“La prudencia,
de hecho, dictaminará que los gobiernos establecidos con anterioridad, no sean
cambiados debido a causas insustanciales o transitorias (...) Sin embargo,
cuando una larga sucesión de abusos y de usurpaciones, que buscan
invariablemente el mismo objetivo, evidencia un plan para reducir a un pueblo
bajo el despotismo absoluto, es su legítimo derecho, y su deber, remover tal
gobierno...”.
El texto
referido arriba corresponde a un extracto de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, documento cuyo borrador fue redactado por
Thomas Jefferson, y aprobado el 4 de julio de 1776 por cincuenta y seis (56)
miembros del Congreso continental reunido en Filadelfia desde 1775. En dicho
documento se indicaban “las causas que nos han impulsado a adoptar esta
trascendental resolución”[1](Miller,1963:165)
y es que la Declaración de la Independencia fue la consecuencia de los
resentimientos y “el desencanto [que] se había ido apoderando de las
colonias ”(Miller,1963:153) por las imposiciones de la Corona inglesa la
cual, al culminar la Guerra de los Siete Años en
1763, aunque salió como la vencedora
absoluta ganando territorios importantes a Francia en América[2], por otro lado, perdió muchos recursos económicos y buscó organizar su imperio y
además buscó encontrar nuevas, más seguras y mayores fuentes de provisión
económica por lo que implantó “una política colonial imperialista”
(Adams,1979:21) inédita[3]
en sus colonias continentales en América.
Así, fue una “cólera creciente”(Asimov,1994:1) la que se desencadenó que comenzó por la Proclama de 1763 que establecía una línea que restringía la expansión hacia el oeste de las colonias para evitar las luchas con los indios que pudieran “perjudicar el comercio occidental”(Brinkley,1996:77), pero supeditando la libertad de expansión de las colonias a la administración de la Corona lo cual por supuesto no fue de agrado para los colonos.
Luego, para lograr fondos para incrementar el número
de soldados en el ejército, el terrateniente George Grenville, nombrado jefe
del Gobierno del Rey en 1763, impuso dos decretos que fueron refutados
categóricamente por los colonos: La Ley del Azúcar en 1764 que promovía juicios
por contrabando sin jurados locales y la Ley de la Moneda en el mismo año de
1764 que impedía la emisión de papel moneda a los colonos. Luego, se promulgó
la Ley del Timbre en 1765, que fue, como se diría coloquialmente, la gota que
derramó el vaso, es decir, el punto álgido que colmó la paciencia de los
colonos que lo consideraron un abuso por parte de la Corona y más aun por la
falta de participación de los colonos en el Parlamento[4],
Aunque dicha Ley del Timbre fue derogada en 1766, a partir de ella se
desencadenaron una serie de protestas en contra de cualquier ley y decreto
promulgada por la Corona, y, por otro lado, una imposición cada vez más
estricta de leyes por parte de la Corona, muchas de ellas consideradas como
leyes intolerables[5] por los colonos lo que
llevó a la Guerra de Independencia de Norteamérica inducida por la misma Corona
inglesa cuando en 1775 Jorge III emplazó a los colonos a “someterse o
triunfar”(Guerrero,1998:62). La independencia se declaró al suscribirse el
documento analizado en este ensayo, el día 4 de julio de 1776 y culmina la
Guerra con el reconocimiento de la independencia de los Estados Unidos por
parte del mismo Jorge III al suscribir el Tratado de Versalles en 1783.
En la Declaración de Independencia norteamericana, además de destacarse
prolijamente como las causas de la misma los constantes abusos del rey Jorge
III y su Parlamento, se justificaba la secesión con “categorías del derecho natural racional y se recurría a la libre
posibilidad de desarrollo del individuo para justificar el fin, la forma y la
legitimación del poder político”(Adams,1979:25) toda vez que:
"todos los hombres han sido creados iguales; que han sido dotados por
Creador de ciertos Derechos inalienables; que entre ellos, está la Vida, la
Libertad y la búsqueda de la Felicidad; ... Que
para asegurar estos derechos, se han instituido Gobiernos entre los hombres,
derivándose sus justos poderes del consentimiento otorgado por los gobernados;
... Que cuando una forma de Gobierno ... redunde en perjuicio de estos fines,
es Derecho del pueblo cambiarla o abolirla, y establecer nuevo gobierno"(Miller,1963:165).
En su parte final la
Declaración indica: "Nosotros, representantes de
los Estados Unidos de América, reunidos en Congreso general, apelando al Juez
Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en el nombre y por
la autoridad del buen pueblo de estas colonias, declaramos y publicamos
solemnemente que estas colonias unidas son y han de ser Estados libres e
independientes; que han sido rotos todos los lazos con la Corona británica y
que cualquier conexión política entre ellas y el Estado de Gran Bretaña es, y
debe ser considerado, totalmente disuelto; ...".
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos, sin duda, es uno
de los documentos más revolucionarios de la historia, al considerar la igualdad
de los hombres y la soberanía del pueblo. No obstante, dicha
Declaración exaltó esos elementos pero más que por promover “reformas
sociales”(Adams,1979:26), lo hizo por “la necesidad de justificar la
independencia de un nuevo Estado antes las viejas potencias de Europa” y de
ello da cuentas la historia cuando más bien los Estados Unidos se ha
convertido en una suerte de superpotencia algo arrogante[6]
que en busca de su felicidad, sustentada en su hegemonía, muchas veces, desafortunadamente, tiende a ignorar los derechos
de otros pueblos y no ha promovido de forma congruente la igualdad.
Historiografía
consultada
ADAMS, Willi P., Los Estados Unidos de
América. México, Siglo XXI, 1979
America’s Founding Fathers
National Archives and Records Administration. En: http://www.archives.gov/exhibits/charters/constitution_founding_fathers.html
ASIMOV,
Isaac.
El nacimiento de los Estados Unidos. 1763 –
1816.
Alianza Editorial. 1994.
BRINKLEY, Alan, Historia de Estados Unidos.
México DF., McGraw Hill, 1996.
GUERRERO Y, Cristián; GUERRERO L., Cristián. Breve
historia de los Estados Unidos de América. 1998. Ediciones Universitaria. Consultada en
línea en noviembre de 2009 desde: http://books.google.co.ve/books?id=ldfQ82PUGOEC&printsec=frontcover&source=gbs_navlinks_s#v=onepage&q=&f=false
LARRABEE, Leonard,
ed., Papers of Benjamin Franklin, vol. 5. 1959. pp.
387-92. Consultado
en línea en noviembre de 2009 desde: http://www.constitution.org/bcp/albany.htm
MILLER, William. Historia de los Estados
Unidos. México, Novaro, 1963
TAIBO, Carlos. Guerra entre barbaries. Hegemonía norteamericana, terrorismo de Estado y resistencias.Punto de lectura, Madrid, 2002.
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NOTA: La imagen de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos fue tomada desde:http://enciclopedia.us.es/index.php/Documento:Declaraci%C3%B3n_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos_de_Am%C3%A9rica_(1776) en septiembre de 2014
TAIBO, Carlos. Guerra entre barbaries. Hegemonía norteamericana, terrorismo de Estado y resistencias.Punto de lectura, Madrid, 2002.
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NOTA: La imagen de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos fue tomada desde:http://enciclopedia.us.es/index.php/Documento:Declaraci%C3%B3n_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos_de_Am%C3%A9rica_(1776) en septiembre de 2014
[1] De hecho comenzando el año 1776, en
enero, Thomas Paine escribió su proclama Common Sense, “la proclama más
ardiente de la revolución” donde exhortaba a la lucha por la
independencia(Adams,1979:25). Además, ya desde el 10 de mayo de 1776 varias
colonias, entre ellas Pennsylvania, había creado gobiernos independientes y el
Congreso alentaba a adoptar la independencia a las Colonias que aun no lo había
hecho, cuando el 2 de julio de 1776 “adoptó una resolución: ‘Que estas
Colonias Unidas debería ser, y por derecho son, estados libres e
independientes’”(Brinkley,1996:92). Y además el Congreso abrió el comercio
entre el territorio norteamericano con los demás países.
[2] Con la firma del tratado de paz que
puso fin a la Guerra de los Siete Años(1756-1763), Francia hubo de cederles
todos sus territorios en Norteamérica hasta el Missisipi.
[3] Con algunos antecedentes en leyes
previas como la Ley del Hierro en 1750, ley que personajes como Benjamín
Franklin rechazó y dio cuentas de resentirla con frases como “Una madre
sabia y buena no haría esto”(Miller,1963:152)
[4] Así los colonos refirieron la
conocida frase “No taxation without representation” (Adams,1979:21) [“No impuestos sin
representación”[traducción propia]]
[5] Tal fue
el caso de las Leyes Coercitivas fueron unas leyes promulgadas por la Corona
inglesa a partir de 1773, a raíz de la crisis de la Compañía de las Indias
Orientales, y en dichas leyes la Corona restringía e imponía su control sobre
el comercio en las colonias norteamericanas e incluso llegó a controlar la
ejecución de los Townmeetings o asambleas populares realizadas por los
colonos.
[6] Así, por ejemplo, define Carlos Taibo a la
nación norteamericana, e hila un conjunto de factores que lo fundamentan.
Realizado por: Mery Pérez
Realizado por: Mery Pérez
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