"Lo que el hombre es realmente, tiene que serlo idealmente." Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). Filósofo alemán.
Sobre la filosofía de la historia en Hegel
El término filosofía de la historia fue
utilizado por primera vez por el filósofo francés Voltaire en el siglo XVIII,
en su Ensayo sobre las costumbres y el
espíritu de las naciones, y acuñó Voltaire dicho término con el fin de establecer
la distinción entre la historia narrativa -que sólo narraba lo hechos y fechas
en que estos sucedieron- y un nuevo concepto de Historia, que explicase la
razón de los hechos en sí y que, en el caso de Voltaire consideraba que el proceso histórico es obra de la voluntad y la
razón humana antes que resultado de los designios de la providencia como
pregonaba la fe cristiana. Y,
a partir de allí, la filosofía de la historia históricamente busca encontrar en
la interpretación del pasado las posibilidades de un curso racional futuro de
la historia.
El filósofo alemán
Friedrich Hegel otorga como razón de los hechos o de la Historia a la búsqueda
del logro de la libertad al lograr ser el Espíritu en la razón, en la
autoconciencia del Espíritu, el cual se desarrolla a lo largo de la Historia
para lograr el conocimiento de sí, es decir, la autoconciencia. Y el ser del
Espíritu se encuentra desde el comienzo para presentarse como fenómeno en el
fin. Como lo indica Eduardo Vásquez en su texto Dialéctica e Historia, para
Hegel “...la finalidad que han perseguido los hombres con sus acciones y
pensamientos es la realización de la Libertad” (Vásquez,1973:11) y además “...lo que se encuentra al final ya
estaba en el comienzo, pues el final constituye el desarrollo de lo que está
contenido en germen en una etapa anterior”(Vásquez,1973:11).
Y la libertad para Hegel
es igual a la razón, “razón significa libertad”(Vásquez,1973:12).
Más claramente cita Eduardo Vásquez a Hegel: “El fin de la historia
universal es, por lo tanto, que el espíritu llegue a saber lo que es
verdaderamente y haga objetivo este saber, lo realice en un mundo presente, se
produzca a sí mismo objetivamente”(Vásquez,1973:26). En este mismo
orden de ideas, refiere José Rafael Herrera que “La razón del hombre no es
el Summun del saber , la reunión externa, pasiva, esto es: reflexiva, del
conocimiento humano, sino, por el contrario, es el resultado de la reconstrucción
de su historia”(Herrera,2006:105). Esto es, la historia desarrolla
la razón, toda vez que esta última se obtiene de la reconstrucción de la
historia del hombre.
Hegel explica el curso de
la historia universal a partir de la constante oposición dialéctica entre dos
elementos fundamentales: la existencia ideal del fin último del Espíritu y la
existencia real de sus diversas objetivaciones en el mundo. Así, siendo que el
Espíritu debería ser algo inmaterial, se desarrolla en el mundo material y se materializa
o se hace fenómeno en lo sensible con lo que
“...lo espiritual o el pensar, nada son por sí mismos, sino que, para
llegar a ser lo que son, necesitan algo distinto, algo diferente de ellos. El
espíritu nada es sin lo que no es espíritu”(Vásquez,1973:12). ,De
esta manera, el progresivo conocimiento que el Espíritu adquiere de sí mismo
solamente es posible a través del constante enfrentamiento con su negación
dialéctica, esto es, el enfrentamiento con el mundo en donde el Espíritu no se
ha objetivado como absoluto o del todo, toda vez que “El proceso del
desarrollo del espíritu es llegar a ser espíritu absoluto”(Vásquez,1973:30);
así la historia universal será para Hegel el proceso por medio del cual el
Espíritu llega a saber de sí lo que es: “El fin de la historia universal es,
por lo tanto, que el espíritu llegue a saber lo que es verdaderamente y haga
objetivo este saber, lo realice en un mundo presente, se produzca a sí mismo
objetivamente”(Vásquez,1973:26).
El
Espíritu hegeliano viene a sustituir el Dios de la teología, por tanto, el Espíritu, como el Dios
teológico, define el devenir de la humanidad, por lo que, como se mencionó
previamente, justamente el devenir o la historia se dirige al conocimiento del
Espíritu de lo que él es verdaderamente. No obstante, la filosofía de la
historia de Hegel es también dialéctica, pues es a la vez teísmo – con el
Espíritu como Dios- y ateísmo pues su Dios es material, y en este sentido como
concluyó Feuerbach: “La materia, por
cierto, está puesta en Dios, vale decir, está puesta como Dios y poner a la
materia como Dios equivale a decir: no hay Dios; equivale por tanto a suprimir
(aufheben) la teología y reconocer la verdad del materialismo”(Vásquez,1973:29)
y así, entonces, una vez más dialécticamente “El espíritu sólo adquiere
verdad y realidad en la alteridad. Su exteriorización y enajenación, es a la
vez su pérdida en la alteridad y su realización. La enajenación del espíritu,
la posición de sí mismo como alteridad, es negación del espíritu como realidad
abstracta.”(Vásquez,1973:29).
El
conocimiento progresivo del Espíritu acerca de sí mismo, su autoconciencia,
implica, necesariamente, el conocimiento progresivo de su libertad inherente.
Siendo así, al desarrollarse a lo largo de la historia, el Espíritu está cada
vez más consciente de que es libre; y más aún, el Espíritu procura que todo
cuanto sabe de sí, se realice. Por ello, el continuo conocimiento de sí mismo
implica, para el Espíritu, no una mera abstracción históricamente estéril, sino
la profunda necesidad de concretarse gradualmente en la historia universal.
Para Hegel, el Espíritu no puede ir en contra del proceso de progresiva
objetivación, y asumir que el Espíritu progresa indefectiblemente en su
autoconocimiento o autoconciencia y en su realización histórica, equivale a
asumir que la libertad que lo compone esencialmente, al adquirir mayor
conciencia de sí misma, se hace cada vez más patente en la historia universal.
Por lo tanto, la libertad infinita del Espíritu ha de ir haciéndose más consciente
de sí misma y, paralelamente, más real, al ir la historia desarrollándose: “El
Espíritu es histórico. Su historicidad se cumple en el tiempo y se cumple
alienándose: “... la historia es el devenir que sabe, el devenir que se
mediatiza a sí mismo – el espíritu enajenado en el tiempo”” (Vásquez,1973:39).
Así: “La alineación del Espíritu en el tiempo se verifica exteriorizándose y
la objetivación es alineación. De la objetivación y alineación del Espíritu en
el tiempo surgen los distintos mundos históricos, las distintas figuras y
configuraciones (Gestalt) del Espíritu, las cuales constituyen el devenir del
Espíritu o el llegar a ser lo que él es desde el comienzo”
(Vásquez,1973:39-40). El desarrolla de la historia constituye “el camino
del dramático y desmitificador traspaso de las diferentes posiciones del saber
aparente, que se delatan en su deficiencia e incapacidad para la verdad, que
van pereciendo para dar comienzo a nuevas formas y figuras, siempre nuevas y
siempre viejas. Este es, para Hegel, el transcurrir de la experiencia que la
conciencia, que experimenta sobre sus propios pasos, lleva a cabo, cabe decir:
que va sometiendo a prueba, verificando, falseando, en medio de su absoluto
devenir: en devenir de la verdad que le es inmanente al saber, precisamente
porque “este camino hacia la ciencia es ya, él mismo, la ciencia””(Herrera,2006:110)
Se evidencia en Hegel que la
razón no constituye sólo un instrumento de investigación para el sujeto, sino
que la realidad misma es razón desarrollándose a través del espacio y el
tiempo, esto es, en la Historia. Hegel proclama una concepción discursiva de la
verdad. La verdad no puede ser nunca algo inmediato, revelado totalmente aquí y
ahora, sino que tiene que ser entendida como proceso. Es acumulación de experiencia,
y no vivencia instantánea y aislada, es integración sucesiva y dialéctica con
el cosmos que le rodea. La verdad concreta del aquí y el ahora es para Hegel
algo abstracto e incompleto, pero debemos “ser capaces de reconstruir
nuestro pasado y de someterlo a una profunda y desprejuiciada reconsideración
crítica e histórica”(Herrera:2006,112). Conocimiento es totalidad, y
la totalidad se revela como proceso en el tiempo, como devenir, ya que “la
realidad se construye como resultado de la actividad, de la confrontación, de
la lucha, por la conquista del reconocimiento” (Herrera:2006,113).
El Espíritu tiene que desarrollarse a lo largo de la historia, como lo deja
claro Hegel,: “”La meta, el saber absoluto o el Espíritu que se sabe
a sí mismo como espíritu, tiene como su camino el recuerdo de los espíritus
como son en ellos mismos y como llevan a cabo la organización de su reino. Su
conservación, vista por el lado de su existencia sensible libre, que aparece en
la forma de la contingencia, es la historia; pero vista por el lado de su
organización conceptual es la ciencia del saber que aparece; ambos
conjuntamente, la historia concebida, forman el recuerdo y el calvario del
Espíritu absoluto, la realidad, la verdad y la certeza de su trono, sin el cual
el Espíritu absoluto sería la soledad sin vida”” (Vásquez:1973,42).
Para Hegel lo verdadero es el todo y el todo, lo
absoluto, es resultado, esto es, devenir. Por otro lado, el todo o lo absoluto
no puede ser sino sujeto, esto es, sustancia espiritual, porque lo que existe
en devenir es idea orientada hacia un fin y esto es ya conciencia o una forma
de conciencia, tanto más que el resultado, el fin, no es sino el comienzo que
vuelve sobre sí mismo, y lo que vuelve sobre sí mismo es espíritu: “El
Espíritu se niega a sí mismo afirmándose en la alteridad (mundo sensible). Esta
afirmación es una negación que conserva lo negado. La negación a su vez tiene
que ser negada: negación de la negación. Sólo esta segunda negación es la
verdad del Espíritu”(Vásquez:1973,40).
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
José Rafael Herrera. Tres consideraciones sobre el sentido histórico de la Fenomenología de Espíritu de Hegel. En: Apuntes filosóficos. Revista Semestral No. 29. Venezuela. Escuela de Filosofía UCV. 2006. pp. 99-119.
VÁSQUEZ, Eduardo. Dialéctica
e Historia. Caracas . FHE. 1973. p. 46.
photo credit: Accidental Hedonist via photopin cc
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