El
enfoque estructuralista de Wallerstein en
“La
Revolución Francesa como suceso histórico”[1]
Wallerstein al indicar en su texto
que la Revolución Francesa –a través de los levantamientos de masas (no muy
exitosos) que buscaron adquirir el poder del estado- introdujo en el mundo el
rasgo cultural de la aceptación de la normalidad del cambio, cambio que la burguesía
entendió que debía aceptar y combatir y el cual se daría de forma “constante
a corto plazo“[2] en el
ámbito político, el cual previo a la Revolución era considerado “algo
excepcional, con frecuencia efímero y casi siempre indeseable”[3],
da cuenta de la característica estructuralista de dar prioridad a lo constante
sobre lo pasajero, y también da cuenta de esta característica -aunque si bien
refiere, grosso modo, lo referente a la visión del cambio político previo a la
Revolución- al circunscribir el surgimiento de dicho rasgo a los años de la
Revolución (entre 1789 y 1815) haciendo un análisis que podría llamarse
sincrónico o al menos restringido al espacio de tiempo de la Revolución en su
especificación, y también da cuenta de este carácter sincrónico cuando indica
que es en el cambio social de 1968 donde se modifica esa visión de aceptación
de la normalidad del cambio impuesta por la Revolución Francesa. Además esa
aceptación del cambio como normal también viene a representar un factor
determinante en el devenir de lo social como lo indica Wallerstein, al indicar
que surgen tres instituciones (ideologías, ciencias sociales y movimientos)
como respuesta a la aparición de dicho rasgo, dando cuenta de ese carácter de
dar prioridad a lo constante sobre lo pasajero característico del análisis
estructuralista.
En referencia a la visión
totalizadora característica del análisis estructuralista, también la misma se
encuentra presente en el enfoque de Wallerstein, pues da cuenta de que “la
relación es más importante que las partes”, pues al analizar las tres
instituciones surgidas en respuesta a la normalidad del cambio –ideologías
(conservadurismo, liberalismo y marxismo), ciencias sociales y movimientos- las
analiza de forma totalizadora basado en su interrelación, indicando que el
surgimiento de una institución depende de la relación o necesidad de la otra.
Así, al surgir las ideologías por ser el cambio normal y ser dichas ideologías
requeridas para definir los objetivos políticos, se hacen necesario para definir
dichos objetivos políticos conocer las realidades de mundo para el momento, lo
cual hacer surgir las ciencias sociales que darán cuenta de dichas realidades.
Finalmente, indica Wallerstein que en este conjunto de relaciones surgen los
movimientos para luchar contra las limitaciones impuestas al cambio por parte
de las ciencias sociales.
También, al analizar las
instituciones y su génesis, Wallerstein da cuenta tanto del carácter
condicionante de las estructuras subyacentes como de la oposición al empirismo
positivista características del estructuralismo, ya que indica que las tres
instituciones –ideologías, ciencias sociales y movimientos- surgen en respuesta
a la normalidad del cambio –el cual es una estructura subyacente-, es decir, el
surgimiento de las instituciones –ideologías,
ciencias sociales y movimientos- está condicionado por la existencia de
la normalidad del cambio, el cual además es un rasgo cultural por lo que no es
empíricamente observable. Incluso en el caso de las ciencias sociales, el
surgimiento de las distintas ciencias está condicionado por la normalidad del
cambio, así, por ejemplo, la antropología viene determinado por la necesidad de
imponer el “cambio” por parte de las naciones civilizadas a las menos
civilizadas –ya que en las primeras era que podía darse esta normalidad del
cambio-, por lo que se hace menester conocer las características de los pueblos
“primitivos” lo cual hará la antropología.
En definitiva Wallerstein da cuenta
de que la aceptación de la normalidad del cambio como rasgo cultural
introducido por la Revolución Francesa constituye una estructura subyacente que
condujo a un cambio cultural e institucional a nivel mundial con efectos
ambiguos pues introdujo la noción de normalidad del cambio y los limitadores/restrictores
de dicho cambio (ideologías, ciencias sociales) y sus impulsores (movimientos).
Indica Wallerstein, que dichas modificaciones introducidas por la Revolución
Francesa y sus efectos en el mundo han sido cuestionados por la generación del
1968 e invitan a nuevas interpretaciones de los sucesos que llevaron a la
Revolución, dando cuenta una vez más de esa visión totalizadora característica
del estructuralismo, pues el análisis de los orígenes de la Revolución no
pueden analizarse aislados de su desarrollo y consecuencias, por lo que si se
cambia la visión de sus consecuencias, deben re-estudiarse sus orígenes y
desarrollo.
Créditos:
photo credit: Doctorado "Honoris Causa" para Immanuel Wallerstein via photopin (license)
[1] Immanuel Wallerstein. Impensar las ciencias
sociales. México, Siglo XXI. 2003.
[2] Immanuel Wallerstein. Impensar las ciencias
sociales. México, Siglo XXI. 2003. p. 18
[3] Immanuel Wallerstein. Impensar las ciencias
sociales. México, Siglo XXI. 2003. p. 18
Créditos:
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