Sobre las divisiones ideológicas a partir de 1811 en Venezuela
Desde el mismo
momento en que se declara la independencia de Venezuela en el proceso de
emancipación, se nota una división en los factores territoriales leyéndose en el Acta de la Declaración de la Independencia
que sólo participaron representantes “de las provincias unidas de Caracas,
Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la
Confederación americana de Venezuela en
el continente meridional…”[1]
notándose la ausencia del resto de las provincias: Coro, Maracaibo y Guayana, mostrándose
así desde la gestación de la
independencia una disgregación política y territorial del pueblo venezolano,
factor este que ha sido uno de los utilizados en la historiografía para indicar
que el proceso de la guerra de independencia inició el proceso de disgregación
social y territorial en Venezuela, que de algún modo ya existía en la sociedad
venezolana en cuanto a los escalafones sociales de castas que originaban una
separación en el día a día del pueblo venezolano.
Refiere Germán Carrera Damas
la tesis de Laureano Vallenilla Lanz de que el proceso de guerra de
independencia fue una guerra civil, e indica Carrera que la guerra civil se iniciaba “por cuanto ahora la cuestión principal a dirimirse no era la
subsistencia del nexo colonial sino el predominio, objetado con lujo de
argumentos históricos, legales y políticos, de una provincia sobre algunas de
sus iguales y sobre ciudades a las que consideraba subordinadas. El que
ciertas, de unas y otras, reconociesen ese predominio, tampoco daba título
suficiente para imponerlo a las que lo rechazaban“[2] y puntualiza Carrera Damas que constituye un
error historiográfico indicar que esa cualidad de la Provincia de Caracas de
dominar tuviese algo que ver con un interés nacionalista.
La República de Venezuela que se constituyó en el Siglo
XIX no logró imponer su autoridad en la totalidad del territorio venezolano,
pues ya desde el 19 de abril de 1810, cuando se estableció una Junta autónoma de gobierno defensora de los derechos de Fernando VII, se notó la división ideológica donde las
provincias de Coro, Maracaibo y Guayana permanecieron fieles a la regencia
española, aunque Fernando VII estuviese ausente, mientras que las demás
provincias rechazaron al nuevo regente español impuesto por Francia.
Factores
de tipo económico, político y social contribuyeron a la disgregación
territorial venezolana en la temprana emancipación. La ruptura de lazos con el
gobierno colonial en Venezuela busca legitimarse, y legitimidad significa según
refiere Graciela Soriano de García Pelayo: “…
el supuesto que hace posible el reconocimiento y la aceptación del ejercicio
del poder en cualquier sociedad. Se fundamenta en unos principios o concepciones
acerca del origen del poder y sus formalidades de transmisión, históricamente
variables, cuyo arraigo en las sociedades los ha llevado a construir verdaderas
“creencias” en el sentido de Ortega”[3],
así como expresa el Acta de
Independencia los patriotas se consideraron legítimos y esbozaron sus razones para
libertar a Venezuela y convertirla en una nación libre sin ofender a Dios sino
más bien cumpliendo con lo que Dios quería para estas tierras, que ya no era la
Monarquía también considerada como de existencia divina que había predominado
por trescientos años pero que para la realidad del momento debía cambiar cono
expresa el Acta de Independencia:
“… y que
como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no depender
de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencias de la tierra el
puesto igual que el SER SUPREMO y la naturaleza nos asignan, y a que nos llama
la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad”[4].
La sociedad venezolana de los siglos XVIII y XIX estaba amoldada a la colonia pues era
una sociedad “implantada colonial” la
cual aceptaba la divinidad del gobierno español, pero los cambios a nivel mundial,
la Ilustración con las nuevas ideas que daban predominio a la razón sobre el espíritu,
que inducían al cuestionamiento y desafío de la autoridad sobre todo la religiosa
predominante para esa época, hace que en un Venezuela de mentalidad colonial se presente una disyuntiva de
difícil resolución en cuanto a la legitimidad de la República y la legitimidad
de la Monarquía.
Así, refiere Graciela Soriano “En aquella peculiar situación revolucionaria, la coexistencia de
legitimidades perceptible en 1812 (orden republicano independiente y orden
español), vino a complicarse de la parte realista, por la situación española,
especialmente por la debilidad manifiesta –ya mencionado- de los gobiernos de la
Junta y de la Regencia, de legitimidad precaria, tanto por el desconocimiento
de las mutuas situaciones, provocado por la tardanza en las comunicaciones, en
una época en la que los ritmos de la historia de ambos hemisferios parecía
haberse acelerado”.
La Monarquía fue legítima en el tiempo que se dio en
Venezuela, pero luego se legitimó la República de Venezuela
constitucionalmente. Se generaron diferencias ideológicas entre los venezolanos en los distintos territorios a partir de la declaración de independencia y así se presentaron divergencias por ejemplo, en el tipo de Estado
que se manejaría en la Venezuela independiente, federales, liberales,
conservadores, republicanos que abogaban por un proyecto nacional no del todo
clarificado pero siempre bajo la consigna libertaria.
[1] Acta de Independencia año 1811. En: Rafael María Baralt. Resumen de la
Historia de Venezuela. París. Garnier. 1841.
p. 79
[2] P. 31-32
[3] Graciela Soriano de
García Pelayo p 104
[4] Acta de Independencia año 1811. En: Rafael María Baralt. Resumen de la
Historia de Venezuela. París. Garnier. 1841.
p. 81
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