Donde los sueños se hacen realidad
De niños
siempre hablábamos de nuestros sueños y deseos de lograr grandes cosas. Julián quería
ser piloto de aviones y así poder divisar y conocer muchos lugares comenzando
por verlos desde las alturas. Alberto
quería convertirse en una suerte de superhéroe o vigilante para proteger a
nuestra familia y a los ciudadanos del mundo. Quizá mi sueño era el menos
ambicioso y también el más improbable –o incluso imposible- pues, dado que era
el hermano más pequeño, siempre quise ser mayor y ser el que disciplinase en
vez de ser al que siempre disciplinaban.
Luego crecimos
y ninguno se convirtió en nada de lo que habíamos soñado y hablado… Y entonces
llegó ese fatídico y a la vez bendecido día.
Como todos los
veranos, el verano que incluyo ese día íbamos a pasar un par de semanas en la
playa. Empacamos pocas cosas, más que todo llevábamos comida y bebida para pasárnosla bien y
rememorar los viejos tiempos sólo nosotros, los tres hermanos. Decidimos viajar
en la camioneta de Julián porque era la más amplia, pero la conduciría yo
porque era el más avezado en la ruta.
-Conduce
rápido pero prudentemente Ignacio – me sugirió Alberto, como siempre con su maña
de guiarnos y cuidarnos.
-No te preocupes
hermano, que yo soy un experto en la ruta como ya saben – le repliqué muy
confiadamente. Y entonces de repente… en no más que un parpadeo….
-¡Oh no, lo
siento, qué aparatoso choque hermanos!, ¡y
eso que yo era el experto!. Hemos de haber rodado por una montaña y caído a
este callado y oscuro lugar. ¡¿Hermanos? ¿Alberto? ¿Julián? ¿Dónde están?!.
- Aquí estoy
Ignacio – me respondió Alberto.
Y me quedé
estupefacto al ver cómo la voz de Alberto provenía de un pequeño y hermoso
perrito.
- Estás
pálido, ¿Qué te pasa Ignacio?– me inquirió mi querido hermano mayor que ahora
era un lindo perrito guardián que se acercaba a protegerme.
- ¿Te has
fijado en tu aspecto, Alberto? - balbuceé aún contrariado por lo que estaba
viendo.
-Bueno, me he
fijado en el tuyo que luces mucho más alto y mayor que yo… ¡Oh Dios ¿Qué es
esto?, ¿me estoy lamiendo?!
-Sí, Alberto,
te has transformado en un perro guardián y protector.
-Oh sí. Y tú ahora
eres mayor que yo y puedes guiarme y disciplinarme. ¿Y Julián?
-¿Juliááán?
¿Juliááán? ¿Juliááán? - gritábamos al unísono Alberto y yo totalmente
sorprendidos por la situación pero poco a poco iluminándonos al ir entendiendo
lo que había ocurrido.
-Aquí estoy
hermanos – se oyó muy a lo lejos.
-¿Dónde
Julián? – le preguntamos a nuestro amado hermano.
-Aquí arriba
queridos hermanos, desde donde empiezo a divisar y conocer nuevos lugares – nos
respondió Julián quien ya claramente había también entendido la situación.
-¡Oh, eres una
estrella! – gritamos llenos de alegría.
Fuimos entonces
testigos y entendimos que la muerte no es el final, sino que es un nuevo
comienzo, es el lugar donde nuestros más anhelados sueños no realizados en la
vida terrena se hacen realidad en formas increíblemente maravillosas.
Y así iniciamos
nuestra nueva travesía para seguir floreciendo en el lugar donde los sueños se hacen realidad.
NOTA:
Este relato se creó basado en la imagen de arriba y participa en el 5to CONCURSO “ARMA UNA HISTORIA BASADA EN UNA IMAGEN” propuesto en la comunidad ALMAS DE BIBLIOTECAS Y CINES en Google+ por los administradores del blog El Círculo de Escritores
No hay comentarios:
Publicar un comentario