La historia elitesca ha dejado de ser hegemónica y ya se
habla de la historia de los de abajo, al menos se hacen preguntas al
respecto, ya que historiar a los de abajo se dificulta toda vez que existen
pocas fuentes que se refieran a la visión desde abajo. El texto El queso y
los gusanos constituye uno de los pocos ejemplos que ofrece información
referente a los clases menos privilegiadas, toda vez que hace referencia a un
molinero de la región italiana de Friuli, permitiendo conocer un poco referente
a esa “cultura popular”.
El término cultura ha sido asociado a lo referido a
las clases subalternas en los últimos tiempos, previamente se consideraba como
folklore, demonología, historia de las tradiciones, etc. (términos cargados de
sentir despectivo); el término “cultura primitiva” es el que más idóneamente se
asocia a la cultura de la clase de los de abajo, para darle un carácter de interés
sin menosprecio a lo hecho por los subalternos como pasaba en el pasado, ya que
en la subalternidad de las clases se consideraban también subalternas las
culturas; se había considerado a la cultura de las elites como superior a la de
las clases subalternas, y que estas últimas adquirían su cultura de las
primeras, lo cual es cuestionado por los historiadores en la actualidad.
El
carácter oral de las fuentes de la cultura de las clases subalternas también
constituye una traba para su análisis, y también cuando son escritas pues
muchas veces es difícil comprenderlas. Por otro lado, hay que saber diferenciar
también cuando más que estudiar las cultura creada por las clases subalternas,
se esté estudiando la cultura impuesta a las clases subalternas. Por ejemplo,
Mandrou analizó los almanaques, coplas,
recetas, narraciones de prodigios, vida de santos (literatura de colportage)
para determinar el impacto de estos contenidos en las clases de abajo durante
el Antiguo Régimen, definiendo dicha literatura Mandrou como aculturación para
las clases de abajo, pero dándole demasiada importancia a dicha literatura
dentro de una sociedad donde los campesinos que sabían leer eran una minoría y
pocos podían tener acceso a dicha información, confundiendo entonces la cultura
de las clases populares cono la cultura impuesta a las masas populares. Bollème
también confundió los términos dándole a la literatura de colportage un
carácter de cultura popular influenciada por la religión.
Según estudios de
Bachtin, la Gargantúa o Pantagruel de Rabelais permiten conocer más
sobre la cultura popular que la literatura de colportage, pues se aborda el
tema carnavelesco que contrasta y relaciona la cultura de la clase dominante
con de las subalternas. El proceso de selección de fuentes para el estudio de
la cultura popular debe estar abierto a considerar distintas fuentes sin
descartarlas por considerarlas de poco aporte y no tomar un carácter netamente
positivista, teniendo en cuenta que “la cultura popular” no “existe
fuera del gesto que la suprime”. Foucault estudia la cultura de los de
abajo desde la visión de los elementos que buscan excluirla, es decir la
cultura de los excluidos y como ésta se excluye por los dominantes.
En el
estudio de la brujería por parte de Ginzburg el caso de los benandanti
es paradigmático de cómo la cultura popular puede ser autónoma de la cultura de
la clase dominante, igual que en el caso del molinero Menocchio protagonista
del libro El queso y los gusanos, donde se determina que en varios de
sus razonamientos hay una diferenciación con todo lo dominante, pero por otro
lado también hay elementos muy relacionados con lo dominante. El caso de
Menocchio, siendo que es de una sola persona se aleja de la historia de las
ideas cuantitativa o de la historia religiosa
seriada, así que su ejemplo puede ser considerado poco útil para los
historiadores que consideran que la historia desde abajo debe ser antes que
nada cuantitativa y considerar masas. No
obstante, estudiar al individuo aisladamente puede extrapolarse a caracterizar
algo dentro al estrato social al que pertenece, teniendo en cuenta el riesgo de
caer en reduccionismos o en historia événementielle, pero tratando de
evitarlos.
En el caso del molinero Menocchio, siendo que es un campesino poco
común, constituye un caso, dígasele borde, que puede ser representativo para
determinar, por ejemplo, qué era lo frecuente y qué no para la época, además de
que ofreciendo varios casos individuales se puede llegar entonces a
cuantificar. El molinero Menocchio da cuenta de la literatura a la que tuvo
acceso, dándose cuentas del desfase entre lo leído y la forma en que lo analizó
Menocchio.
Temas cono la tolerancia, la religión como concepto moral promovidos
por los grupos de elite de la época del molinero, son manejados de
manera que parecieran tener un carácter propio y no producto de la influencia
de las elites. Si se estudia el caso del molinero restringido a la historia de
las mentalidades, la cual maneja “elementos inertes, oscuros, inconscientes
de una determinada visión del mundo” se dejaría de lado en este caso los
elementos de carácter racional propia de la historia cultural y de las ideas,
además que habría que tener en cuenta el carácter comparativo interclasista
(entre uno y el otro) y colectivo de la historia de las mentalidades y tener
que comparar a Menocchio con los otros y posiblemente buscar extrapolar un solo
caso a la colectividad, cosa que como se mencionó debe evitarse, y que incluso,
destacados historiadores como Lucien Febvre han cometido con análisis como el
de Febvre referente a Rabelais y su época.
Así, para el estudio de Menocchio se
considera más idóneo el de cultura popular que el de mentalidad
colectiva, dando entonces más énfasis a una cultura dígase autónoma
analizada lo más posible deslindada de la cultura de la elite. La imprenta y la
Reforma permitieron la difusión y la posibilidad de expresar las ideas,
respectivamente, para el caso del molinero Menocchio. El desarrollo histórico
de la época continuó dando privilegios a la cultura de las elites en detrimento
de la cultura popular, donde voceros de dicha cultura como Menocchio se
eliminan, por ejemplo, en la hoguera. Menocchio permite contar la otra
historia, la historia de los que fueron cambiando para dar paso a nuestros
días, de nuestros precursores, constituye el molinero una suerte de eslabón
perdido que permite ir haciendo más pleno el pasado que lo será completamente
con una “humanidad redenta”.
Realizado por: Pérez, Mery
[1] Carlo Ginzburg. El queso y los gusanos. El cosmos, según un molinero
del siglo XVI. Barcelona. Muchnik Editores. 1986. pp. 13-28
Créditos:
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