siglo XX: liberalismo, radicalismo y conservadorismo, los
cuales influyeron en el desarrollo del pensamiento de los sociólogos en su
momento. El liberalismo tiene devoción por el individuo y sus derechos
políticos, civiles y sociales; la autonomía individual es el norte del
liberalismo. El radicalismo se basa en las posibilidades de redención que
ofrece el poder político, y la razón como elemento necesario para la creación
de un nuevo orden social; sustituye las rebeliones religiosas por rebeliones
políticas.
El conservadorismo se basa en la tradición, sobre todo la
medieval, dan prioridad a la sociedad y sus instituciones tradicionales sobre
el individuo; lucha contra las ideas de la Revolución Industrial y la Francesa,
detestan el Iluminismo y a Rousseau. El conservadorismo y sus representantes influyeron
en los teóricos sociales como Saint-Simon y Comte. El conservadorismo
constituye el primer gran ataque contra el modernismo, pues el modernismo fue
visto como el preludio del mal desde la reforma protestante. Por la influencia
del conservadorismo, se redescubre lo medieval en el siglo XIX y este
redescubrimiento de lo medieval forma parte de la respuesta de la sociología al
modernismo. Así, e.g., Comte reemplazó el catolicismo con el positivismo y
consideró a la sociedad medieval como la sociedad deseada o ideal. Dada la
influencia de las tres ideologías –liberalismo, radicalismo y conservadorismo-
tocaría ubicar a los distintos sociólogos en dichas ideologías, tarea harto
difícil pues algunos sociólogos se plantean problemas y los analizan a la luz
de las distintas ideologías.
Por sus objetivos y
valores políticos y científicos la sociología se ubica dentro de la corriente
central del modernismo, pero por sus conceptos esenciales y sus perspectivas
implícitas está mucho más cerca del conservadorismo filosófico, toda vez que
las grandes ideas de las ciencias sociales –como las cinco delimitadas para el
análisis del pensamiento sociológico- tienen sus raíces en aspiraciones
morales, pues no son sólo el producto de la búsqueda de soluciones a problemas,
son más arte que ciencia, pues no están libres de compromisos morales, y así el
sociólogo puede conseguir nueva información de la relectura de los teóricos
sociológicos.
Las
dos revoluciones
La Revolución
Industrial y la Revolución Francesa afectaron todas las áreas del pensamiento,
se generó un gran contraste entre lo pasado y lo presente debido a los abruptos
cambios que se dieron. Se generaron un gran número de nuevos términos con la
Revolución Francesa al igual que con la Revolución Industrial: industria,
industrialista, clase, clase media, ideología, intelectual, racionalismo, entre
otras. Dichos términos surgen para romper con los viejos patrones, para generar
nuevos valores. En el ámbito sociológico, los aspectos de la Revolución
Industrial que generaron mayor número de respuestas sociológicas fueron: la
situación de la clase trabajadora, la transformación de la sociedad, la ciudad
industrial, la tecnología y el sistema fabril. Los conservadores rechazaron de
plano el capitalismo, mientras que los radicales socialistas lo consideraron un
punto de transición hacia el futuro, aunque ambos veían un desmejoramiento de
la clase trabajadora. Los conservadores consideraban la propiedad como base de
la familia, mientras que los radicales buscaban abolirla; para los
conservadores el problema no era la propiedad en sí, sino la naturaleza de la
misma –bonos o acciones de bolsa- lo que alienaba. La ciudad era vista como un
mecanismo para la pérdida de comunidad y pertenencia, radicales y conservadores
al principio concordaban en su desagrado por el urbanismo; luego el radicalismo
se hace urbano. La tecnología y la máquina fueron vistas de forma ambivalente
por los radicales, e.g., Marx veía la alienación del hombre subordinado a la
máquina pero como culpa de la propiedad privada. La fábrica la aceptan como
necesidad histórica de progreso. Los conservadores desconfiaron de la fábrica y
la máquina.
La Revolución
Francesa fue la primera gran revolución ideológica de la historia de Occidente.
Tuvo un papel decisivo en el establecimiento de las condiciones sociales. Los
conservadores fueron los primeros que consideraron a la Revolución Francesa
como una revolución ideológica, se le atribuyeron a dicha Revolución objetivos
de poder político, racionalismo secular e ideología moralista.
La prohibición de las
asociaciones es un punto tratado por los sociólogos, algunos de los cuales –Comte,
Le Play y Tocqueville- vieron en esa prohibición consecuencias preocupantes.
Las costumbres patriarcales y la indisolubilidad del lazo matrimonial fueron
rechazadas por la Revolución Francesa, por ir contra la razón y la ley natural;
la Revolución cambió la tutela de los padres hasta la mayoría de edad.,
instituyó la herencia de los hijos ilegítimos; el Estado debía tener más derecho
sobre los jóvenes que los padres; la familia era vista como una pequeña
república; la herencia debía darse en partes iguales; la educación debía ser
controlada por el gobierno, como dijo Napoleón, la educación debía darse para
formar sujetos eficientes; la religión se vio afectada pues la Revolución tenía
lazos con el Iluminismo: el Estado no está hecho para la religión sino la
religión para el Estado, se deseaba regular el cristianismo; fueron confiscadas
las propiedades de la Iglesia; se realizaron cambios a todo nivel incluso en el
horario, en la denominación de los días, se dio una ruptura radical con el
pasado. Los intelectuales que sucedieron
la Revolución Francesa la vieron como la obra combinada de la liberación, la
igualdad y el racionalismo. La Revolución convertía al poder en ejercicio de la
voluntad popular, representada primero por la Asamblea y la Convención, luego
por el Comité y luego por un solo hombre, con virtud y terror.
La Revolución
Industrial y la Revolución Francesa tienen tres procesos fundamentales en
común; individualización, abstracción y generalización. Individualización: el individuo como heredero del desarrollo
histórico. Abstracción: atañe a los
valores morales que perdieron su carácter particular y se volvieron abstractos,
debido a la ciencia, la tecnología y la democracia. Generalización: proliferación de términos generales como clase
trabajadora, los pobres, los capitalistas, votantes, burocracia.
Comunidad
La comunidad cuyo
arquetipo tradicional es la familia, abarca más que la comunidad local y se
basa en el hombre en su totalidad más allá de su rol en la sociedad en la que
se desenvuelve, va más allá de los intereses o conveniencias de un grupo de
carácter impersonal, fusiona sentimiento y pensamiento, tradición y compromiso,
pertenencia y voluntad.
La revolución buscaba
eliminar los escombros comunales de la Edad Media y los conservadores en su
rechazo contra el modernismo apoyaron a la comunidad tradicional. El rechazo
conservador y radical a la antitética sociedad propuesta por el modernismo en
contraste con la comunidad, se sintetiza en las palabras de Disraelí “La sociedad moderna no reconoce prójimo
alguno”, dejando claro que el amor que el cristiano debe sentir por su
prójimo ya no puede darse en esa sociedad moderna donde el prójimo ha
desaparecido.
Distintos autores
analizan la comunidad bajo distintos enfoques:
Comte propone la
comunidad moral, la familia es clave. El positivismo es medievalismo sin
cristianismo; Le Play busca relacionar a la familia con otro tipos de
instituciones comunitarias, llama a la comunidad la constitución social, y
propone tres (3) clases de familia: la familia patriarcal – casi no existe
autoridad política social y externa-; la familia “inestable” (la familla instable) – familia
posrevolucionaria que es extremadamente individualista-; y la familia “troncal”
(la familla souche) –hijos libres y
autónomos y el heredero es el que se queda en casa, mezcla entre la familia
patriarcal y la inestable-.
Marx maneja el
concepto de comunidad distintamente al definido previamente, pues Marx veía a
la comunidad como “la vasta asociación
de la nación” englobando a todo el conglomerado aunque en su visión utópica de
la sociedad, al final la pequeña comunidad sería el elemento esencial.
Tönnies y
Weber
estudian a la comunidad en términos de tipologías. Tönnies con “Gemeinschaft”
(comunidad) y “Gesellschaft” (sociedad) y Weber con sociedad “tradicional” y
“racional”. Otros autores, como lo hizo Weber, siguieron el ejemplo de
tipología de Tönnies: “sociedad legítima” (Burke), “sociedad familiar” y
“sociedad cívica” (Hegel), sociedad urbana y rural (Bonald), estructura social
medieval y nación-estado moderna (Von Gierke), sociedad de “status” y sociedad
de “contrato” (Maine), etc.
Durkheim analiza la
sociedad en forma metodológica como una estructura de análisis de la conducta
reflexiva del ser humano, basando su estudio en elementos no racionales y no
volitivos. La comunidad en Durkheim tiene realidad previa y los elementos que
son considerados como individuales, como la voluntad, la fe, el suicidio, etc.,
Durkheim los atribuye a efectos de comunidad y la tradición moral, y surge su
concepto de conciencia colectiva. Durkheim indica la existencia de dos tipos de
solidaridad o asociaciones sociales: la mecánica –solidaridad originaria o
histórica, sin individualismo, tradicional, homogénea, predomina la voluntad de
la comunidad- y la orgánica –basada en la división del trabajo, donde la
complementariedad de los roles produce la unidad, es una solidaridad
heterogénea e individualista-.
A este respecto
Durkheim concluye que la asociación orgánica no debe reemplazar a la asociación
mecánica, sino que esta última debe convivir con la primera, por lo que desechó
dicha división en asociación orgánica y mecánica en sus trabajos posteriores.
En toda su obra, Durkheim da cuenta de su tesis de que toda conducta humana o
todo hecho social está influenciada por la comunidad. Así, incluso un tema
considerado tan íntimo e individual como el suicidio, Durkheim lo plantea desde
el enfoque metodológico de la comunidad, donde esta tiene influencia en la
ejecución de cualesquiera de los tipos de suicidios que delimitó: suicidio
egoísta –mientras menos integrada la sociedad más propensión al suicidio-;
suicidio anómico –derrumbe en los valores de la sociedad, trabas sociales para
alcanzar las metas-; suicidio altruista –el individuo considera que un acto
suyo ha dañado su relación con la sociedad-. Igualmente, Durkheim considera que
la naturaleza del hombre es determinada por la comunidad, un hombre es
congnoscible para el científico social sólo como manifestación de la comunidad.
Simmel estudia la
comunidad en términos moleculares, es decir, buscando los elementos más
pequeños en que pueden reducirse las instituciones y asociaciones comunitarias
para su análisis.
Autoridad
Con las revoluciones
se pierde la autoridad tradicional, al igual que se perdió la comunidad
tradicional. Se generan dos matrices de opinión acerca de las consecuencias de
esta pérdida: 1. habrá desorganización; 2. se darán nuevos tipos de poder. Jacob
Burckhardt considera que la individualidad, tarde o temprano conduce a una
autoridad tiránica, pues el hombre no es
bueno por naturaleza como pensó Rousseau. Según los conservadores, el poder transferido
a la voluntad individual y popular por la revolución magnificó el poder
político, por tanto el poder revolucionario y democrático del estado no podrá
ser derrocado.
Se dan cuatro
aspectos en el orden revolucionario y napoleónico que son analizados por los
sociólogos al abordar temas como autoridad y sociedad:
1. Totalismo del
poder revolucionario: poder absoluto para el pueblo: “el gobierno de la
Revolución es el despotismo de la libertad contra la tiranía”.
2. La base de masas
del poder revolucionario: la legitimidad del poder es otorgada por el pueblo.
El hombre político fue la figura clave de la Revolución.
3. La centralización
del poder revolucionario: el poder centralizado en Francia (París), donde se
encontraba el gobierno representante del pueblo, que podía estar representado
incluso por un solo hombre.
4. La racionalización
del poder: desecho de la tradición, todos los factores –economía, educación,
milicia, burocracia- regidos por la razón.
La asimilación de los
cuatro (4) aspectos de la revolución mencionados
arriba se planteó en el contexto de la distinción entre autoridad y poder.
Según Comte los conservadores proponen una autoridad plural con “distribución
de los centros políticos”, mientras que los radicales proponen una autoridad
centralizada. El impacto de la Revolución en la sociedad genera los siguientes
términos de distinción entre autoridad y poder: -autoridad social: imagen
modelada con materiales tomados del antiguo régimen; -poder político: racional,
centralizado y popular, se moldea su imagen con materiales extraídos del
esquema legislativo de la Revolución. La autoridad se convierte en poder cuando
se desconoce la autoridad tradicional (familia, iglesia, gremio).
Se plantea entonces
entre los conservadores primero y demás pensadores el tema de autoridad vs
poder. Durkheim planteó centralización y grupos sociales. Weber habla sobre
racionalización y tradición. Burke desprecia la harta racionalidad de los
revolucionarios que contrasta con la lealtad individual hacia el grupo social
que existía en la tradición. Bonald considera poder y despotismo como sinónimos
pues la autoridad centralizada del estado que se impone a las esferas de
autoridades se convierte en despótico. Bonald prefiere la monarquía a la
democracia. Hegel también apoya la monarquía pues considera que en monarquía la
autoridad política podía ser mediada, no así en democracia. Bonald, Burke y
Hegel ponen en la palestra el aspecto negativo de la propuesta de poder sin
mediación de organismos sociales hecha por la Revolución y Napoleón.
Le Play llama a las
autoridades descentralizadas “autoridades sociales”, Tocqueville las llama
“secundarias e intermedias”. La distinción entre autoridad social y poder político no sólo se apoya en
el pensamiento conservador, los anarquistas también rechazaron el poderío del
Estado que le imprimió la Revolución. Prodhoun apoyaba la descentralización. El
liberalismo social también en algunos sectores se interesó por la
diferenciación entre autoridad y poder (e.g., Lamennais proclama la autoridad
social como base de la verdadera libertad). En el campo filosófico se dio la distinción entre
autoridad social y poder político, determinando que la soberanía requiere una
nueva clase de libertad: la de asociación.
Los efectos de la Revolución sobre el
antiguo régimen también despertaron el interés por las elites políticas y su
influencia en el desarrollo de los acontecimientos que llevaron a la Revolución
y a sus efectos sobre el antiguo régimen. Así, por ejemplo Burke, se planteó el
ansia de poder de los intelectuales como factor influyente en la mentalidad
revolucionaria, quienes buscando alcanzar el poder generaron literatura
revolucionaria sin importarles las consecuencias nefastas que pudiesen provocar
con sus propuestas incluso de uso de la fuerza.
En referencia al
poder, Tocqueville en su obra La
democracia en América, ubica sus raíces en la separación del hombre de la
autoridad tradicional y ese poder generado está próximo al individuo y es el
poder de la democracia moderna, con sus raíces en la opinión pública. Para
Tocqueville la democracia no es un sistema de libertad, sino de poder, pues se centraliza
el poder. La intensidad de esta centralización en la democracia viene
determinada por:
1. si su aparición
gradual o si es producto de una revolución, siendo más intensa en este último
caso pues el gobierno debe hacerse cargo de todo debido a la desorganización
reinante;
2. la afinidad entre
las clases inferiores y el poder centralizado pues el gobierno se convierte en
la vía para arrebatar a la aristocracia el poder local;
3. la diferencia de
alfabetización entre el gobierno democrático y las masas, donde esta última
esta mucho menos educada que los miembros del gobierno;
4. El poder militar
tiene un gran efecto centralizador en la administración democrática;
5. La cuna y el
carácter de la persona que gobierna. Tocqueville también analiza el efecto del
poder político sobre la autoridad familiar, indicando que en democracia centralizada
ya el padre no es el centro ni autoridad unívoca de la familia. Influye la
centralización democrática en el ámbito religioso, militar, administrativo,
quizá en el legal en menos proporción pues los abogados de la Revolución se
encargaron de evitarlo al ser ellos los definidores de las leyes.
Hay afinidad entre la
democracia centralizada y el “racionalismo cartesiano” pues la democracia busca
racionalizar todo. Para Tocqueville aunque en definitiva la democracia con
poder político centralizado se convertiría en definitiva en una tiranía plebiscitaria,
veía algunos focos de control por lo menos en la democracia Norteamericana,
como la independencia del poder judicial, la separación entre la religión y el
estado, y primordialmente, las asociaciones, entre otras.
Por su lado Karl Marx, plantea su filosofía del
poder como la definición de las consecuencias de los cuatro (4) aspectos del poder
revolucionario mencionados –totalismo, base de masas, centralización y
racionalización- a diferencia de Tocqueville que analiza su visión de poder
como antítesis de dichos aspectos. Para Marx, al final el poder político
centralizado muere, no tiene necesidad de ser abolido pues al desaparecer la
diferencia de clases no habrá necesidad de poder político toda vez que éste es,
según Marx, un poder organizado para la opresión de una clase sobre otra. Marx
considera que en aristocracia no había libertad, Tocqueville pensaba que sí la
había en aristocracia y no la había en democracia. Para Tocqueville el poder
político es una causa de alienación para Marx es alienación en sí mismo.
Marx analiza las
tensiones entre la sociedad civil y el estado, y ve la ciudadanía como otra
forma de alienación por lo que hay que emanciparse del Estado que ocurrirá en
algún momento en el socialismo; la sociedad civil en el estado moderno es como
la esclavitud en el estado antiguo. La centralización también es un aspecto
importante en la visión del poder político según Marx, pero no creyó que esto
generará problemas de burocracia pues al igual que el poder político sería
abolido al eliminarse la clase capitalista, la administración burocrática
también desaparecería. Marx junto con Engels, ven a la fábrica como
personificación de la autoridad social dentro del industrialismo, y así el
obrero queda subordinado a la tecnología y maquinarias de las fábricas.
Max Weber analiza el poder también en términos del
contraste entre la sociedad tradicional y la sociedad moderna con una
metodología bien definida para ofrecer un marco teórico de concepto para análisis
en el estudio de las sociedades. Weber propone tres tipos de autoridad: la
tradicional, la racional y la carismática (esta última temporal y destinada a
convertirse en tradicional y racional). La autoridad tradicional tiene sus
raíces y legitimidad en la tradición y dicha autoridad tiene un carácter de
relación personal directa; no hay diferenciación clara entre autoridad política
y moral; el modelo de autoridad tradicional es el de la Edad Media.
La autoridad racional
está caracterizada por la burocracia, por la racionalización de las relaciones
personales; hay dominación legal; aunque no es una autoridad igualitaria apoya
la igualdad, todos son iguales ante la norma que los gobierna; las normas son
más importantes que las personas y las costumbres; la razón gobierna en todos
los ámbitos de administración y organización.
La autoridad
carismática es la ejercida por individuos que dan muestras de tener un don
mágico o un simple carisma personal atrayente, que le permite provocar una
revolución, no es esta autoridad, sin embargo, estable y duradera, a la larga
cederá a la autoridad tradicional o a la racional. Weber concibe el poder
moderno como un proceso de racionalización iniciado en la Alta Edad Media y
continuando hasta hoy.
Weber ve la
democracia y el capitalismo como manifestaciones especiales de esa
racionalización -que abarca centralización, generalización y abstracción del
poder- .y que pasó hizo pasar a Europa del feudalismo a las monarquías
absolutistas y de éstas a la nación-estado democrática contemporánea. Los
valores morales y estéticos constituyen los únicos frenos de esa
racionalización burocrática. La racionalización económica condujo al
capitalismo y para Weber en el socialismo las características racionales,
burocráticas y de mecanización del capitalismo serán expandidas e
intensificadas.
Para Weber la
burocracia es un proceso histórico que permite explicar muchos de los elementos
que diferencian al mundo moderno del mundo medieval, y también para comprender
el mundo antiguo y el asiático. Para Weber los privilegios, poderes y
obligaciones de la propiedad son trasferidos a la administración burocrática, y
por otro lado en el campo político se da el fenómeno demagógico.
Según Weber, la
burocracia en definitiva se convertiría en enemigo de la democracia, al dejar
de ser un instrumento para la democracia y se convirtió en un fin y por tanto
deja de velar por los intereses de la democracia en cuanto gobierno del pueblo;
por tanto se deshumaniza la democracia. Robert Michels, también vio este
latente problema de la burocracia e incluso indicó como en el seno del mismo
seno de la organización obrera socialista –a la cual Marx nunca previó
problemas burocráticos- la burocracia de dicha organización hizo estragos e
incluso compite con la burocracia del estado en cuanto a su conciencia de los
deberes, su celo y sumisión a la jerarquía, convirtiéndose dicha organización
en un fin más que en un medio del movimiento obrero. Michels considera que la
magnitud de la organización burocrática determina proporcionalmente el incremento
del poder de los líderes, por lo que las democracias tenderán a transformarse
en un interminable proceso de estabilización y trasformación.
Para Durkheim,
la autoridad es analizada a través de su función social, para él la autoridad y
la disciplina dan al hombre sentido del deber, y verdadera libertad; no concibe
la sociedad sin autoridad, la autoridad corresponde a la vida moral del hombre.
Su visión de la autoridad lo sitúa como u simpatizante de la política liberal,
pues considera que sólo al individuo estar bajo una autoridad social y moral
firmes, puede alcanzarse libertad política. Durkheim propone las asociaciones
ocupacionales como los mecanismos para contrarrestar el distanciamiento que
genera el estado en la visión del individuo de la sociedad y sus vínculos
dentro de la misma.
Se da una relación
triangular estado-asociaciones secundarias-individuos donde el estado protege
al individuo de las asociaciones y a su vez las asociaciones protegen al
individuo del estado. Simmel, en su análisis de la
autoridad da prioridad al individuo, y considera a la autoridad y la ley como
necesaria, así el matrimonio y la monarquía son vistos con buenos ojos por
Simmel, pues, v.g., en el caso de los matrimonios muchos se mantienen por
cumplir con la ley que los une, y de no ser así posiblemente se hubieran
separado por cualquier riña insignificante que hubiesen tenido, aunque también
se den casos en que en realidad deberían separarse pero igualmente la ley los
mantiene unidos a costa de su felicidad. Simmel le da un valor moral
inestimable a la autoridad. Se interesa Simmel en encontrar la naturaleza de la
autoridad. Considera al moderno estado de masas una “tragedia sociológica” pues
coloca al individuo en un nivel inferior. Propone tres tipos esenciales: “la
centralización individual”, “la subordinación ante la pluralidad” y “la
subordinación ante un principio”, los cuales determinan un modelo histórico que
es el mostrado por las fases sucesivas de la monarquía a la república, y de la
monarquía a la dominación impuesta por organizaciones y normas impersonales.
[1] NISBET, Robert, La formación del
pensamiento sociológico v. I. Buenos Aires, Amorrortu, 2003 (1ra. Edición
1969), pp. 240.
Créditos:
Muy buen resumen del texto original estaba perdido, gracias
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