Las ceremonias constituyen representaciones relevantes de las formas y
conceptualizaciones del poder y de los vínculos políticos. La autora analiza
los actos ceremoniales referidos al paseo del real pendón entre 1808-1821 en
Nueva España, en una época de continuidades y rupturas con los inicios de la
época emancipadora y la formación de las nuevas repúblicas. Conceptos como
ceremonia (acto para rendir culto a divinidades, y honor y reverencia a los
profanos), costumbre (continuidad en la realización de una acción, por ejemplo,
las ceremonias), público (tanto población como publicidad) y policía (orden y
urbanidad o buenas costumbres) ayudan a entender el desarrollo de las
ceremonias públicas en el período delimitado (1808-1821) en la región de la
Nueva España (como por ejemplo, en la Ciudad de México). Las costumbres podían
ser inmemoriales de tal manera de ser algo que no podía dejar de hacerse como
se hizo ver para el caso de la fiesta de la conquista para evitar su negación
en los tiempos de la emancipación, igual ocurrió con el manejo del término
policía que se fundamentó en las prácticas y costumbres para lograr su arraigo.
El paseo del real pendón (celebrado hasta 1812) recordaba la conquista y se asociaba a la fundación de las ciudades. En Ciudad de México dicha fiesta se celebraba entre el 12 y 13 de agosto y se celebraba como recordatorio de los mártires caídos en la noche triste del 30 de junio de 1520 y también para celebrar la gloria heroica lograda con la caída de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, por tanto la fiesta conmemoraba dos sucesos totalmente diversos. En Puebla, Guadalajara y Zacatecas se celebraba la fiesta de la conquista de manera similar a la Ciudad de México y por motivos similares particulares de lo acontecido en la historia de la región. El desarrollo del paseo del real pendón estaba contenido en la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias y en cédulas posteriores. El paseo constituía todo un protocolo con la participación de virrey, el alférez real , ministros de la Real Audiencia, oficiales reales y funcionarios de los demás tribunales; la iglesia no participaba. El pendón, que se entregaba al alférez, se paseaba a lo largo de los distintos lugares. Habían ciertas diferencias en los paseos de pendón entre las distintas ciudades, donde se realizaba, de acuerdo a sus características históricas, así, por ejemplo, en Guadalajara el virrey no participaba sino que su lugar era tomado por el gobernador y presidente de la Audiencia. También a lo largo del tiempo se realizaron modificaciones en el desarrollo del recorrido del paseo del pendón, ya sea porque se creó una nueva locación, como en el caso de la catedral en Guadalajara.
En Puebla, por ejemplo, se utilizaron distintas ubicaciones para finalizar el recorrido y para la realización de la misa. Dentro de la gama de diversidades, dos elementos son constantes en el desarrollo protocolar del paseo del pendón: el pendón real como símbolo de la presencia del mismo rey, y el alférez real, como miembro del Ayuntamiento, como portador y conductor del pendón a lo largo del recorrido en recordatorio de la conquista. El Ayuntamiento de México promovió el paseo del real pendón a lo largo de toda la historia colonial de la Nueva España. El alférez real no se consideraba podía ser sustituido por algún otro y así quedó patentado en 1808 cuando el paseo del real pendón y la jura al nuevo rey Fernando VII se celebraron el mismo día, y se quería proponer a otro personaje distinto al alférez para conducir el pendón, lo cual fue rechazado por el Ayuntamiento, pero sobre todo por la simultaneidad de los dos sucesos. La sustitución del alférez real por otro personaje era visto como conflicto de propiedad dado el carácter simbólico del pendón que quería ser tomado por otros miembros del Ayuntamiento. En 1809 se permitió que las parcialidades (apartadas o separadas de la república española y de comunidades indígenas) de Santiago y San Juan participaran en el paso, lo que se permitió en ese año pero se buscó evitar al año siguiente considerando no era “práctica ni costumbre”. Así, el concepto de costumbre fue utilizado por el Ayuntamiento con fines excluyentes, para evitar prácticas que el Ayuntamiento no aprobase.
En esta diatriba, el Ayuntamiento también indica que hace valer sus derechos y los del público, donde el concepto de público es considerado por el Ayuntamiento un elemento primordial del cual es representante, y por tanto al hacer valer sus derechos, consideraba hacía valer los del público. Y el Ayuntamiento consideraba que el paseo del pendón debía ser realizado por los caballeros más notables de la sociedad de la Nueva España, descendientes de conquistadores, con un empleo militar o político; ya que las parcialidades no cumplían con ninguno de esos requisitos no podía participar de la ceremonia del paseo del real pendón. Los defensores de la participación de las parcialidades consideraba que estas ostentaban derechos productos de su ascendencia de los caciques nativos, además de que los indios eran Vasallos del rey y ya para la época eran considerados iguales en derechos a los españoles (esto, por los cambios en el orden político producidos en España y América a raíz de las abdicaciones de Bayona y la usurpación francesa al trono español). En 1811, participaron los gobernadores en el paseo del real pendón, pero en 1812, fue abolida por las Cortes de Cádiz la conmemoración de la fiesta de la conquista con el paseo del real pendón, y el hecho de haberse permitido la participación de los gobernadores de las parcialidades, tuvo que ver con la decisión de la abolición de la ceremonia del paseo del real pendón para la fiesta de la conquista, además de ser una consecuencia de todos los cambios que se produjeron debido a la ruptura del orden colonial.
La declaración de igualdad de los reinos de América con los de España y el deseo de eliminar cualquier reminiscencia al pasado español de América, tenía también un efecto de considerar que el pasado de América era solo colonial y que no hubo una América prehispánica, y que además nunca hubo cierto nivel de igualdad entre el Reino de Indias y el Reino de España (igualdad que sí se dio en la mentalidad americana). Al ser abolido el paseo por el gobierno español, en el gobierno en América, en las instituciones del Ayuntamiento y la Audiencia, se generaron diatribas en cuanto a sí la ceremonia debía eliminarse por completo, o sí sólo cambiaba en algunos aspectos, y al proponer la Audiencia realizar la misa en un lugar distinto a la iglesia de San Hipólito, el Ayuntamiento se negó rotundamente considerando una vez más que ello era contrario a la tradición y las costumbres, pero ya no pensando en la conmemoración de la conquista sino en una visión del Ayuntamiento de considerar a la fiesta como propia, como un símbolo del derecho del Ayuntamiento a gobernar la ciudad.
El paseo del real pendón (celebrado hasta 1812) recordaba la conquista y se asociaba a la fundación de las ciudades. En Ciudad de México dicha fiesta se celebraba entre el 12 y 13 de agosto y se celebraba como recordatorio de los mártires caídos en la noche triste del 30 de junio de 1520 y también para celebrar la gloria heroica lograda con la caída de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, por tanto la fiesta conmemoraba dos sucesos totalmente diversos. En Puebla, Guadalajara y Zacatecas se celebraba la fiesta de la conquista de manera similar a la Ciudad de México y por motivos similares particulares de lo acontecido en la historia de la región. El desarrollo del paseo del real pendón estaba contenido en la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias y en cédulas posteriores. El paseo constituía todo un protocolo con la participación de virrey, el alférez real , ministros de la Real Audiencia, oficiales reales y funcionarios de los demás tribunales; la iglesia no participaba. El pendón, que se entregaba al alférez, se paseaba a lo largo de los distintos lugares. Habían ciertas diferencias en los paseos de pendón entre las distintas ciudades, donde se realizaba, de acuerdo a sus características históricas, así, por ejemplo, en Guadalajara el virrey no participaba sino que su lugar era tomado por el gobernador y presidente de la Audiencia. También a lo largo del tiempo se realizaron modificaciones en el desarrollo del recorrido del paseo del pendón, ya sea porque se creó una nueva locación, como en el caso de la catedral en Guadalajara.
En Puebla, por ejemplo, se utilizaron distintas ubicaciones para finalizar el recorrido y para la realización de la misa. Dentro de la gama de diversidades, dos elementos son constantes en el desarrollo protocolar del paseo del pendón: el pendón real como símbolo de la presencia del mismo rey, y el alférez real, como miembro del Ayuntamiento, como portador y conductor del pendón a lo largo del recorrido en recordatorio de la conquista. El Ayuntamiento de México promovió el paseo del real pendón a lo largo de toda la historia colonial de la Nueva España. El alférez real no se consideraba podía ser sustituido por algún otro y así quedó patentado en 1808 cuando el paseo del real pendón y la jura al nuevo rey Fernando VII se celebraron el mismo día, y se quería proponer a otro personaje distinto al alférez para conducir el pendón, lo cual fue rechazado por el Ayuntamiento, pero sobre todo por la simultaneidad de los dos sucesos. La sustitución del alférez real por otro personaje era visto como conflicto de propiedad dado el carácter simbólico del pendón que quería ser tomado por otros miembros del Ayuntamiento. En 1809 se permitió que las parcialidades (apartadas o separadas de la república española y de comunidades indígenas) de Santiago y San Juan participaran en el paso, lo que se permitió en ese año pero se buscó evitar al año siguiente considerando no era “práctica ni costumbre”. Así, el concepto de costumbre fue utilizado por el Ayuntamiento con fines excluyentes, para evitar prácticas que el Ayuntamiento no aprobase.
En esta diatriba, el Ayuntamiento también indica que hace valer sus derechos y los del público, donde el concepto de público es considerado por el Ayuntamiento un elemento primordial del cual es representante, y por tanto al hacer valer sus derechos, consideraba hacía valer los del público. Y el Ayuntamiento consideraba que el paseo del pendón debía ser realizado por los caballeros más notables de la sociedad de la Nueva España, descendientes de conquistadores, con un empleo militar o político; ya que las parcialidades no cumplían con ninguno de esos requisitos no podía participar de la ceremonia del paseo del real pendón. Los defensores de la participación de las parcialidades consideraba que estas ostentaban derechos productos de su ascendencia de los caciques nativos, además de que los indios eran Vasallos del rey y ya para la época eran considerados iguales en derechos a los españoles (esto, por los cambios en el orden político producidos en España y América a raíz de las abdicaciones de Bayona y la usurpación francesa al trono español). En 1811, participaron los gobernadores en el paseo del real pendón, pero en 1812, fue abolida por las Cortes de Cádiz la conmemoración de la fiesta de la conquista con el paseo del real pendón, y el hecho de haberse permitido la participación de los gobernadores de las parcialidades, tuvo que ver con la decisión de la abolición de la ceremonia del paseo del real pendón para la fiesta de la conquista, además de ser una consecuencia de todos los cambios que se produjeron debido a la ruptura del orden colonial.
La declaración de igualdad de los reinos de América con los de España y el deseo de eliminar cualquier reminiscencia al pasado español de América, tenía también un efecto de considerar que el pasado de América era solo colonial y que no hubo una América prehispánica, y que además nunca hubo cierto nivel de igualdad entre el Reino de Indias y el Reino de España (igualdad que sí se dio en la mentalidad americana). Al ser abolido el paseo por el gobierno español, en el gobierno en América, en las instituciones del Ayuntamiento y la Audiencia, se generaron diatribas en cuanto a sí la ceremonia debía eliminarse por completo, o sí sólo cambiaba en algunos aspectos, y al proponer la Audiencia realizar la misa en un lugar distinto a la iglesia de San Hipólito, el Ayuntamiento se negó rotundamente considerando una vez más que ello era contrario a la tradición y las costumbres, pero ya no pensando en la conmemoración de la conquista sino en una visión del Ayuntamiento de considerar a la fiesta como propia, como un símbolo del derecho del Ayuntamiento a gobernar la ciudad.
Cuando se abolió la
constitución de Cádiz en 1814, por la vuelta de Fernando VII al trono español,
se restableció entonces en 1815 la fiesta del real pendón y hubo diatribas en
cuanto a la forma de realizarla y la pertinencia ya de la misma por parte de
Ayuntamiento perdía su validez, ya que el proceso de emancipación ya hacía
obsoleta la mentalidad del Ayuntamiento de reivindicar ante los peninsulares su
derecho de gobernar la ciudad. La fiesta debido a las distintas
interpretaciones que se le dio en los distintos ámbitos sobrevivió en muchas
ciudades de la ex Nueva España, es decir, de la república naciente mexicana, y
aún impregnada de su connotación relacionada a la conquista y fundación de las
ciudades.
[1] Laura Giraudo. Un monumento a la conquista?. El paseo del real
pendón en la Nueva España: entre vacatio regis e independencia. En:
Fresquet, Irene. Bastillas, cetros y
blasones: La independencia en Iberoamérica. España. Mapfre. 2006. pp. 203-229
Créditos:
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