Consecuencias de la inversión
extranjera en Argentina (1870-1900).
Para definir si la inversión extranjera tuvo ecos positivos
en los distintos países de Hispanoamérica, y particularmente en el caso
seleccionado, el de Argentina, es menester tener en cuenta tanto lo que era
considerado por el país beneficiado por la inversión como “modernización” y/o
“regeneración”[1] o
beneficio a obtener, y por otro lado, también tener en cuenta las razones que
motivaron a los inversores extranjeros –más allá del Perogrullo del beneficio
económico producto de la inversión-, y considerando estos puntos delimitar desde
allí los logros o regresiones acaecidos en los distintos ámbitos producto de la
inversión extranjera.
Así, teniendo en cuenta, como menciona Lucena, que nunca
fue un objetivo de la modernización en Hispanoamérica la generación de “cambios
estructurales en la economía o la sociedad”(Lucena,1998:320) –y por tanto no se
lograron ni en el corto ni en el largo plazo - y que, por otro lado, en el caso
de la inversión inglesa en particular, que fue la principal en Argentina, se
sabe que, según refiere Halperin Donghi[2],
incluso ya desde durante el desarrollo de las guerras de emancipación “Lo
que se busca en Latinoamérica son sobre todos desemboques a la exportación
metropolitana, y junto con ellos un dominio de los circuitos mercantiles
locales que acentúe la situación favorable para la metrópoli”(Halperin,2005:147).
Entonces, dadas estas premisas, y si se analiza
en el corto plazo y a luz de las expectativas de mejora esperadas por Argentina
a la época (esto es, lo que consideraba modernización) en cuanto al desarrollo
de la infraestructura, entonces la inversión extranjera en Argentina,
particularmente la inglesa, tuvo resultados beneficiosos en algunos aspectos
como el desarrollo una red ferroviaria[3]
de calidad, sin embargo, en el largo plazo produjo, entre otros, deterioro
ecológico[4],
además que no desarrolló la red ferroviaria interamericana[5],
y también las industrias se mantuvieron en manos de los ingleses[6]
y se promovió el latifundio[7].
Las ciudades se desarrollan en su infraestructura y servicios, grosso modo, pero no así el campo, y, debido a la inmigración, se incrementó la población también en las ciudades[8]. En general, el progreso se daba en las ciudades y para las clases dominantes[9] y, aún para ellos, también en el corto plazo, pues, por ejemplo, al comenzar la Primera Guerra Mundial en 1914 disminuyó la inversión extranjera y las importaciones y exportaciones y se generó una involución del exiguo desarrollo logrado a lo interno de Argentina.
Las ciudades se desarrollan en su infraestructura y servicios, grosso modo, pero no así el campo, y, debido a la inmigración, se incrementó la población también en las ciudades[8]. En general, el progreso se daba en las ciudades y para las clases dominantes[9] y, aún para ellos, también en el corto plazo, pues, por ejemplo, al comenzar la Primera Guerra Mundial en 1914 disminuyó la inversión extranjera y las importaciones y exportaciones y se generó una involución del exiguo desarrollo logrado a lo interno de Argentina.
Vista entonces, en general, en sus consecuencias en el largo
plazo –cuando no en el corto plazo-, la inversión extranjera en Argentina –y en
América Latina-, constituyó un freno al desarrollo de la región, toda vez que
no se promovió el desarrollo interno y se delineó una dependencia con lo
foráneo, ya que se inclinó la economía hacia el basamento en el capital
extranjero lo que condujo a convertir la deuda interior en deuda exterior, y a
delimitarse las regiones de centro y periferia, donde la periferia (los países
americanos, en este caso, Argentina) benefician al centro (caso inglés) sin la
reciprocidad, se sigue dando esa asimetría en el intercambio económico vigente
aún en nuestros días.
Historiografía consultada
CARMAGNANI, Marcelo. Estado y sociedad en América
Latina 1850-1930. Barcelona. Editorial Crítica. 1984. pp. 260.
FERNÁNDEZ, Jorge; RONDINA, Julio César. Historia Argentina (Tomo 1.
1810-1930). Argentina. Universidad Nac. del Litoral. 2004. Consultada en
línea en mayo 2009 desde: http://books.google.co.ve/books?id=SL1DZ-b2Q_IC&printsec=frontcover
GALEANO, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina.
Madrid. Siglo XXI editores, 2000. pp. 486.
HALPERIN DONGHI, Tulio. Historia contemporánea de América
Latina. Madrid. Alianza Editorial, 2005. pp. 750.
LUCENA,
Manuel. Historia de iberoamérica. Madrid. Editorial Cátedra. 1998.
ROMERO, José Luis. Latinoamérica,
las ciudades y las ideas. México. Siglo XXI Editores. 2001. pp. 408.
[1] Términos utilizados por Lucena
en su obra Historia de Iberoamérica, y de los que refiere que: ”la
modernización significó en esa época esencialmente la mejora de la
infraestructura –instalaciones portuarias, buenas comunicaciones marítimas,
telégrafos, líneas ferroviarias, caminos (en algunos casos), canales o diques
(donde sea aplicable), complejos agroindustriales para facilitar la exportación
o la fabricación, como saladería, silos, almacenes, etc., y por supuesto la
infraestructura de los bancos modernos (...) La modernización no fue concebida
inicialmente no como 1) la construcción consciente de un mercado nacional integrado
con el aparato político correspondiente, ni como 2) el establecimiento de la
base para la transformación de la economía de producción primaria”(Lucena,1998:320)
[2] Por cierto que Halperin es uno
de los que da cuenta en la historiografía de la consideración de la inversión
extranjera como una nueva forma de colonización. Así menciona Halperin en
referencia al desarrollo de esa inversión y el apoyo que encontró en la
oligarquía en América: “... es éste
precisamente el proceso que llena la etapa iberoamericana comenzada a mediados
del siglo XIX: la fijación de un nuevo pacto colonial ... Este nuevo pacto
transforma a Latinoamérica en productora de materias primas para los centros de
la nueva economía industrial, a la vez que de artículos de consumo alimentario
en las áreas metropolitanas; la hace consumidora de la producción industrial de
esas áreas...”(Halperin,2005:216)
[3] De hecho, el ferrocarril
promovido por el capital inglés fue “la más importante y significativa de
las innovaciones que aportó”(Carmagnani,1984:45). Y Argentina fue un caso paradigmático para el
desarrollo del ferrocarril.
[4] “El ferrocarril argentino desarrolló, es cierto, la industria
forestal en Santiago de Estero, pero con tales consecuencias que un autor
santiagueño llega a decir <<Ojalá Santiago no hubiera tenido nunca un
árbol>> ”(Galeano,200:327-328)
[5] Así refiere Galeano : “No
fueron capitales ingleses los que tendieron las primeras vías en Argentina,
Brasil, Chile, Guatemala, México y Uruguay”(Galeano,2000:328), pero si por
otro lado, se fomentaron las facilidades para llegar desde la metrópoli europea
a Buenos Aires, por ejemplo.
[6] También refiere Galeano : “En
la época del auge ferroviario, las empresas británicas habían obtenido, a
menudo, considerable concesiones de tierras a cada lado de las vías, además de
las propias líneas férreas y el derecho de construir nuevos ramales.”(Galeano,2000:329).
De hecho, siguió dándose “la relación asimétrica que unía a las economías
latinoamericanas con la europea”(Carmagnani,1984:35). Por otro lado, en la
economía local, sólo se dio un desarrollo económico interno producto del
ferrocarril en la región de Tucumán.
[7] Así, “La innovación
tecnológica, y por ende, el capital inglés que la originó, contribuyó a
reforzar el latifundio como elemento central de la economía de exportación”
”(Carmagnani,1984:46)
[8] Principalmente la capital,
Buenos Aires, toda vez que “aquellas ciudades donde se puedo advertir la
prosperidad y la transformación, tanto de la sociedad y sus costumbres como de
la fisonomía edilicia, fueron las capitales que eran, al mismo tiempo, puertos:
Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, Panamá, La Habana, San Juan de Puerto
Rico...”(Romero,2001:250). Y también lo indica Carmagnani: “por lo que
respecta al alcance del referido crecimiento, hay que decir que siempre
está exclusivamente limitado a la capital y al principal puerto exportador, sin
afectar a la totalidad de las ciudades.”(Carmagnani,1984:54).
[9] Se promovió el endeudamiento
estatal, ya que el progreso era beneficioso para las clases dominantes no así
para el Estado, que “es el menos beneficiado para la nueva prosperidad”(Halperin,2005:251).
Realizado por: Mery Pérez
Realizado por: Mery Pérez
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