¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?
Un día me encontraba -como todos los días- a eso de las siete de la noche esperando el tren en el subterráneo de la ciudad, para volver a casa después de una larga jornada laboral. La estación del subterráneo, mejor conocido como metro, se encontraba más sola que de costumbre. Bueno, antes de la inesperada y terrible pandemia no hubiera podido decir algo así. Más bien hubiese dicho algo como “la estación se encontraba muy sola, algo muy poco común en el metro”. Pero ahora, la gente sale poco y en horarios diversos, no se dan esas grandes aglomeraciones que hacían detestar el metro y que ahora, de alguna manera, se extrañan.
El hecho es que ese poco flujo de personas en la estación se hizo aún menor, al punto de hallarme completamente sola. Me ubicaba en una de las puntas del andén. Siempre me iba a esa parte porque era la menos aglomerada, y, pues, me había acostumbrado a ello, aunque ya no se daba aglomeración en ningún área. Desde esa punta, pude ver como de la nada se abrió una suerte de agujero encima de los rieles y de él salió un extraño hombrecillo, que inmediatamente relacioné con el Sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas, mi relato favorito de toda la vida, y además, mi personaje predilecto de la obra. Y confirmé la relación cuando el personaje se acercó a mí y me espetó la pregunta:
—¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?
—En que sobre ambos ha corrido mucha tinta—le respondí rápida y bruscamente, ofuscada y emocionada a la vez por lo que estaba viviendo. La respuesta ofrecida no fue fortuita, era una de las tantas que había considerado como solución a esa acertijo que el Sombrerero le propuso a Alicia, también de forma repentina, en la obra de Carroll, y al cual no se le dio solución en la novela. Mi respuesta relacionaba el uso dado al cuervo como personaje en la literatura y el uso del escritorio para escribir literatura.
—Mmmm…. Mmmm….Mmmm….— meditó por largo rato el Sombrerero, para luego exclamar:
—¡No lo creo!—aunque ese “¡No lo creo!” lo dijo algo contrariado. Y luego me interrogó nuevamente:
—¿Y son todos los cuervos negros?
Más que buscar una respuesta a la nueva interrogante planteada, traté de dilucidar el sentido o razón de la misma, a pesar de tener claro que en el País de las Maravillas todo era un sinsentido. Pero yo no me hallaba en ese país, aunque increíblemente tuviera al frente a un habitante del mismo. El Sombrerero, al parecer, deseoso de recibir su respuesta repitió la pregunta:
—Entonces, ¿son todos los cuervos negros?
Quería analizar mi respuesta, creerla, pensarla, pero el hombrecillo no me dio tiempo. Así que supuse que su segunda pregunta era como una guía para la respuesta de la primera. Y le solté, dando respuesta a la primera pregunta:
—¡Ya sé!, se parecen en que normalmente pensamos que todos los escritorios son marrones y que todos los cuervos son negros. Esa era otra de las respuestas que me había planteado en el pasado para la primera pregunta.
El Sombrerero se sorprendió de mi respuesta, toda vez que esperaba, si es que en algún momento llegó a hacerlo, respuesta a la segunda pregunta. Entonces, me miró, si se quiere con compasión, y me explicó:
—En realidad no tienes que responder ninguna de mis preguntas. Solo las hice porque tenía que decirte algo. Y si una niña llamada Alicia no me hubiera dicho —mientras intentábamos tomar té— que era de mala educación hacer observaciones personales, lo primero que te hubiera comentado, lo cual fue lo que se me vino a la mente al verte aquí tan sola, es que necesitabas urgente un buen amigo. Pero eso, según Alicia, es de mala educación y sí, ya sé que estoy loco, y de eso no me avergüenzo, pero si me avergüenza ser mal educado. Por eso preferí hacerte preguntas que no te incomodaran por ser de mala educación…
Quedé perpleja con la explicación del Sombrerero. O sea que cuando le hizo la pregunta a Alicia ¿fue también para no ser mal educado? ¡Claro!, porque justamente previo al acertijo sobre el cuervo y el escritorio, ocurrió el episodio en que Alicia le dijo lo de ser de mala educación hacer observaciones personales, pues lo primero que le dijo el Sombrerero después de observarla detenidamente, es que ella necesitaba un buen corte de pelo, lo cual ofendió sobremanera a la niña y lo aconsejó sobre las observaciones personales.
Aunque las preguntas que hizo no fueron muy cómodas tampoco, ja, ja, ja. Pero entendí el punto del Sombrerero, y quedé conforme. ¡Ya no seguiré buscando respuesta a la similitud entre un cuervo y un escritorio!
Entonces, el Sombrerero sonrió cariñosamente como entendiendo que yo entendí, y me preguntó:
—¿Qué día del mes es hoy?
Iba a buscar el celular para ver la fecha—estaba tan impresionada con lo que experimentaba que no podía recordar el día—pero el Sombrerero no me dio tiempo y se autorespondió:
—¡Oh no! ¡Es el día del mes en que debo irme!
Inmediatamente, apareció de la nada el agujero sobre los rieles y el Sombrerero lo atravesó y desapareció. Desde ese día, espero todos los días que aparezca ese agujero en los rieles para irme con un buen amigo.
NOTA: Relato creado para participar en concurso del blog El tintero de Oro. La imagen es la del concurso.
Hola, amiga Mery. Me ha gustado que eligieras al Sombrerero como coprotagonista de tu relato y que éste se desarrollara en una estación, simbolismo de tanto y escenario de tantas historias... También me han gustado los diálogos, divertidos y eficaces. Gracias por compartir todo esto con nosotros.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en El Tintero.
Un fuerte abrazo, compañera.
Saludos Patxi, me alegro te haya gustado la elección. Muchas gracias por la amable visita y comentario. Éxitos y bendiciones!
EliminarDivertido y surrealista como el cuento original. Mucha suerte, Mery.
ResponderEliminarSaludos Marta, nuchas gracias por la amable visita y comentario. Éxitos y bendiciones!
EliminarMe ha gustado la conversación con el sombrerero del cuento. En una realidad de hoy. Un abrazo.
ResponderEliminarSaludos Mamen, me alegro te gustó la conversación planteada en el relato. Muchas gracias por la amable visita y comentario. Éxitos y bendiciones!
EliminarHola, Mery, Me ha encantado esta historia tan ocurrente y qu e respeta tan bien la dinámica de Alicia... Los diálogos son realmente creibles y la imagen del sombrerero muy acertada.
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos Mirna, me alegro te gustó la historia. Muchas gracias por la amable visita y comentario. Éxitos y bendiciones!
Eliminar¡Qué original, Mery! Me ha encantado el escenario y tal cómo lo has escrito lo he visto como una escena cinematográfica. En el primer párrafo ya queda situado en el tiempo actual y los diálogos me han parecido estupendos. El sombrerero de Alicia, siempre me ha caído simpático y desde ahora más además que has conseguido que lo vea como un ser muy cercano.
ResponderEliminar¡Felicidades y suerte en El tintero!
Saludos Maria, me alegro te gustó el planteamiento. Muchas gracias por la amable visita y comentario. Éxitos y bendiciones!
EliminarBuenos días Mery.
ResponderEliminarMe ha parecido un golpe de ingenio titular el relato con el acertijo que el sombrerero le plantea a Alicia, y que en torno a este enigma sin responder en el cuento real, gire toda la fantástica trama.
Estupenda la similitud entre el título original de Carrol "Las aventuras subterráneas de Alicia", y el otro subterráneo o metro por donde aparece y desaparece el sombrero.
Un abrazo mery y nos vemos en la Gala compañero, no olvides llevar sombrero :)
Hola, Mery. Muy ingeniosa ese acertijo, yo nunca lo hubiera adivinado. Del de los cuervos tampoco conozco la respuesta. Sin duda, el Sombrerero es uno de los personajes más fascinantes del cuento, creo que era junto con la Liebre los que celebraban los No Cumpleaños. Nos presentas un relato chispeante y entretenido captando muy bien el espíritu surrealista y fantástico de Alicia. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mery. Al final, el sombrerero parece que estaba más cuerdo de lo que decían. Y además era una buena persona. Espero que algún día nuestra protagonista pueda viajar al país de las maravillas de manos de un buen amigo.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Mery.
ResponderEliminarDesde luego imaginación no te falta para imaginar un relato tan disparatado y alocado. Quizás en algún momento me he perdido por no estar yo predispuesto o atento, pero está en la línea de Alicia.
Ha sido un placer.
¡Hola de nuevo, Merry ++!
ResponderEliminarMe ha gustado tu historia, partiendo del ingenioso acertijo de la novela, que ha generado tantas respuestas por un buen puñado de escritores y que Lewis Carrol pone en boca del loco personaje del Sombrerero, concretamente en escena de la loca hora del té.
En tu versión, se aprecia la analogía entre la novela de Lewis Carroll y tu inspirada escena, aunque en tu historia has optado por cambiar la locura por la cordura del famoso personaje del Sombrerero, para darle un nuevo contenido a la versión oficial, donde Alicia nunca supo de esa conducta tan educada del personaje.
Para terminar, un feliz desenlace donde el lector queda fascinado por el personaje del cuento.
Una vez más te felicito por tu atractivo aporte.
Mucha suerte y bendiciones.
Hola Mery
ResponderEliminarHay elementos en tu cuento que me agradan sobremanera:
La manera que se inserta el personaje fantástico en la realidad es directa, sin la pretensión de justificar con razonamientos lógicos que suelen ensuciar la narrativa. El temple del personaje ante un hecho fantástico al grado de entablar un diálogo socrático con la aparición. La redefinición del carácter del sombrerero, motivado por Alicia aprende la forma de establecer el primero contacto, además le otorgas cualidades de inteligencia porque finalmente realiza la pregunta que deseaba sin aparentar ser “mal educado”. Por último, cuando el sombrero establece que no es necesaria la respuesta aligeras al personaje de esa compulsión a plantear acertijos que se da en muchos de los personajes del cuento de Carroll. Un abrazo.
Hola Mery! Soy Beri. La lectura de tu historia me ha evocado una situación en la que yo mismo he estado inmerso en no pocas ocasiones. Me refiero al hecho de estar en una estación o en cualquier sala de espera, y para escapar del aburrimiento he dejado volar mi imaginación hasta insospechados mundos de fantasía. Tu relato está muy bien escrito y cumple con creces los requisitos de la convocatoria. Mucha suerte y un abrazo.
ResponderEliminarTodos estamos esperando ese agujero en el suelo que nos lleve por nuestros propios devarios o pasiones. La imaginación es tan poderosa que puede proporcionarnos lo que queramos con solo desearlo. Solo nos falta ese agujero para hacerla, de algún modo, palpable a los sentidos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, muy buenos diálogos en total sintonía con la obra de Carrol.
Mucha suerte y un abrazo.
Un texto apoyado en la introspección de la narradora, en primera persona y personaje compartiendo función con el Sombrerero alrededor del clásico conflicto multiresuelto de casi infinitas maneras del cuervo y el escritorio.
ResponderEliminarFunciona porque atrae al lector. Enhorabuena. Gracias
Hola, buen relato lleno de mucha imaginación.Saludos cordiales desde Venezuela.
ResponderEliminarUn relato imaginativo y cargado de surrealismo, que has sabido llevar a los tiempos modernos ambientándolo en una estación de metro. Te vales de uno de los personajes del cuento de Carrol para hilvanar una trama original, llena de acertijos y enigmas. Buen trabajo, Mery. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mery: Hermoso relato que contiene u juego ingenioso y una recreación del Sombrerero; un tipo realme te preocupado por hallar respuestas a los enigmas próximos. Me pareció muy ameno. Buena escritura. Suerte para vos.
ResponderEliminarQué ingeniosa compañera Mery, un encuentro fortuito con alguien que parece a uno de esos personajes entrañables del cuento de Alicia. Ya me estoy imaginando ahí en el metro, y con él, quién mejor para matar el tiempo que el sombrerero, planteando acertijos. Un cuervo y un escritorio. Y en torno a esta pregunta desarrollas la historia. Qué bueno compañera. Un abrazo
ResponderEliminarHola Mery
ResponderEliminarDe verdad una historia encantadora, liviana y de un suave humor (¿inglés?) Así se consideraban en mi juventud esas actitudes como la del Sombrerero: preguntar un sinsentido para no molestar. Encantador. Yo lo querría de amigo. Mucha suerte y un abrazo
ResponderEliminarHola, Merry
Pero qué desbordante imaginación, es precioso tu relato. Me encanto la ambientación de esta versión, es genialisima. Los diálogos muy entretenidos y divertidos con el señor Sombrero.
Te deseo mucha suerte en el Tintero.
Abrazo
Entretenido relato Merry , tiene su punto de gracia las preguntas de tu protagonista y mucha originalidad el lugar donde sitúas la acción.
ResponderEliminarSería un buen amigo ese señor que aparece entre los rieles de metro.
Un abrazo
Puri
Me ha gustado mucho Mery, desborda imaginación y se aprecian las numerosas alusiones al universo de Alicia, sobre todo en la elección del Sombrerero como protagonista. Me ha encantado que hayas dado tu particular visión del enigma.
ResponderEliminarUn abrazo compañera
Y es que los túneles del metro tan desangelados como están, dan para muchas fantásticas apariciones inesperadas como las del sombrerero loco, menos loco de lo que nos estamos volviendo algunos con esto del confinamiento, restricciones e inactividad.
ResponderEliminarmucha fantasía bien relatada.
un abrazo Mery.
Hola, Mery. Ingenioso y divertido relato con la figura del Sombrerero loco como protagonista. Un abrazo y suerte en el Tintero
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