Manual Caballero indica que las oposiciones a
Gómez comenzaron a partir de 1913 tanto dentro como fuera del país, las de
dentro del país empezaron a expresar sus opiniones públicamente a partir de
1928, y a partir de esa fecha se comienza a establecer la diferencia entre la
oposición a Gómez y la oposición al gomecismo, que puede delimitarse en
principio por la forma en que se define la figura del dictador. Los opositores
a Gómez lo plasman – a través de artistas como Blanco Fombona y Jacinto Gómez-
como un hombre mestizo, con facciones rudas y de crueldad (incluso en una
época donde ya Gómez estaba enfermo), perteneciente a raza de las menos prestigiosas para los
parámetros de la época, y caracterizándolo con los adjetivos más
desprestigiantes del imaginario venezolano y alejados de la humanidad,
inclusive confundiéndolo con un animal.
Indica Caballero que lo definen de poco intelecto,
con lo cual dejan mucho que desear respecto a si mismos, toda vez que no
pudieron contra el tirano ignorante que despreciaban, por lo que luego más que
ignorante lo caracterizaban como de doble cara, la doblez, caracterizada por
traición y disimulo en Gómez, un cobarde afeminado –lo de afeminado porque la
mujer gozaba de poco prestigio para la época- lleno de temores referentes a
magnicidio e imposible de ser considerado cristiano (aunque haya sido
condecorado por el Papa a la sazón) dada su patente iniquidad y falta de buenas
razones para obrar incorrectamente –cosa que a todas luces suena
contradictorio, puesto que si algo es incorrecto pareciera no haber razón para
hacerlo, pero en ese punto se manejan el concepto del ideal superior, si es un
buen fin no importa el medio-.
Desde el punto de vista político los opositores
de Gómez lo caracterizan como un peculador, traidor a la patria toda vez que se
alió con las potencias internacionales, con un régimen de harta crueldad aunque
en diversos momentos del régimen con mayor o menor grado de la misma. Pero
luego la Generación del 28, que empieza clandestinamente a hacer patente la
oposición al gobierno, comienza a expresar que el problema no es Gómez, en todo
caso los andinos – aunque finalmente se decantarán por la noción de clases- por
lo que ya no es un anti-gomismo sino un anti-gomecismo. Los jóvenes de la
revolución del 28 son de la ciudad, son urbanos y educados, a diferencia de lo
rural y rústicos de los pertenecientes al bando del gomecismo, comenzando por
el propio Gómez y continuando con esa “raza” andina. Los jóvenes
revolucionarios vienen de una educación liberal y en su mayoría de ciudades del
interior, pero no del campo.
Si el gobierno gomecista crece vegetativamente
en el país, no así en la casa que vence las sombras, la Universidad Central de Venezuela, donde van disminuyendo el
número de los mismos. Y aunque los opositores declarados del gomecismo son
pocos, están unidos y esto los fortalece y presentan una propuesta colectiva
más que individual, no hay un líder en el grupo, es una comunidad de iguales.
Desde 1928 se comienza a confrontar al Gómez que antes lucía inaccesible, por
unos jóvenes deslindados de cualquier arraigo caudillista y personalista. La
ciudad se convierte en el escenario para la contienda política, contrastando
con lo ocurrido en la Venezuela del siglo XIX, donde el campo de batalla estaba
en áreas rurales del campesinado. Los del 28 no son liberales sino demócratas, con
ellos empieza la política moderna a definirse en la creación de los partidos
políticos. Esos jóvenes aspiraban alcanzar una democracia decente en el país,
libre de vicios, con ideas colectivas, no individuales -es decir, no liberales-
y la lucha por el cambio en Venezuela comenzaron a plantearla como una lucha de
clases -más que una lucha contra Gómez- en una concepción materialista – bajo
los postulados del marxismo- del hecho social venezolano, en la búsqueda de una
Venezuela anti-liberal, demócrata, deslindada de la política terrorífica
gomecista, política que en definitiva, iba más allá de sólo Gómez, era la
política del capitalismo subyugando al proletariado.
photo credit: jalexp1 via photopin cc
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
[1]
Manuel Caballero. Gómez, el tirano liberal (Vida y muerte del siglo XIX). Monte
Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 1993. pp. 274-308.
Créditos:
Créditos:
No hay comentarios:
Publicar un comentario