“Si se notan úlceras no son del espejo ni es en él donde deben curarse, […] sino en la sociedad”[3]
Antonio Leocadio Guzmán
El
fascismo: fenómeno característico de la aciaga era de las catástrofes[1]
del siglo XX
Fasces: “El temor contribuye al honor”(J. Boschius, 1702)[2]
|
Introducción y justificación
El objetivo del presente
trabajo de investigación consiste en delimitar las características y analizar
las razones por las cuales en la Europa de los inicios del siglo XX se
desarrolló y logró triunfar temporalmente en el ámbito político la ideología
fascista –que surgió como alternativa al capitalismo liberal y al socialismo-,
siendo que constituyó una ideología extremista que fomentó la violencia, la
intolerancia y la negación del otro, y verificar que el triunfo y consolidación
de dicha ideología da cuentas de una cualidad que, desafortunadamente, se ha
dado en la sociedad de la modernidad que es la negación de la alteridad
por el beneficio propio y la defensa de la identidad mediante una ideología
radical, ya que, como refiere Huntington “[p]ara los pueblos que
buscan su identidad y reinventan la etnicidad, los enemigos son esenciales,”(Huntington,1997:20),
por lo que el otro se convierte en el enemigo, tal como en los regímenes
fascistas se convirtieron en enemigos todos los que no apoyaron dicha ideología
y todo aquel que así decidieron los fascistas en discriminar.
Además se ofrecen en este
análisis las aristas de las distintas visiones que se tienen del fascismo y se
tratan de delimitar las características de dicha ideología, toda vez que en la
historiografía y en el discurso político sobre todo –pero no únicamente- de la
izquierda, muchas veces se ha dado un “uso inflacionario”[4]
del término fascismo generando confusión en cuanto a cuáles han sido o no
regímenes fascistas.
Finalmente,
se busca con este ensayo hacer un aporte para alertar sobre el poder que
ideologías como el fascismo logran ejercer sobre las masas dejando terribles
huellas en la historia de la humanidad, para que las sociedades estén en
conocimiento de ello y se evite que ideologías de corte fascista logren
arraigar de nuevo en la sociedad.
Contexto
histórico, terminología y orígenes del fascismo
El fascismo surge como movimiento
revolucionario político de derecha[5]
y se vio impulsado por el rechazo que se desarrolló en las primeras décadas del siglo XX hacia la
Ilustración y hacia los valores liberales de la civilización del siglo XIX,
motivado dicho rechazo –desarrollado particularmente por las naciones más
afectadas[6]-
por los problemas económicos, políticos y sociales generados en la sociedad
liberal imperante, y el cual se agudizó a partir del fin de la Primera Guerra
Mundial (1918)[7] y más
aún con la firma del Tratado de Versalles en junio de 1919[8],
año en el cual nace el fascismo como alternativa al proyecto democrático
liberal de Occidente con el supuesto objetivo de desarrollar un orden social
fuerte al generar soluciones más allá de las propuestas del liberalismo dominante
-y el comunismo/socialismo[9]
emergente-.
El fascismo surge tras la
primera guerra mundial, en medio de un escenario de crisis económicas, sociales
y políticas, deslindándose desde su nacimiento tanto del capitalismo como del
socialismo, y promoviendo un proyecto corporativista estatal y una nueva
ideología nacionalista, autoritaria, totalitarista, ultranacionalista,
anticomunista y fundamentada en un líder mesiánico idolatrado por las masas,
ideología que se desarrolló en mayor o menor grado por gran parte de Europa e
incluso fuera de Europa[10],
y tuvo como representantes más característicos al fascismo italiano de Benito
Mussolini, su fundador, y al nacionalsocialismo -nazismo- alemán del infame
Adolfo Hitler, de hecho, Alemania como régimen de ideas fascistas es el que
mayor influencia tuvo y el que desarrolló un carácter totalitario racista
radical contra todo lo no ario en su visión mítica de ser la raza perfecta.
El fascismo se extendió por
gran parte de Europa entre los años 20’s y 30’s del siglo XX e incluso se
desarrolló fuera de las fronteras europeas, en países como Japón[11],
con especificidades propias de cada nación y fue “refinándose” en su carácter
tiránico, totalitario y negador del otro. Aún en nuestros días perviven focos
neofascistas en distintas partes del mundo incluida América Latina.
El término fascismo proviene
de la palabra latina Fasces y alude a los haces de varas que unos funcionarios
-llamados lictores- portaban en la antigua Roma precediendo a figuras de poder,
siendo dichos haces símbolos de ese poderío[12].
El uso de símbolos de identidad resulta característico de los regímenes
fascistas, como ejemplo paradigmático se tiene la esvástica nazi cuyo origen no
tiene nada que ver con la connotación negativa que le otorga su uso por parte
de los nazis como símbolo del Tercer Reich[13].
El fascismo es fundado en
1919 por el político italiano Benito Mussolini[14],
como movimiento heredero de previos grupos italianos llamados Fasci di
azione revoluzionaria[15]
que apoyaban la entrada en Italia en el conflicto de la primera guerra mundial
y la lucha contra el comunismo, emergiendo como una nueva ideología deslindada
de las existentes, de carácter totalitario y nacionalista promoviendo la
identidad de grupo por todos los medios –incluidos, y sobre todo, los
violentos-. El fascismo se funda como partido en 1921, y asciende al poder a
través del Benito Mussolini –il Duce- en 1922, quien es nombrado primer
ministro por el rey Víctor Manuel III.
A finales del siglo XIX,
existían en Italia, algunas organizaciones denominadas Fasci (en español
Fascios), de las cuales la más importante era el Fasci Siciliani (1895-1896).
Esas organizaciones no tenían una ideología uniforme aunque predominaban los
componentes nacionalistas y revolucionarios. Al comienzo de la Primera Guerra
Mundial se crearon los Fasci di azione revoluzionaria internacionalista, en
reinvindicación de la entrada de Italia en el conflicto bélico, y
posteriormente se fusionó con el Fasci Autonomi di azione revoluzionaria
dirigidos ya por Benito Mussolini y denominándose Fasci di Milán. Luego de finalizada la Primera Guerra
Mundial, en 1919 se crea el Estado independiente del Fiume por el poeta D’Annuzio y se crea de
la Constitución de dicho Estado, como precedentes del fascismo[16].
Mussolini, aprovechando la debilidad del gobierno y la pobreza italiana refunda
los Fasci de Milán, como los Fasci di Combattimento. Ante el temor ante una
revolución similar a la rusa, la clase media y la alta burguesía italiana vio
en los fascistas la mejor arma para desarticular los movimientos obreros
organizados –pues el fascismo era anticomunista-, surgiendo así el grupo
paramilitar “Los Camisas Negras”.
En 1921 se convierte en el Partido
Nacional Fascista (P.N.F) caracterizado por su oposición al liberalismo y al
comunismo. Un año más tarde, en 1922, en
la “Marcha sobre Roma”, Mussolini obligó al rey de Italia, Víctor Manuel III, a
entregarle el poder como primer ministro, conociéndose en lo sucesivo a
Mussolini como Il Duce[17].
En el caso del fascismo alemán o nazismo el ascenso al poder por parte del
partido nazi en 1933 es producto de las carencias existentes en la república de
Weimar paralizada y la torpeza de los políticos como Franz Von Papen que se
dejaron guiar y confundir por los mecanismos utilizados por Adolfo Hitler[18].
El contexto en el cual surge
el fascismo se compone de un proletariado con elevados índices de desocupación
y la molestia de los excombatientes de la Primera Guerra Mundial, y un gobierno
liberal italiano corrompido; las condiciones económicas que surgieron como
consecuencia de la guerra crearon dos fenómenos paralelos: una industria pesada
que se beneficio con la guerra al punto de asfixiar a las medianas y pequeñas
empresas favoreciendo la concentración de capitales en las manos de los banqueros
y grandes industrias como las automotrices, que se desarrollaron con gran auge
en los inicios del siglo XX, con la
ayuda de la producción en masa del Taylor-Fordismo[19].
Esto trajo como consecuencia el nacimiento de una nueva clase dirigencial
compuesta por un selecto grupo de grandes empresarios llamada a reemplazar a la
antigua y desacreditada clase de dirigentes políticos; esta nueva clase de
dirigentes encuentra en el fascismo su mayor aliado de la misma forma en que
después en el fascismo alemán o nacionalsocialismo los industriales alemanas se
sustentaría en la ideología nazi para consolidar sus imperios económicos[20].
La crisis financiera que se
dio a partir de 1929 por la caída en el mercado de valores de Estados Unidos y el
largo proceso de superación de la misma debido al compromiso sostenido de los
países industrializados con los postulados de la economía liberal clásica[21],
incrementó el rechazo hacia el liberalismo por parte de los países más
afectados e impulsó la búsqueda de nuevos mecanismos para abordar la economía y
el desarrollo social, lo que contribuyó a fortalecer más, en el ámbito político
y social, el apoyo hacia movimientos como los fascistas italianos y los nazis, cuyos ascensos al
poder con el apoyo popular dieron cuenta de una característica que se ha dado
en la modernidad occidental: el problema de la negación de la alteridad por el
beneficio propio y la defensa de la identidad mediante una ideología radical.
El período de gran recesión
económica conocido en la historiografía como la Gran Depresión se desarrolló
entre 1929 y 1933 y mermó las finanzas de las mayores economías del mundo, como
Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y tuvo como detonante definitivo la toma
de la decisión por parte de los Estados Unidos de favorecer su economía interna
aumentando los tipos de interés –para frenar la especulación en el mercado de
valores estadounidense- en detrimento de
la ya deteriorada economía europea y mundial que venía en un descenso acentuado
en 1928. Así, al generarse un comportamiento especulativo en el mercado de
valores, la Reserva Federal estadounidense ante la disyuntiva de si aumentar
los tipos de interés para reducir el dinero en el mercado de valores nacional y
el endeudamiento interno, y promover la inversión extranjera –en detrimento de
la economía exterior- o mantener los tipos de interés y no frenar el
crecimiento de la burbuja en el mercado de valores, se decantó por el bienestar
interno, aumentando los tipos de interés, lo que aceleró la recesión a nivel
internacional y también generó el declive en el mercado estadounidense lo que
llevó a una grave recesión a nivel global que se extendió hasta el año 1934.
La
Reserva Federal de los Estados Unidos
elevó los tipos de interés para disuadir a los inversores de seguir especulando
en el mercado de valores pero esto generó la pérdida de todo lo ganado en el
mercado de valores y el descenso de la producción y ventas en los otros
mercados estadounidenses. Por otro lado, el descenso de la demanda del mercado
estadounidense y europeo y la baja de precios afectó directa y fuertemente a
los países productores de materia prima, en su mayoría países latinoamericanos
y Canadá[22].
Las
decisiones y opciones manejadas entre los países industriales y los países
productores de materias no fueron las mismas, ya que los países
industrializados optaron por confiar en el postulado de autorregulación del
mercado de la escuela económica clásica –fomentando políticas deflacionarias y
liquidacionistas dentro de un ambiente de mayor rigidez de los precios y
salarios-, mientras que los productores de materias primas se cuestionaron las
regulaciones del patrón oro. Los países con economías pequeñas y productores de
materias primas que se vieron inmediatamente afectados por la crisis en el
mercado norteamericano a partir de 1929 por la reducción en la demanda,
tempranamente se deslindaron del patrón oro buscando resguardar su economía interna al devaluar, bajar los precios y
fomentar las exportaciones. Así, en 1931, Inglaterra se
deslindó del patrón oro. Para 1932 sólo Estados Unidos y algunos países de
Europa (Francia, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Italia y los Países Bajos) se mantenían bajo el patrón oro. El fascismo
en Italia, que había llegado al
poder en 1922, se radicaliza aún más promoviendo en definitiva la autarquía, aunque fue
del grupo que junto a Estados Unidos se mantuvo dentro del patrón oro, hasta
que ya no fue más soportable y todos los países tuvieron que romper
temporalmente con dicho patrón para poder superar la Depresión, y así, Estados Unidos decide en abril de 1933 deslindarse del patrón
oro, logrando elevar la oferta monetaria, aumentar los precios y poner de nuevo
en marcha la economía estadounidense, contribuyendo directamente a poner en
marcha la economía a nivel global.
La
economía de Alemania comenzó a deteriorarse después de la
primera guerra mundial con las imposiciones del Tratado de Versalles, en 1923
sufrió una extrema devaluación de la moneda, con la crisis de 1929 se vio inmediatamente
afectada pues dependía ampliamente del capital extranjero que dejó de
recibir, por lo que buscó deslindarse por completo de las ideas de la economía
liberal, promoviendo la autarquía mediante la separación por la fuerza del
resto del mundo. En 1931, Alemania abandonó el patrón oro y promovió su
economía interna.
El movimiento nazi que
comenzó su auge a partir de los años 20 del siglo XX, llegó al poder en Alemania en 1933 y se valió tanto de las
regulaciones impuestas a ese país por el Tratado de Versalles al finalizar la primera
guerra mundial como de los estragos de la Gran Depresión para ganar el favor
del pueblo alemán y de gran parte de Europa, triunfando un régimen totalitario,
de la mano de su máximo líder, Adolfo Hitler, que fomentó el imperialismo, la
violencia y la discriminación racial y que desembocó en una de las
mayores –si no la mayor- barbaries de la historia de la humanidad, la segunda
guerra mundial (1939-1945). Adolfo Hitler como líder mesiánico de los
alemanes, colocó al pueblo alemán como víctima y merecedor de buscar la
venganza, fomentando el descrédito y el exterminio del otro, como requisito para lograr
el progreso y el ideal de identidad alemán, así, el antisemitismo
alemán, por ejemplo, se fundamentó particularmente en el rechazo hacia los
judíos por considerarlos una raza inferior y mala, como unos de los mayores
culpables de la pobreza reinante a la sazón en el pueblo alemán, al
considerarlos extranjeros que restaban oportunidades económicas a los alemanes.
Dicho antisemitismo desembocó en el Holocausto, uno de los tantos terribles
hechos de la barbarie que constituyó la segunda guerra mundial.
Características
del fascismo
El término fascismo “tiene
la desventaja de que es nombre y concepto a la vez, pero tiene la
particularidad de no señalar ningún contenido concreto y no comportar como la
denominación alemana nacionalsocialismo, una reinvindicación injustificable”(Nolte,1967:15), y
aunado al hecho que Mussolini como fundador del fascismo – y no menos Hitler,
con su odio y resentimiento social arraigado- “[s]e dedica entonces a hacer ‘filosofía’ de pacotilla, y
a hurgar en el fondo del cajón de los tópicos, lanzándolos luego con un aire de
suficiencia y de desafío en el que se refleja la doble faz de M. Jourdain y de
Eróstrato”[23](Tasca,1967:30)
se generan inconvenientes teóricos cuando se quieren establecer las
características del fascismo y distinguirlo de otras posibles ideologías, cosa
que sobre todo hoy día ocurre con frecuencia al dar un uso inflacionario
al término. Sin embargo a continuación,
en base a la historiografía consultada, se ofrecen las características que
definen al fascismo como movimiento e ideología política.
El fascismo es una ideología
fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominada corporativismo –que
viene de cuerpo, referente al cuerpo social y así las corporaciones promovidas
por el fascismo-. Por ello exalta la idea de nación, por encima de la de
individuo o clase; elimina la discrepancia política y la restringe a la
existencia de un partido único y elimina el apoyo a los localismos, a favor de
del centralismo. El fascismo propone
como ideal la fundación o construcción de una sociedad utópica perfecta
denominada cuerpo social a partir de la hegemonía de las élites (oligarquías
patronales sindicales, burocráticas, militares, religiosas, todas unificadas
por un gobierno), a las que deberían obedecer y seguir las masas (idealizadas
como protagonistas del régimen legitimándolo), para formar una sólo entidad u
órgano socio-espiritual, la ideología fascista promovía la idea de “remodelar
radicalmente la estructura social y al hombre mismo, en tanto que heredero de
una cultura racionalista y humanitaria repudiada con ferocidad por un mito de
violencia”(Romero,2003:18). Además, el
fascismo utiliza hábilmente los medios de comunicación y el carisma de un líder
dictatorial en el que se concentra todo el poder con el propósito de conducir
en unidad al denominado cuerpo social de la nación.
Más allá del
uso inflacionario que se le pueda dar al término, las diferencias de planteamientos
ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de los regímenes fascistas
son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania nazi o
nacionalsocialismo, añade un importante componente racista[24]
que sólo es aceptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el
fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes.
El fascismo fundado por el Duce
se propone la fundación de un estado corporativista, donde toda el quehacer de
la sociedad y los intereses individuales quedan sujetos al Estado según la
máxima propuesta por él: “Todo
en el Estado, nada fuera del Estado,
nada contra el Estado”[25],
porque si bien el fascismo busca y logra atraer grandes masas para
fundamentarse, ellas se ven supeditadas al Estado y no al contrario,
reduciéndose y degenerándose la Voluntad General –definida por Rousseau- de las
masas a la voluntad del Estado en la persona del líder, sea Duce o Führer, como
el pastor superior de las primeras sociedades mencionadas por Jean Jacques
Rousseau donde “...un pastor es de naturaleza superior a la de su rebaño”(Rousseau,1999:30),
dando cuentas del carácter retrógrado de la ideología fascista.
El fascismo se caracteriza
por su método de análisis o estrategias de difusión de juzgar sistemáticamente
a la gente no por su responsabilidad personal, sino por la pertenencia al
grupo. Aprovecha demagógicamente los
sentimientos de miedo y frustración colectiva para exarcerbarlos mediante la
violencia, la represión y la propaganda, constituyendo una ideología “que
educa la mentalidad de millones de individuos procedentes, en particular, de la
pequeña burguesía”[26](Macciocchi,1978:19),
pequeña burguesía que era una de las más afectadas por los problemas económicos
generados en la creciente sociedad de grandes empresas industriales
desarrolladas en las primeras décadas del siglo XX. Así, exarcerbando esos
sentimientos los desplaza contra un enemigo común[27] (real o imaginario, interior o exterior) que
actúa como chivo expiatorio, frente al cual volcar toda la agresividad de forma
irreflexiva, logrando la unidad o adhesión -voluntaria o por la fuerza- de la
población.
La desinformación, la
manipulación del sistema educativo y un gran número de mecanismos de
encuadramiento social vician y desvirtúan la voluntad general hasta desarrollar
materialmente un gobierno de la muchedumbre u ocloracia que se constituye en
una fuente esencia de carisma del liderazgo y en consecuencia en una fuente
principal de la legitimidad del caudillo o líder mesiánico.
El fascismo
es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del
irredentismo territorial y el imperialismo que ya había sido experimentado por
el nacionalismo del siglo XIX[28].
De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo exarcerbado que identifica tierra,
pueblo y estado con el partido y su líder.
El
fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento
unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica,
promoviendo la movilización de masas por medio de la identificación de las
reinvindicaciones sociales con las reinvindicaciones nacionales.
Totalitarismo
En
los regímenes fascistas el Estado
interviene en todos los ámbitos de la vida, arrebatando a los individuos su
libertad, controlando la actividad política privada, económica, educativa y
comunicacional.
Las
personas existen en tanto existe el Estado y quedan subordinadas a las
necesidades de éste último[29];
de este modo, se invirtieron los fundamentos del Estado liberal cuyo poder
emanaba de las personas. El estado fascista se fundamenta en la fuerza de un
líder en la jerarquía, no de los votantes; ejerce un absoluto control de la
sociedad. La división de poderes deja de funcionar y el ejecutivo se apropia de
las funciones de los otros.
El partido oficial fue la única
organización política permitida, a través de él se fiscalizó y reguló la
acción.
Antiliberalismo y anticapitalismo
Las ideología fascistas tildaron al liberalismo de ser una
ideología débil, incapaz de frenar el auge del comunismo e ineficaz para
mantener el rumbo de una economía sometida a la crisis. La democracia y el sufragio universal son
considerados por el fascismo como métodos artificiales para igualar la natural
desigualdad entre los hombres; la libertad encarnada en los derechos de
expresión, asociación o reunión se contempló con desdén. Intelectuales y
artistas fueron hostigados cuando no se ajustaban a los cauces establecidos por
el Estado fascista.
Los partidos políticos fueron
considerados instrumentos de desmembración social y, en aquellos países donde
el fascismo alcanzó el poder, fueron ilegalizados y perseguidos; la unidad del
Estado se considera sagrada y para preservarla se confia en la acción de un
único partido bajo el liderazgo de un jefe o caudillo.
Ultranacionalismo e imperialismo
Los fascistas ambicionaban alcanzar
la unidad y la identidad nacional, desde una visión conservadora, excluyendo y
hostigando a quienes pusiesen en peligro
tal aspiración, ya fuesen de dentro o fuera de la nación. Aquellos elementos
considerados como minorías raciales (judíos, gitanos, etc.) eran atacadas. Hubo
casos en los que el sentimiento a lo nacional fue alentado y utilizado como
arma política contra otros estados, creando un ambiente de xenofobia, rencor e
intransigencia que originó tensiones y conflictos. En el año de 1838, Hitler
anexiona Austria al Tercer Reich, y parte de la población austriaca de habla y
cultura germana vieron con agrado esta acción que había sido prohibida por las
potencias vencederas tras la Primera Guerra Mundial y que formaba parte de las
reinvindicaciones nacionalistas de Alemania.
Para condicionar a las masas en
torno a la idea de una patria común, se manipuló a conveniencia la historia.
Por ejemplo, Mussolini volvió a la antigua Roma, tratando de evocar la grandeza
del imperio romano e identificando la Italia fascista con él. Consideró “Mare Nostro” al Mar Adriático, al
modo en que los romanos distinguieron al Mediterráneo. Además, Mussolini creó
un imperio que hasta 1941 tuvo posesiones en África (Somalia, Etiopía, Libia).
Liderazgo
Los
gobiernos fascistas trataron de conseguir la armonia social bajo la benefactora
y mesiánica acción de un jefe (Duce, Führer), promoviendo que sin el liderazgo
del caudillo o jefe se desembocaría en el desgobierno y el caos. Para llevar a
cabo su misión, el jefe se rodea de una élite supuestamente competente,
preparada y portadora de la razón y la verdad.
El líder o jefe debía estar dotado
de un carisma especial que lo distinguiese del resto de los mortales, de ese
modo se evitaba el problema que padecían las sociedades democráticas, acosadas
por el fantasma de la desintegración partidista. Ante el líder sólo se
expresaba una fe ciega mediante el culto a la personalidad. Además de su papel
de dirigente, la misión del líder era servir de guía al pueblo, ejerciendo
sobre él una labor benefactora y paternal. La propaganda se encargó de
glorificar insistentemente ese papel, haciendo uso de todos los medios a su
alcance como la radio cuyas ondas llegaban fácilmente a los lugares más
recónditos ya que se encontraba presente a la sazón en la mayoría de los
hogares.
Autoritarismo y militarismo
El fascismo concibe a la sociedad como si de una
organización militar se tratara, se debe formar un solo cuerpo perfectamente vertebrado,
en él cada persona ocupa su correspondiente lugar y desarrolla su función, no
había cabida para las discrepancias, cuestionamientos o desunión. Como en
cualquier ejército, la autoridad, la autoridad, disciplina y la fuerza se
imponen a la igualdad, libertad y pacifismo. La destrucción de todo aquello que
contraviene esos principio se lleva a cabo mediante el empleo de la violencia.
Para ello se contaba con el concurso de las fuerzas de carácter paramilitar
como las SS de los nazis y los camisas negros italianos, que junto a los
cuerpos regulares de la policía y otros de carácter especial (v.g., GESTAPO
alemana), se convierten en los encargados de eliminar los elementos hostiles al
régimen. El fascismo potencia el poder de las fuerzas armadas como esenciales
para llevar a cabo los planes de expansión territorial que permiten ensanchar
el espacio vital del pueblo y vengar los agravios históricos sufridos.
En Alemania, la teoría imperialista
de ensanchar el espacio vital se llevó a cabo a partir de 1938 con la anexión
de Austria, Checoslovaquia y Polonia. El
fascismo desarrolló una escenografía para exaltar y glorificar los valores
militares, transmitiendo a la sociedad un sentido guerrero de la vida. A través
de gigantescos y pomposos desfiles, fueron congregadas multitudes con el fin de fomentar el
patriotismo. Los niños y jóvenes reciben una educación basada en valores
castrenses, proliferando el uso de uniformes de carácter pseudo-militar como la
camisa negra en Italia, y la camisa parda en Alemania, además de gestos y
actitudes militares como los saludos fascistas.
Racismo y xenofobia
Todo aquello que el fascismo
interpretó que podía descomponer la sociedad uniforme y rígidamente
estructurada, fue perseguido, ocurriendo así con las minorías raciales (judíos,
esclavos, gitanos). En la Alemania nazi,
estos grupos fueron principalmente aislados para evitar que contaminasen a los
ciudadanos “normales”, más tarde se procedió a eliminarlos desde una visión que
perseguía contribuir a la idea eugenésica de mejorar la raza aria, considerada
como superior e identificada con el pueblo alemán y única con derecho a
perpetuarse. De hecho, el producir bebés arios era muy bien visto por el
régimen de Hitler y los ciudadanos debían dar pruebas de su ascendencia aria de
varias generaciones atrás.
Otros pueblos racialmente impuros fueron objeto de
desprecio y persecuciones, y en cualquier caso, puestos al servicio de los
intereses de esa raza superior. Tras esos planteamientos subyacía un darwinismo
racial que enfatizaba de manera pseudo-científica la desigualdad cultural
racial y étnica de la humanidad, estableciendo una escala de importancia, cuyo
peldaño superior era ocupado por la raza aria. Y en los otros peldaños todo lo
no ario; el caso de los judíos fue muy específico ya que los nazis además
responsabilizaban a los judíos de ser los originarios de los males que
aquejaban al pueblo alemán y por tanto merecedores de ser destruidos, para
ellos se planificó la Solución Final en enero de 1942 como final último de los
judíos.
En
Italia, si bien el racismo estuvo presente en su discurso ideológico, no llegó
a alcanzar el grado de violencia y sistematización del racismo alemán
hitleriano.
Propaganda y terror
Para atraer a las masas los
regímenes fascistas pusieron gran empeño en controlar los medios de
comunicación (radio, prensa, televisión)[30],
aboliendo la libertad de opinión, persiguiendo a los periodistas independientes
y utilizando masivamente la propaganda para inculcar valores como patria, raza,
jefe, etc. Junto a esos medios se emplea el terror, la represión, la delación y
la reclusión en campos de concentración, valiéndose incluso del asesinato. El
terror es la última instancia de la implantación de la ideología fascista, el
mismo es presentado como instrumento de la realización de la ideología y por ello se implanta dicho terror cuando la
ideología tiene una gran mayoría de adeptos para que pueda tolerar la
existencia de dicho terror, como, v.g., el que se desarrolló contra los judíos.
Conclusiones
La ideología
fascista prevaleció por su implantación de un ideario colectivo,
fundamentándose en una fe ciega hacia un líder (sea Duce o Führer), existiendo
la necesidad de creer en algo y/o alguien dado el vacío metafísico[31] reinante,
luego de que tanto en Italia como en Alemania carecían en sus sociedades de
algo a lo que aferrarse como consecuencia de las crisis económicas, sociales y
políticas que experimentaron, en el caso de Italia luego de la Gran Guerra[32]
-aunque Italia fue aliado en la WWI-, y en el caso alemán la humillación, ira y
decepción por la derrota en dicha guerra y por las regulaciones económicas y
total culpabilidad por el conflicto que se le impusieron al pueblo alemán en el
Tratado de Versalles, en 1919. Esta ideología surgió como alternativa al
capitalismo liberal imperante y al socialismo emergente para ofrecer supuestas
mejores soluciones para lograr una mejor sociedad, pero, en definitiva, lo que
generó fue más problemas en la era de las catástrofes siendo la ideología modelo para el
surgimiento de regímenes tan catastróficos como el nazi en Alemania que
desencadenaron en la segunda guerra mundial (1939-1945), evidenciando el dilema
que se ha dado en la sociedad de la modernidad con la búsqueda
de identidad
y progreso fundamentándose muchas veces en la negación de la alteridad, en la
intolerancia.
La labor ideológica y de
revivificación de glorias pasadas que tanto Mussolini como Hitler impusieron
fue decisiva para la implementación de
esta ideología fascista, definiéndose una conciencia nacional arraigada en el
pueblo italiano y alemán, donde el patriotismo era parte del reordenamiento de
la memoria nacional, y que ralló en el extremismo fundamentando su identidad y progreso en la negación de la
identidad y progreso del otro.
La visión de la sociedad
contemporánea y los hechos históricos en el ámbito político que se han vivido
en los pocos años que van de este siglo XXI dan cuentas del carácter
conflictivo de esta contemporaneidad[33]
ya que
“...la cultura y las identidades culturales, que en su nivel más
amplio son identidades civilizacionales, están configurando las pautas de
cohesión, desintegración y conflicto en el mundo de la posguerra fría”(Huntington,1997:20),
así que siempre y más aún hoy, es menester no olvidar las consecuencias que el
ascenso al poder de los regímenes de ideología fascista trajeron a la
humanidad, y se debe luchar por evitar el ascenso al poder de regímenes
herederos de dicha ideología- aunque algunos autores consideren al fascismo
como “pertenecientes
al pasado y que no se corresponden a las necesidades de las sociedades
hiperindustrializadas”[34](Romero,2003:4)-,
regímenes que niegan la alteridad y buscan sino homogeneizarla y subyugarla,
más aún exterminarla, pues a veces, cuando los pueblos se ven oprimidos, buscan
no sólo dejar de ser oprimidos, sino cambiar los papeles y convertirse en
opresores y al previo opresor en oprimido, por ello es importante tener claro y
racionalizar que, ciertamente, se debe luchar por la identidad y el progreso
sin dependencias e imposiciones, pero no a costas de la negación y subyugación
del otro.
Fuentes
ARENDT, Hanna. Los Orígenes del Totalitarismo. 2
Imperialismo. Alianza Editorial. Madrid. 1982. 392 p.
BRACHER,
Karl D. Controversias de historia contemporánea sobre fascismo, totalitarismo
y democracia. Alfa. Barcelona. 1983. 165 p.
BIEDERMANN,
Hans. Diccionario de símbolos. Paidós. Barcelona. 1993. 573 p.
FRIEDEN, Jeffry A. Capitalismo global. Crítica. Barcelona. 2007. 683 p.
HOBSBAWM, Eric. Historia
del siglo XX. Crítica (Grijalbo Mondadori). Buenos Aires.
1998. 612 p.
HOBSBAWM,
Eric. Naciones y nacionalismo desde 1780. Crítica. Barcelona.
2007. 212 p.
HUNTINGTON,
Samuel. El choque de las civilizaciones y la reconfiguración del orden
mundial. Paidós. Barcelona. 1997. 422 p.
LACOUE-LABARTHE, Philippe; NANCY,
Jean-Luc. El mito nazi. Anthropos. Barcelona. 2002. 93 p.
MACCIOCCHI, María. Elementos para un análisis del
fascismo. Ed. El Viejo Topo. 1978.
Madrid. 202 p.
NOLTE, Ernest. El fascismo en su época.
Edicions 62. Barcelona. 1967. 611 p.
RAMA, Carlos. La
ideología fascista. Júcar.
Madrid. 1979.
ROMERO, Aníbal. Fascismo
y nazismo como ideologías míticas. En: Revista Argos. N° 39.
Universidad Simón Bolívar. Caracas. 2003. pp 31-47.
Descargado desde internet en: http://anibalromero.net/Fascismo.y.nazismo.pdf .
pp. 23. Abril 2010.
ROUSSEAU, Jean Jacques. El
contrato social (Traducción de Jorge Carrier Vélez).
Edicomunicación. Barcelona. 1999. 160 p.
STERNHELL, Zeev y
otros. El nacimiento de la ideología fascista. Siglo XXI. Madrid.
1994. 418 p.
TASCA, Angelo. El nacimiento del fascismo. Ariel. Barcelona. 1967. 405 p.
YÁÑEZ, Rubén. El fascismo y el pueblo. Ediciones Pueblos Unidos. Montevideo. 1967. 171 p.
[1] Tomando en cuenta la terminología acuñada por el historiador británico
Eric Hobsbawm para denominar al período que abarca desde el inicio de la
primera guerra hasta el fin de la segunda guerra mundial (1914-1945) en su obra
Historia del Siglo XX (Ver bibliografía).
[2] Imagen tomada del Diccionario de Símbolos de Hans Biedermann,
página 191.
[3] Pensamiento tomado de: Federico Brito Figueroa. “Historia Económica
y Social de Venezuela”. Tomo IV. Caracas, Ediciones FHU UCV, 1996. p 1031.
[4] En el capítulo intitulado “Consideraciones críticas sobre el
concepto de fascismo” en el texto de Bracher mencionado se hace un análisis
de este “uso inflacionario” del término fascismo, indicándose que “El uso
inflacionario del concepto de fascismo corriente no sólo en la propaganda
comunista sino también, con cierta intensidad, en la ciencia y publicística,
significa en el fondo la bagatelización de una dictadura realmente totalitaria
como la nacionalsocialista, porque con ello se echa todo en una misma olla, trátese
de los regímenes militares o dictaduras desarrollistas o de las oligarquías
latinoamericanas y hasta se llega a calificar como fascistas a las democracias
occidentales en sus puntos críticos”(Bracher,1983:33)
[5] Algunas fuentes manejan la tesis del ser un movimiento que nace desde
la izquierda -ya que Mussolini comenzó siendo socialista- como por ejemplo el libro “El nacimiento de la ideología fascista” de Zeev Sternhell (ver bibliografía).
[6] Así,
refiere Hobsbawm: “La independencia nacional
sin revolución social era, al amparo de la victoria aliada [de
la Primera Guerra Mundial], una posición a la que podían replegarse los que
habían soñado con una combinación de ambas cosas. En los principales estado
beligerantes que fueron derrotados o semiderrotados no existía tal posición de
repliegue. En ellos, el derrumbamiento llevó a la revolución social. Los
soviets, incluso las efímeras repúblicas soviéticas, no surgieron entre los
checos y los croatas, sino en Alemania, la Austria alemana, Hungría, a la vez que
su sombra caía sobre Italia, en estos países el nacionalismo reapareció no como
un sustituto moderado de la revolución social, sino como la movilización de ex
oficiales, civiles de clase media y clase media baja para la contrarrevolución.
Apareció como la matriz del fasscismo.”(Hobsbawm,2007:138-139)(texto
en corchetes añadido). Así se dio
“el hundimiento de los valores
e instituciones de la civilización liberal cuyo progreso se daba por sentado en
aquel siglo, al menos en las zonas del mundo «avanzadas» y en las que estaban
avanzando. Esos valores implicaban el rechazo de la dictadura y del gobierno
autoritario, el respeto del sistema constitucional con gobiernos libremente
elegidos y asambleas representativas que garantizaban el imperio de la ley, y un
conjunto aceptado de derechos y libertades de los ciudadanos, como las
libertades de expresión, de opinión y de reunión. Los valores que debían
imperar en el estado y en la sociedad eran la razón, el debate público, la
educación, la ciencia y el perfeccionamiento (aunque no necesariamente la
perfectibilidad) de la condición humana.”(Hobsbawm,1998:116-117)
[7] La Primera Guerra Mundial se desarrolló entre 1914 y 1918, y su inicio
se determinó finalmente por el asesinato del archiduque Francisco Fernando de
Austria-Hungría a manos de un extremista serbio de la organización “La Mano
Negra”. Sin embargo, este conflicto tiene sus antecedentes en cuatro (4) crisis
previas, a saber: Primera crisis
marroquí (1905-1906), la anexión austriaca de Bosnia-Herzegovina (1908), el
incidente de Marruecos (1911) y las guerra balcánicas (1912-1913).
[8] El Tratado de Versalles fue uno de los productos de la Conferencia de
Paz de París –esta conferencia se desarrolló entre 1919 y 1920-; dicho Tratado
estableció la Sociedad de Naciones para definir las bases para la paz y las
relaciones internacionales, y el mismo fue radicalmente duro contra Alemania
definiendo a dicha nación como la mayor responsable de la Primera Guerra
Mundial (WWI por sus siglas en inglés -World War I-) y ha sido considerado
particularmente blando con Francia y Gran Bretaña, pues se imponen los valores
y los objetivos de los vencedores de la WWI.
[9] Es de notar que en el siglo XIX comunismo y socialismo significaban lo
mismo pues “ambos términos eran sinónimos”(Cook,1999:487). Sus
diferenciaciones se comienzan a dar a partir del siglo XX pues “La Primera
Guerra Mundial y la Revolución rusa de
1917 señalaron la ruptura del socialismo entre esas dos alas [un ala del socialismo que considera que se
puede instaurar dicho el socialismo sin revolución y otra que niega esa
posibilidad]. Los partidos socialistas de la escuela del MARXISMO-LENINISMO
suelen adoptar el título de comunistas”(Cook,1999:487)(texto en corchetes añadido). Así que en este
ensayo se hablan de comunismo y socialismo indistintamente toda vez que el
rechazo hacia la ideología socialista es previo a la WWI.
[10] Sin embargo hay que destacar que se debe evitar el uso
inflacionario que se ha dado al término (ver nota 4 en este trabajo),
estableciendo las características que definen a un régimen como fascista por
decirlo así estrictamente y otros como con caracteres fascistizantes pero no
fascistas en sí mismos. Para algunos autores, como Aníbal Romero, lo principal
del fascismo es su negación del pensamiento ilustrado, racional y
cientificista, aunque es claro que si bien los fascistas buscaban el retorno a
las tradiciones –sobre todo para exaltar lo nacional-, por ejemplo, no negaban
para nada el uso de la tecnología para el logro de sus objetivos, como el caso
de los nazis con sus experimentos médicos y sus usos de la tecnología para el
desarrollo bélico. No obstante, a partir de 1923, “los movimientos fascistas
emergieron en Europa como setas. Resulta apenas diferenciable hasta qué
punto surgieron por causas propias o por
influencia del brillante ejemplo de Mussolini”(Nolte,1967:24).
[11] El gobierno militar del Emperador japonés Hirohito constituyó un
régimen con algunas características
similares a las del nazismo. Sin embargo su
caracterización es considerado por algunos autores como ejemplo de ese uso
inflacionario del término, al igual que considerar a regímenes como el de
Franco en España como fascista, lo cual es así considerado por muchos en la
historiografía. Y aunque no sean dichos regímenes estrictamente fascistas,
ciertamente contienen características del fascismo.
[12] Refiere el diccionario de símbolos de Biedermann: “Los lictores
eran servidores de los funcionarios superiores de las autoridades municipales y
de algunos sacerdotes, a los cuales precedían en apariciones públicas con un
haz de varas atado con correas. Seis lictores iban iban deltante del pretor,
doce delante del cónsul. En medio del haz de varas se hallaba, como símbolo de
la autoridad, una hacha, pero no dentro de la ciudad de Roma, ya que aquí era
el pueblo la instancia suprema para las sentencias de muerte. Las fasces son
originariamente un símbolo etrusco y el hacha era entre los etruscos una doble
hacha. El fascismo italiano deriva su nombre de las fasces y las varas atadas
en un haz debían simbolizar el poder
concentrado de, orden establecido y la hoja del hacha la autoridad absoluta”(Biedermann,1993:190-191).
[13] La esvástica o cruz gamada (por las cuatro letras Gamma que la forman)
“aparece en muchas culturas del Antiguo y del Nuevo Mundo y ha de entenderse
como variación de la cruz axial dentro del círculo. Los extremos de la cruz,
interrumpidos según una dirección, hacen referencia a una dirección del
movimiento en sentido giratorio (‘dinamización’). Con ello sugiere este
símbolo, por ejemplo, la idea del retorno de las estaciones del año solar.”(Biedermann,1997:186)
[14] Benito Mussolini (1883-1945) fue un político italiano de origen
humilde que se inició en la izquierda socialista más radical y que funda el
partido fascista en Italia en 1919 y fue su líder hasta su muerte en 1945
fusilado por los partisanos de la Resistencia cuando Mussolini intentaba huir
hacia Suiza disfrazado de oficial alemán.
Cuando en 1943 el rey Víctor Manuel III ejecuta un golpe de Estado
contra Mussolini –quien era el primer ministro- y elimina el fascismo de
Italia, encarcelando a Mussolini, éste logra ser liberado por paracaidistas
alemanes, crea una república independiente fascista en el norte de Italia,
llamada República de Saló. Mussolini
nunca buscó el bien de Italia ni del pueblo italiano, ya que “en su vida no
persiguió otro objetivo que su propio éxito y a sus ojos todo queda convertido
en una oportunidad y un instrumento”(Tasca,1967:30), así, v.g., cuando se
vio rechazado por sus aliados de la izquierda se pasa a la derecha, y cuando
pierde el control de Italia y logra librarse de la cárcel, funda su propia
república.
[15] En español, Fascistas de acción revolucionaria, los fascistas
de Mussolini se llamaron Fasci di combattimento, en español, Fascistas
de combate.
[16] Así, se tiene que: “Mussolini apoya la campaña del Fiume no sólo porque
alimenta así un nacionalismo desmedido, muy propicio para sus planes, sino
porque ha comprendido que Fiume es el anti-Estado y el posible punto de partida
de una reconquista de la península”(Tasca,1967:57)
[17] El detalle de la cronología de los orígenes históricos del fascismo se
toman de la historiografía consultada particularmente de los textos de Ángelo
Tasca, Ernest Nolte y María Mascciocchi.
[18] Adolfo Hitler (1889-1945) fue un militar y político austríaco –pues
nació en Austria y no en Alemania- que participó en la Primera Guerra Mundial
(WWI) como soldado y obtuvo la Cruz de Hierro en dicha guerra. De orígenes
humildes y con una niñez marcada por el odio a la ineptitud de su padre y el
amor a su madre, creció como un resentido social que quería ser artista y que
al no lograr entrar a estudiar arte en la Universidad se alistó para luchar en
la guerra, de la cual sacó más resentimientos y más aún con la pobreza que se generó
en Alemania producto de la WWI. Así con su carisma y oratoria se ganó el apoyo
de las masas en su participación en el partido nacionalsocialista alemán y
pronto comenzó a surgir como su líder máximo, y obtuvo el poder en 1933 como
Canciller de Alemania y se convirtió en dictador hasta su muerte por suicidio
en 1945 al verse vencido en la Segunda Guerra Mundial, la cual se desencadenó
tras la invasión de Hitler a Polonia en septiembre de 1939.
[19] El Taylor-Fordismo como
mecanismo de producción en serie se empleó en sus inicios principalmente en la producción de automóviles ya que
en las primeras décadas del siglo XX “[l]a producción de automóviles se
convirtió en el eje central de la economía moderna. La producción de vehículos
de motor fue pronto la mayor industria en todos los países desarrollados
importantes, y muchas otras estaban dedicadas a satisfacer la demanda de
insumos para la producción de automóviles”(Frieden,2007:214)
[20] Si bien los grandes empresarios se beneficiaron con la ideología
fascista y se sustentaron y dieron sustento a dicha ideología, la misma se
fortaleció no por “su extremado antisocialismo o nacionalismo, ni siquiera
su antisemitismo sino su capacidad de arrastrar tras esas consignas
reaccionarias a una apasionada base de masas capaz de movilizarse en las calles
y en las urnas”(Frieden,2007:229). Así el fascismo como movimiento político
de ultraderecha “capitalizó las dislocaciones sociales y el descontento
político generado por los cambios estructurales en las economías industriales”
(Frieden,2007:229).
[21] Postulados como el libre mercado, la no intervención del Estado para
contribuir al desarrollo económico y el mantenimiento del “patrón oro” como
medida monetaria, postulados los cuales
con los cambios ocurridos en las primeras décadas del siglo XX en el desarrollo
industrial no aplicaban para como mecanismos de ajustes de recuperación frente
a los problemas económicos generados por la Gran Depresión.
[22] El detalle del desarrollo del proceso de superación de la Gran
Depresión se tomó del texto de Frieden, Capitalismo Global, mencionado en la
historiografía consultada, particularmente en los capítulos 7 y 8 del mismo, páginas 209-261.
[23] De hecho el mismo autor Tasca refiere que Mussolini dijo “Nosotros,
los fascistas, no tenemos una doctrina preestablecida, nuestra doctrina es
el hecho”(Tasca,1967:45). Por ello, es más que buscar textos que especifiquen
los postulados del fascismo, el fascismo debe ser también analizado en sus
hechos. Además, refiere Carlos Rama que Mussolini “reconocía en 1921 la no
existencia de un cuerpo de doctrina, y se pensaba que eso era posible hacerlo
de encargo, con dos meses de tiempo, a los efectos de un congreso”(Rama,1979:46),
por lo que consideraban los fascistas muy a la ligera definir un cuerpo doctrinario
bien delimitado.
[24] Así, en el fascismo nazi, “el racismo era considerado un aliado más
poderoso que cualquier agente pagado o que cualquier organización secreta de
quintacolumnistas.”(Arendt,1982:221)
[25] Frase mencionada por Mussolini en su discurso de ascensión el 26 de
mayo de 1927.
[26] Aunque como se mencionó previamente en este trabajo de investigación “[el] fascismo en tanto que movimiento de
reacción armada, que tiene por objetivo la desintegración y la desorganización
de la clase trabajadora para neutralizarla, se inscribe en la política
tradicional de las clases dirigentes italianas y en la lucha del capitalismo
contra la clase obrera y, más particularmente, del sector terrateniente” (Macciocchi,1978:19)
[27] En el fascismo italiano el enemigo común principal era el comunismo
emergente, en el caso del nazismo alemán, “dado que el problema alemán es
fundamentalmente un problema de identidad, la figura alemana del totalitarismo
es el racismo”( Lacoue-Labarthe,2002:26) y el enemigo es, entonces,
todo lo no ario.
[28] De hecho, como refiere Hobswawm: “La creciente importancia de «la
cuestión nacional» en los cuarenta años anteriores a 1914 no se mide
sencillamente por su intensificación dentro de los antiguos imperios
multinacionales de Austria-Hungría y Turquía”( Hobswawm,2007:114)
[29] Así, el fascismo no se limita a mencionar a una clase, o a un grupo, o
a una persona individual como lo que estaría en peligro en la ausencia o caída
del régimen fascista, sino que lo que estaría en peligro sería ““la nación
alemana”, la “grandeza de Italia”, la “civilización occidental y cristiana” o
el “estilo de vida nacional” según la dimensión geográfica de la burguesía
presa de la crisis”(Yánez,1967:51)
[30] En el régimen de Hitler, se tenía un Ministro de Propaganda quien fue personificado
por Joseph Goebbels y que impuso una estructura propagandistica directa y
también de forma subliminal de apoyo total a la dictadura de Hitler y a Hitler
como Mesías o líder salvador.
[31] Término utilizado por la escritora judía Hanna Arendt y mencionado por
Aníbal Romero en la historiografía consultada para indicar que los fascistas “admitieron
el vacío metafísico como una ‘realidad inevitable’”(Romero,2003:11-12) y así no trataron de
recuperar, por ejemplo, el cristianismo para sustituir ese vacío sino que la
figura “mesiánica” del líder todopoderoso vino a sustituir dicho vacío pese a
que el fascismo admitía la “realidad inevitable” de ese vacío.
[32] Como La Gran Guerra se conoce también en la historiografía a la
Primera Guerra Mundial (1914-1918)
[33] Desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, es claro
que la sociedad occidental ha desarrollado una guerra sin término definido
contra el enemigo de turno, el terrorismo, lo que ha desembocado en un ambiente
de alta conflictividad en todo el ámbito mundial.
[34] Romero cita a Pierre Milza, Les fascismes (Paris;
Editions Du Seuil, 1991), p. 540; pero
refiere a otros autores con esta postura del fascismo como imposible de
repetirse hoy día, como Renzo di Felice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario