“Es inútil señores, atenuar lo que ocurre. Los caballeros podrán gritar ¡paz, paz!, ¡pero no hay paz! ¡la guerra ha comenzado ya! ¡La próxima tormenta que venga del Norte traerá a nuestros oídos el estrépito de las armas que chocan! ¡Nuestros hermanos ya están en el campo de batalla!. ¿Por qué estamos nosotros aquí tan inactivos?.”
El texto analizado
corresponde a la parte final del discurso pronunciado en fecha 23 de marzo de
1775 por Patrick Henry[1],
en la Iglesia de St. John en Richmond, Virginia -durante la segunda Convención
de Virginia iniciada el 20 de marzo-, discurso conocido en la historiografía
como “Dadme libertad o dadme muerte” toda vez que aunque “Henry's words
were not transcribed, but no one who heard them forgot their eloquence, or
Henry's closing words: "Give me liberty, or give me death!"”[2](Henry,1775).
En dicho discurso el orador se
prolija en mencionar dicotomías
referidas al valor de la libertad, como la de libertad o muerte[3], o la de libertad o esclavitud[4],
destacando la importancia de dicho valor y dando cuentas de la merma en que la
colonia británica -representada por el Parlamento en América- tenía a sus colonias
continentales en América por las recurrentes cargas que ponía a las colonias
mediante distintos decretos y leyes, así se refiere en el discurso de Henry que
“We have petitioned; we have remonstrated; we
have supplicated; we have prostrated ourselves before the throne, and have
implored its interposition to arrest the tyrannical hands of the ministry and
Parliament”[5](Henry,1775)
dando cuentas de la sumisión previa y desgaste al que habían llegado las
colonias en su empresa de lograr obtener un trato más justo por parte del
Parlamento y que ya lo que debían hacer era “fight!
I repeat it,
sir, we must fight! An appeal to arms and to the God of hosts is all that is
left us!”[6](Henry,1775).
Y es que Patrick Henry, ya
incluso en el temprano 1765, fue considerado como un traidor a la Corona al
pronunciar “un dramático discurso]en la Cámara [de los
Burgueses] en
mayo de 1765 y al concluir predijo vagamente que si no se revisaban las
políticas del momento, Jorge III, a semejanza de otros tiranos, podría ser decapitado.” (Brinkley,1996:80). Dicho
discurso fue una consecuencia del descontento que se extremó al promulgarse una
de esas “políticas del momento”, la Ley del Timbre o del Sello (Stamp
Act) por la corona británica sobre sus colonias norteamericanas en fecha “26
de marzo de 1765[7],
la cual dispuso que todos los periódicos, contratos, documentos legales y
juegos de azar, debería llevar una estampilla expedida por los oficiales reales”(Guerrero,1998:54).
Y es que esa ley del timbre, fue el punto álgido que colmó la paciencia de los colonos que lo consideraron
un abuso más[8] por parte de la Corona y
más aun por la falta de participación de los colonos en el Parlamento[9],
y aunque dicha Ley del Timbre fue derogada en 1766, a partir de ella se
desencadenaron una serie de protestas en contra de cualquier ley y decreto
promulgada por la Corona, y, por otro lado, una imposición cada vez más
estricta de leyes y ultimátums –todas refutadas por los colonos
consideradas como leyes intolerables- por parte de la Corona
que llevó a la Guerra de Independencia de Norteamérica que comenzó en 1776
inducida por la misma Corona inglesa desde cuando Jorge III en 1774 emplazó a
los colonos a “someterse o triunfar”(Guerrero,1998:62) –pues las Leyes
Coercitivas[10] iban a ser implantadas
con o sin el favor de los colonos- y que culminó con el reconocimiento de la
independencia de los Estados Unidos por parte del mismo Jorge III al suscribir
el Tratado de Versalles en 1783.
Historiografía
consultada
ADAMS, Willi P., Los Estados Unidos de
América. México, Siglo XXI, 1979
America’s Founding Fathers
National Archives and Records Administration. En: http://www.archives.gov/exhibits/charters/constitution_founding_fathers.html
ASIMOV,
Isaac.
El nacimiento de los Estados Unidos. 1763 –
1816.
Alianza Editorial. 1994.
BRINKLEY, Alan, Historia de Estados Unidos.
México DF., McGraw Hill, 1996
GUERRERO Y, Cristián; GUERRERO L., Cristián. Breve
historia de los Estados Unidos de América. 1998. Ediciones Universitaria. Consultada en
línea en noviembre de 2009 desde: http://books.google.co.ve/books?id=ldfQ82PUGOEC&printsec=frontcover&source=gbs_navlinks_s#v=onepage&q=&f=false
HENRY,
Patrick. Give Me Liberty Or Give Me Death!. (1775) onsultado en línea en noviembre de 2009 desde: Yale
Law School. En: http://avalon.law.yale.edu/18th_century/patrick.asp
Give Me
Liberty Or Give Me Death! onsultado en línea en noviembre de 2009 desde: Colonial
Williamsburg. En: http://www.history.org/almanack/life/politics/giveme.cfm
MILLER, William. Historia de los Estados
Unidos. México, Novaro, 1963
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[1] Patrick Henry (1736-1799) fue un ferviente orador norteamericano que se destacó con sus discursos emancipadores y republicanistas, y además del conocido discurso reseñado en este ensayo “Dadme libertad o dadme muerte”, pronunció muchos otros a lo largo de su vida como representante de la colonia de Virginia de la cual llegó a ser el primer Gobernador luego de la Independencia. Henry siempre fue una de las voces más dominantes y sonoras durante la época colonial norteamericana y la temprana emancipación.
[2] “Las palabras de Henry no fueron transcritas, pero nadie que las escuchó olvidó su elocuencia, o las palabras de cierre de Henry: Dadme libertad o dadme muerte”[traducción propia]
(En: http://www.history.org/almanack/life/politics/giveme.cfm)
[3] Así se refiere en el discurso: “Almighty God! I know not what course others may take; but as for me, give me liberty or give me death!” [“Dios todopoderoso, yo no conozco que curso tomarán los otros, para de mi parte, denme libertad o denme muerte” ] [traducción propia].
[4] También se refiere en el discurso: “For my own part, I consider it as nothing less than a question of freedom or slavery”[“De mi propia parte, lo considero como nada menos que una cuestión de libertad o esclavitud”] [traducción propia] (Henry,1775).
[5] “Hemos solicitado, hemos protestado, hemos suplicado, nos hemos postrado nosotros mismos delante del trono, y e implorado su intervención para detener la mano tiránica del ministerio y el Parlamento” [traducción propia]
[6] “Pelear, repitó, señor, debemos pelear! Un llamado a las armas y al Dios de los ejércitos es todo lo que nos queda!”. De hecho Henry ese mismo día 23 de marzo “presented a proposal to organize a volunteer company of cavalry or infantry in every Virginia county”(En: http://www.history.org/almanack/life/politics/giveme.cfm)[“ presentó una propuesta para organizar una compañía de voluntarios de caballería o infantería en todos los condados de Virginia”[traducción propia]]
[7] Dicha Ley del Timbre “había sido aprobada por la Cámara de los Comunes (27 de febrero) y la de los Lores (8 de marzo), y sus disposiciones debían aplicarse a partir del 7 de noviembre de 1765. La Ley del Timbre concentró toda la oposición colonial a la legislación del Parlamento y fue el símbolo de la opresión británica hacia las colonias continentales”(Guerrero,1998:55).
[8] Estos abusos o imposiciones comenzaron a desarrollarse y acrecentando al culminar la Guerra de los Siete Años en 1963, pues si bien Inglaterra salió como la vencedora absoluta ganando territorios importantes a Francia en América, por otro lado la Corona inglesa perdió muchos recursos económicos y buscó organizar su imperio y además buscó encontrar nuevas, más seguras y mayores fuentes de provisión económica por lo que implantó “una política colonial imperialista” (Adams,1979:21) inédita en sus colonias continentales en América que chocó con la “creciente autonomía económica y política” (Adams,1979:21) de que habían gozado las colonias norteamericanas sobre todo a lo largo del siglo XVIII. Así, fue una “cólera creciente”(Asimov,1994:1) por parte de los colonos y un acrecentamiento de la represión por parte de los colonos, lo que se desencadenó comenzando por la Proclama de 1763 que establecía una línea que restringía la expansión hacia el oeste -más allá de los Apalaches- de las colonias para evitar las luchas con los indios que pudieran “perjudicar el comercio occidental”(Brinkley,1996:77), pero supeditando la libertad de expansión de las colonias a la administración de la Corona lo cual por supuesto no fue de agrado para los colonos; luego para lograr fondos para incrementar el número de soldados en el ejército, el terrateniente George Grenville, nombrado jefe del Gobierno del Rey en 1963, impuso dos decretos que fueron refutados categóricamente por los colonos: La Ley del Azúcar en 1764 que promovía juicios por contrabando sin jurados locales y la Ley de la Moneda en el mismo año de 1764 que impedía la emisión de papel moneda a los colonos.
[9] Así los colonos refirieron la conocida frase “No taxation without representation” (Adams,1979:21) [“No impuestos sin representación”[traducción propia]]
[10] Las Leyes Coercitivas fueron unas leyes promulgadas por la Corona inglesa a partir de 1773, a raíz de la crisis de la Compañía de las Indias Orientales, y en dichas leyes la Corona restringía e imponía su control sobre el comercio en las colonias norteamericanas e incluso llegó a controlar la ejecución de los Townmeetings o asambleas populares realizadas por los colonos.
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