"El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada." J.W. Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.
No
todo está dicho, hay que seguir buscando: Comentario sobre vídeo Ensayo, error
y el complejo de Dios de Tim Harford en TED
(Transcripción en español de dicha conferencia al final de este comentario)
El
mundo como un todo es complejo y complicado a la vez y sus componentes también
lo son, entre ellos nosotros los seres humanos. Es necesario entender esto para
un desenvolvimiento eficaz en el viaje de la vida. Posturas maniqueas de bueno
o malo, o dualidades de es blanco o es negro, o unicidades del
estilo esto es así porque sí, porque siempre ha sido así, no caben en este universo
tan diverso. Al igual que como humanos no nos gusta pensar en nuestra cualidad
de mortales, tampoco nos gusta pensar y aceptar nuestra falibilidad, por lo que
para paliar u ocultar estas cualidades tendemos a recurrir a ese llamado
“complejo de Dios” que comenta acertadamente Tim Harford en su conferencia.
Pero
ese “complejo de Dios” es un mecanismo contraproducente que incrementa y
demuestra más aún el carácter falible de nosotros los mortales, pues pensando
que “nos las sabemos todas más una” como se dice popularmente, cerramos las
posibilidades de generar y adquirir nuevos conocimientos, lo que conlleva a
mantenerse en fallas existentes y a caer en otras.
De
modo que es menester abandonar ese “complejo de Dios”, dejar el miedo a la
vulnerabilidad y siendo conscientes de nuestra falibilidad abrirnos con
humildad a la comprensión de que estamos en un mundo de posibilidades diversas,
que el ensayo y error como mecanismo de búsqueda de respuestas es más efectivo
que el dejar de conocer al decretar a través del “complejo de Dios” que ya lo
sabemos y entendemos todo. Mediante el ensayo y error podemos analizar opciones
y resultados, manteniendo el sentido crítico/autocrítico tal como lo plantea la
ciencia y continuar así en una constante búsqueda, lo cual es muy importante.
Es
algo muy triste que el matemático Yutaka Taniyama se haya suicidado. Buscando en
Internet encontré parte del escrito de su amigo Goro Shimura quien habló de los
“errores bien orientados” de Taniyama. Shimura refiere la nota de suicidio de
Taniyama, en la que el matemático indica que no entendía y no tenía un motivo
específico del por qué lo hacía, que estaba cansado física y mentalmente y que había perdido la confianza en el futuro.
La
vida es muy compleja y el suicidio es algo muy complicado y muchas veces
determinado por una patología, y ciertamente no es una opción toda vez que
cierra las posibilidades de seguir intentando. Taniyama comentó que perdió la
confianza en el futuro, pero quizá lo más determinante fue que perdió el deseo
de seguir buscando tanto esa confianza en el futuro pérdida, como otras
respuestas sobre todo para su propia vida, perdió ese deseo de búsqueda
constante que promueve tan acertadamente el pensamiento científico. Hay que
seguir buscando, como dicen “el que busca encuentra”.
Créditos:
photo credit: sisssou via photopin cc
Estamos en la Segunda Guerra Mundial, en un campo de concentración alemán y este hombre, Archie Cochrane, prisionero de guerra y médico, tiene un problema y es que las personas que tiene que cuidar sufren de una atroz afección debilitante que Archie no entiende bien. Se caracteriza por unas horribles ampollas llenas de un líquido subcutáneo. Él no sabe si es una infección o si tiene que ver con malnutrición. No sabe cómo tratarla. Y tiene que trabajar en un ambiente hostil. En la guerra la gente hace cosas terribles. Los guardias alemanes en ese campo se aburrían y empezaban a disparar hacia el campo, al azar, por diversión. En alguna ocasión, uno de los guardias lanzó una granada al baño de los prisioneros estando lleno de gente. Dijo que había oído risas sospechosas. Y a Archie Cochrane, como era el médico del campo, le tocó ser uno de los primeros en limpiar el desastre. Algo más: Archie mismo estaba sufriendo esa misma enfermedad.
La situación parecía completamente acuciante. Pero Archie Cochrane era una persona práctica. Él había introducido en el campo la vitamina C, de contrabando, y también logró conseguir unas provisiones de marmite en el mercado negro. Tal vez algunos de ustedes se pregunten qué es la marmite. La marmite es una crema para untar al pan que les encanta a los ingleses. Parece petróleo crudo. Y el sabor es... picante. Muy importante; es una gran fuente de vitamina B12. Archie dividió a las personas bajo su cuidado, como pudo, en dos grupos iguales. A la mitad les dio vitamina C. A los otros, vitamina B12. Cuidadosa y meticulosamente iba anotando los resultados en un cuaderno. Después de unos pocos días, se vio claramente que cualquiera fuese la causa de la enfermedad, se curaba con marmite.
Cochrane se dirigió a los alemanes que manejaban el campo. Ahora hay que imaginarse el momento... olvídense de la foto. Piensen en este tipo con barba larga rojiza y cabello con mechones pelirrojos. No podía afeitarse; se parecía a Billy Connolly. Cochrane comenzó a quejarse ante esos alemanes con su acento escocés. Buen alemán, pero con acento escocés. Les explicó que la cultura alemana fue la que produjo a Schiller y a Goethe para el mundo. Y no podía entender cómo podían tolerar esas barbaridades. Se desahogó con sus frustraciones. Volvió a su habitación y rompió a llorar porque estaba convencido de que la situación era acuciante. Pero un joven doctor alemán encontró el cuaderno de Archie Cochrane y les dijo a sus colegas: "Esta evidencia es irrefutable. Si no les damos vitaminas a los prisioneros, será un crimen de guerra". A la mañana siguiente llegaron al campo provisiones de vitamina B12 y los prisioneros comenzaron a mejorarse.
Yo no traje a colación esta historia porque piense que Archie Cochrane era un buen tipo, aunque sí era un buen tipo. No he traído este episodio porque piense que deberíamos ser más cuidadosos con los ensayos al azar en todos los aspectos de las políticas públicas, aunque sí pienso que eso sería verdaderamente magnífico. He traído esto porque Archie Cochrane, toda su vida, tuvo que luchar contra una terrible dolencia. Él se daba cuenta de algo que debilita a las personas y corroe a las sociedades. Le puso nombre. Lo llamaba el complejo de Dios. Puedo describir los síntomas del complejo de Dios muy, muy fácilmente. Los síntomas... no importa qué tan complicado sea un problema, la persona tiene la certeza absolutamente abrumadora de que su solución es infaliblemente correcta.
Como Archie era médico, se encontraba a cada rato con otros doctores. Y todos ellos sufren muchísimo del complejo de Dios. Yo soy economista, no soy médico, pero puedo ver que me rodea el complejo de Dios todo el tiempo, en mis colegas. Lo veo en los líderes de empresas. Lo veo en los políticos que votamos; gente que, ante asuntos increíblemente complejos, están absolutamente convencidos de que entienden cómo funciona el mundo. Con todos esos miles de millones para el futuro, de los que hemos oído, sencillamente el mundo es demasiado complejo para entenderlo así.
Permítanme poner un ejemplo. Imagínense por un momento que en lugar de Tim Harford aquí estuviera Hans Rosling presentando sus gráficas. Conocen a Hans; el Mick Jagger de TED. (Risas) Y que estuviera mostrando esas fantásticas estadísticas con sus maravillosas animaciones. Son brillantes. Es un trabajo excelente. Una gráfica típica de Hans Rosling; piensen un momento, no en su significado, sino en lo que no incluye. Muestra el PIB per cápita, la población y la longevidad, no más que eso. Tres grupos de variables para cada país, tres datos. Tres datos no son nada. Miren esta gráfica
producida por el físico César Hidalgo del MIT. No se entiende nada pero así se ve. César ha examinado la base de datos de más de 5.000 productos diferentes, usando técnicas de análisis de redes para examinar la base de datos y hacer gráficas de las relaciones entre los diferentes productos. Es magnífico. Muy buen trabajo. Se muestran todas esas conexiones, todas esas relaciones. Pienso que será extremadamente útil para entender cómo crecen las economías. Un trabajo brillante. Con él tratamos de escribir algo para la revista del New York Times, explicando cómo funciona eso. Lo que aprendimos fue que el trabajo de César era demasiado bueno para explicarlo en esa revista.
Y 5.000 productos todavía no son nada. 5.000 productos. Piensen en contar cada una de las referencias de productos de los datos de César Hidalgo. Digamos un segundo por cada referencia. En lo que dura esta sesión habríamos contado los 5.000. Ahora imagínense hacer lo mismo con todos los productos que se venden en Walmart. Hay 100.000. Nos llevaría todo el día. Ahora piensen en tratar de contar todos los productos y servicios que se venden en las grandes economías como Tokio, Londres o New York. Más difícil sería en Edimburgo porque habría que contar todo el whisky y todo el tartán. Si se quiere contar todos los productos y servicios en oferta en New York, hay 10.000 millones, nos tomaría 317 años. Esto muestra la complejidad de la economía que hemos creado. Y esto apenas contando tostadoras. No es el problema del Cercano Oriente. Ahí la complejidad es increíble. Algo de contexto; las sociedades en que evolucionaron nuestros cerebros tenían unos 300 productos y servicios. Se podían contar en cinco minutos.
Así es la complejidad del mundo que nos rodea. Tal vez por eso es que el complejo de Dios es tan atractivo. Tenemos la tendencia a decir: "Puedo trazar una gráfica, dibujar varias gráficas y listo. Ya sé cómo funciona". Y no es cierto. Nunca lo sabremos. Y no traigo un mensaje nihilista. No quiero decir que no se puedan resolver los problemas complicados de este mundo complejo. Sí podemos. Pero la manera de hacerlo es con humildad. Hay que prescindir del complejo de Dios y usar una técnica de solución de problemas que funcione. Tenemos la metodología. Muéstrenme un sistema complejo que funcione y yo les mostraré un sistema que ha evolucionado por ensayo y error.
Veamos un ejemplo. Este bebé fue producido por ensayo y error. Yo sé que esta afirmación es ambigua. Debería clarificarla. El bebé es un ser humano; viene de la evolución. ¿Qué es la evolución? Por millones de años, variación y selección. Variación y selección. Ensayo y error. Ensayo y error. No sólo los sistemas biológicos producen milagros por ensayo y error. Se puede ver en un contexto industrial.
Supongamos que se desea hacer un detergente. Supónganse que somos Unilever y que queremos producir detergentes en una fábrica cerca a Liverpool. ¿Cómo lo hacemos? Tenemos un gran tanque lleno de detergente líquido. Se bombea por una boquilla a alta presión. Y se hace una rociada de detergente. Luego ese rocío se seca, se vuelve polvo y cae al piso. Se recoge y se empaca en cajas de cartón. Lo vendemos en el supermercado y hacemos cantidades de dinero. ¿Cómo se diseña la boquilla? Esto es bien importante. Si tenemos el complejo de Dios, lo que hacemos es conseguir un pequeño dios. Se contrata un matemático, un físico, alguno que entienda la dinámica de este fluido. Él calculará el diseño óptimo para la boquilla. Unilever lo hizo y no funcionó, muy complicado. Este problema es demasiado complicado.
El profesor de genética, Steve Jones describe cómo resolvieron el problema en Unilever. Ensayo y error, variación y selección. Se toma una boquilla y se crean 10 variaciones aleatorias de esa. Se ensayan todas y se conserva la que funciona mejor. Se crean otras 10 variaciones de esa, se ensayan todas y se conserva la mejor. Se ensayan 10 variaciones de esta última. Ya entienden cómo funciona. Después de 45 generaciones se logra esta boquilla increíble. Parece una pieza de ajedrez y funciona admirablemente. No tenemos idea de cómo opera, ni idea. En ese momento uno se aparta del complejo de Dios. Trata de obtener algo, de encontrar una manera sistemática de decidir qué funciona y qué no. Así podemos resolver el problema.
Este proceso de ensayo y error es en realidad más común en las instituciones exitosas de lo que nos interesa reconocer. Hemos oído bastante sobre cómo funcionan las economías. La mayor de todas en el mundo es todavía la economía estadounidense. ¿Cómo llegó a ser la mayor economía? Podría traer aquí toda clase de datos y cifras sobre la economía estadounidense, pero creo que lo más sobresaliente es esto: el 10% de las empresas en Estados Unidos desaparece cada año. Una tasa de fracasos enorme. Es bastante mayor que la mortalidad en EE.UU.. Cada año no muere el 10% de las personas. Según esto se puede concluir que las empresas desaparecen más rápido que las personas. O sea que los negocios evolucionan más rápido que la gente. Eventualmente las empresas llegarán a tal grado de perfección que nos convertirán a nosotros en sus mascotas, (Risas) si es que no lo han hecho ya. A veces me pregunto... Es este proceso de ensayo y error, lo que explica tanta divergencia en la increíble organización de las economías occidentales. No surgió por haber puesto algún ser superinteligente a cargo. Surgen por ensayo y error.
He estado repitiendo esto durante los últimos dos meses y algunas personas me dicen: "Oye Tim, eso es bastante obvio. Es evidente que el ensayo y error es importante. Obviamente, la experimentación es muy importante. ¿Pero por qué razón andas diciendo algo tan evidente?"
Y respondo, está bien. ¿Piensan que es obvio? Admitiré que sí es obvio cuando en las escuelas comiencen a enseñar a los niños que hay problemas sin respuesta. Cuando dejen de darles cantidades de preguntas todas con sus respuestas. Siempre habrá una autoridad en la esquina, detrás del escritorio del profesor, con todas las respuestas. Si alguno no encuentra las respuestas es por perezoso o por estúpido. Si las escuelas dejaren de hacer esto todo el tiempo, admitiría que sí, que es obvio que ensayo y error es algo bueno. Si un político en campaña para algún cargo público y dice: "Quiero mejorar el sistema de salud. Quiero arreglar el sistema educativo. Pero no sé cómo hacerlo. Tengo unas cuantas ideas. Vamos a ensayarlas. Posiblemente todas fallen. Entonces ensayaremos otras. Veremos si algunas funcionan. Y de ahí partiremos. Y nos deshacemos de las que no funcionan". Si un político hace su campaña con tal programa, más importante aún, si los votantes como Uds. y yo votamos por esa clase de políticos, entonces admitiré que es obvio que ensayo y error funciona... y gracias.
Hasta ese momento seguiré repitiendo esto del ensayo y error y por qué hay que abandonar el complejo de Dios. Porque no es fácil admitir nuestra falibilidad. Es muy incómodo. Archie Cochrane entendió esto, como tantos otros. Él había ensayado otra cosa muchos años antes de la Segunda Guerra. Él quería ensayar la cuestión de dónde deben estar los pacientes de ataques al corazón, para recuperarse. ¿Deberán estar en la sala especializada de cardiología de un hospital? ¿O deberán recuperarse en sus casas? Todos los cardiólogos trataron de mandarlo callar. Tenían el complejo de Dios como arma. Sabían que los hospitales eran el lugar ideal para esos pacientes. Y que sería completamente antiético llevar a cabo algún experimento o algún ensayo.
Sin embargo, Archie logró un permiso para hacerlo. Hizo su primer ensayo. Después de que el experimento llevaba un tiempo, reunió a todos sus colegas en su oficina y les dijo: "Señores, tenemos unos resultados preliminares. No son estadísticamente significativos, pero tenemos algo. Y resulta que Uds tenían razón. Yo estaba equivocado. Es riesgoso para un paciente tratar de recuperarse de un ataque al corazón, en casa. Deben permanecer en el hospital". Se oyó un alboroto y los médicos empezaron a dar golpes a la mesa y a decir: "Ya lo habíamos dicho que eras antiético, Archie. Estás matando a la gente con esos ensayos clínicos. Hay que suspenderlos ya. Detén eso de inmediato". Y hubo un gran barullo. Archie dejó que se calmaran y entonces les dijo: "Esto es muy interesante, señores, porque cuando les entregué las tablas con los resultados, intercambié las columnas. Resulta que los hospitales son los que matan a la gente y es mejor que permanezcan en casa. ¿Quieren que suspendamos el ensayo ahora? ¿o prefieren esperar a tener mejores datos?" Corrió un viento helado por la sala.
Cochrane solía hacer esas cosas. Y la razón por la que lo hacía es porque sabía que es mucho mejor adoptar una posición y decir: "Aquí en mi pequeño mundo yo soy un dios y lo entiendo todo. No me gusta que se cuestionen mis opiniones. No me gusta que se pongan a prueba mis conclusiones". Es mucho mejor cuando uno simplemente hace la ley. Cochrane entendía que la incertidumbre, la falibilidad, el sentirse cuestionado, duele. Y en ocasiones es necesario salirse de esa posición. No quiero decir que eso sea fácil. No es fácil. Es increíblemente doloroso.
Desde que comencé a hablar de este asunto y a investigar el tema, me he sentido obsesionado por algo que un matemático japonés dijo al respecto. Poco después de la guerra, este joven, Yutaka Taniyama, desarrolló una suposición fantástica llamada la Conjetura de Taniyama-Shimura, que resultó totalmente funcional varias décadas después en la demostración del Último Teorema de Fermat. En verdad, resulta que es equivalente a probar ese teorema. Si se demuestra uno, se ha demostrado el otro. Pero era una simple conjetura. Taniyama trató muchas veces y nunca pudo demostrar que era verdadera. Poco antes de su cumpleaños 30, en 1958, Yutaka Taniyama se suicidó. Su amigo Goro Shimura, que había trabajado las matemáticas con él, muchas décadas después, reflexionando sobre la vida de Taniyama, dijo: "No era muy cuidadoso como matemático. Cometió muchos errores. Pero sus errores estaban bien orientados. Yo traté de seguirlo, pero me di cuenta que es muy difícil cometer errores buenos".
Gracias.
La situación parecía completamente acuciante. Pero Archie Cochrane era una persona práctica. Él había introducido en el campo la vitamina C, de contrabando, y también logró conseguir unas provisiones de marmite en el mercado negro. Tal vez algunos de ustedes se pregunten qué es la marmite. La marmite es una crema para untar al pan que les encanta a los ingleses. Parece petróleo crudo. Y el sabor es... picante. Muy importante; es una gran fuente de vitamina B12. Archie dividió a las personas bajo su cuidado, como pudo, en dos grupos iguales. A la mitad les dio vitamina C. A los otros, vitamina B12. Cuidadosa y meticulosamente iba anotando los resultados en un cuaderno. Después de unos pocos días, se vio claramente que cualquiera fuese la causa de la enfermedad, se curaba con marmite.
Cochrane se dirigió a los alemanes que manejaban el campo. Ahora hay que imaginarse el momento... olvídense de la foto. Piensen en este tipo con barba larga rojiza y cabello con mechones pelirrojos. No podía afeitarse; se parecía a Billy Connolly. Cochrane comenzó a quejarse ante esos alemanes con su acento escocés. Buen alemán, pero con acento escocés. Les explicó que la cultura alemana fue la que produjo a Schiller y a Goethe para el mundo. Y no podía entender cómo podían tolerar esas barbaridades. Se desahogó con sus frustraciones. Volvió a su habitación y rompió a llorar porque estaba convencido de que la situación era acuciante. Pero un joven doctor alemán encontró el cuaderno de Archie Cochrane y les dijo a sus colegas: "Esta evidencia es irrefutable. Si no les damos vitaminas a los prisioneros, será un crimen de guerra". A la mañana siguiente llegaron al campo provisiones de vitamina B12 y los prisioneros comenzaron a mejorarse.
Yo no traje a colación esta historia porque piense que Archie Cochrane era un buen tipo, aunque sí era un buen tipo. No he traído este episodio porque piense que deberíamos ser más cuidadosos con los ensayos al azar en todos los aspectos de las políticas públicas, aunque sí pienso que eso sería verdaderamente magnífico. He traído esto porque Archie Cochrane, toda su vida, tuvo que luchar contra una terrible dolencia. Él se daba cuenta de algo que debilita a las personas y corroe a las sociedades. Le puso nombre. Lo llamaba el complejo de Dios. Puedo describir los síntomas del complejo de Dios muy, muy fácilmente. Los síntomas... no importa qué tan complicado sea un problema, la persona tiene la certeza absolutamente abrumadora de que su solución es infaliblemente correcta.
Como Archie era médico, se encontraba a cada rato con otros doctores. Y todos ellos sufren muchísimo del complejo de Dios. Yo soy economista, no soy médico, pero puedo ver que me rodea el complejo de Dios todo el tiempo, en mis colegas. Lo veo en los líderes de empresas. Lo veo en los políticos que votamos; gente que, ante asuntos increíblemente complejos, están absolutamente convencidos de que entienden cómo funciona el mundo. Con todos esos miles de millones para el futuro, de los que hemos oído, sencillamente el mundo es demasiado complejo para entenderlo así.
Permítanme poner un ejemplo. Imagínense por un momento que en lugar de Tim Harford aquí estuviera Hans Rosling presentando sus gráficas. Conocen a Hans; el Mick Jagger de TED. (Risas) Y que estuviera mostrando esas fantásticas estadísticas con sus maravillosas animaciones. Son brillantes. Es un trabajo excelente. Una gráfica típica de Hans Rosling; piensen un momento, no en su significado, sino en lo que no incluye. Muestra el PIB per cápita, la población y la longevidad, no más que eso. Tres grupos de variables para cada país, tres datos. Tres datos no son nada. Miren esta gráfica
producida por el físico César Hidalgo del MIT. No se entiende nada pero así se ve. César ha examinado la base de datos de más de 5.000 productos diferentes, usando técnicas de análisis de redes para examinar la base de datos y hacer gráficas de las relaciones entre los diferentes productos. Es magnífico. Muy buen trabajo. Se muestran todas esas conexiones, todas esas relaciones. Pienso que será extremadamente útil para entender cómo crecen las economías. Un trabajo brillante. Con él tratamos de escribir algo para la revista del New York Times, explicando cómo funciona eso. Lo que aprendimos fue que el trabajo de César era demasiado bueno para explicarlo en esa revista.
Y 5.000 productos todavía no son nada. 5.000 productos. Piensen en contar cada una de las referencias de productos de los datos de César Hidalgo. Digamos un segundo por cada referencia. En lo que dura esta sesión habríamos contado los 5.000. Ahora imagínense hacer lo mismo con todos los productos que se venden en Walmart. Hay 100.000. Nos llevaría todo el día. Ahora piensen en tratar de contar todos los productos y servicios que se venden en las grandes economías como Tokio, Londres o New York. Más difícil sería en Edimburgo porque habría que contar todo el whisky y todo el tartán. Si se quiere contar todos los productos y servicios en oferta en New York, hay 10.000 millones, nos tomaría 317 años. Esto muestra la complejidad de la economía que hemos creado. Y esto apenas contando tostadoras. No es el problema del Cercano Oriente. Ahí la complejidad es increíble. Algo de contexto; las sociedades en que evolucionaron nuestros cerebros tenían unos 300 productos y servicios. Se podían contar en cinco minutos.
Así es la complejidad del mundo que nos rodea. Tal vez por eso es que el complejo de Dios es tan atractivo. Tenemos la tendencia a decir: "Puedo trazar una gráfica, dibujar varias gráficas y listo. Ya sé cómo funciona". Y no es cierto. Nunca lo sabremos. Y no traigo un mensaje nihilista. No quiero decir que no se puedan resolver los problemas complicados de este mundo complejo. Sí podemos. Pero la manera de hacerlo es con humildad. Hay que prescindir del complejo de Dios y usar una técnica de solución de problemas que funcione. Tenemos la metodología. Muéstrenme un sistema complejo que funcione y yo les mostraré un sistema que ha evolucionado por ensayo y error.
Veamos un ejemplo. Este bebé fue producido por ensayo y error. Yo sé que esta afirmación es ambigua. Debería clarificarla. El bebé es un ser humano; viene de la evolución. ¿Qué es la evolución? Por millones de años, variación y selección. Variación y selección. Ensayo y error. Ensayo y error. No sólo los sistemas biológicos producen milagros por ensayo y error. Se puede ver en un contexto industrial.
Supongamos que se desea hacer un detergente. Supónganse que somos Unilever y que queremos producir detergentes en una fábrica cerca a Liverpool. ¿Cómo lo hacemos? Tenemos un gran tanque lleno de detergente líquido. Se bombea por una boquilla a alta presión. Y se hace una rociada de detergente. Luego ese rocío se seca, se vuelve polvo y cae al piso. Se recoge y se empaca en cajas de cartón. Lo vendemos en el supermercado y hacemos cantidades de dinero. ¿Cómo se diseña la boquilla? Esto es bien importante. Si tenemos el complejo de Dios, lo que hacemos es conseguir un pequeño dios. Se contrata un matemático, un físico, alguno que entienda la dinámica de este fluido. Él calculará el diseño óptimo para la boquilla. Unilever lo hizo y no funcionó, muy complicado. Este problema es demasiado complicado.
El profesor de genética, Steve Jones describe cómo resolvieron el problema en Unilever. Ensayo y error, variación y selección. Se toma una boquilla y se crean 10 variaciones aleatorias de esa. Se ensayan todas y se conserva la que funciona mejor. Se crean otras 10 variaciones de esa, se ensayan todas y se conserva la mejor. Se ensayan 10 variaciones de esta última. Ya entienden cómo funciona. Después de 45 generaciones se logra esta boquilla increíble. Parece una pieza de ajedrez y funciona admirablemente. No tenemos idea de cómo opera, ni idea. En ese momento uno se aparta del complejo de Dios. Trata de obtener algo, de encontrar una manera sistemática de decidir qué funciona y qué no. Así podemos resolver el problema.
Este proceso de ensayo y error es en realidad más común en las instituciones exitosas de lo que nos interesa reconocer. Hemos oído bastante sobre cómo funcionan las economías. La mayor de todas en el mundo es todavía la economía estadounidense. ¿Cómo llegó a ser la mayor economía? Podría traer aquí toda clase de datos y cifras sobre la economía estadounidense, pero creo que lo más sobresaliente es esto: el 10% de las empresas en Estados Unidos desaparece cada año. Una tasa de fracasos enorme. Es bastante mayor que la mortalidad en EE.UU.. Cada año no muere el 10% de las personas. Según esto se puede concluir que las empresas desaparecen más rápido que las personas. O sea que los negocios evolucionan más rápido que la gente. Eventualmente las empresas llegarán a tal grado de perfección que nos convertirán a nosotros en sus mascotas, (Risas) si es que no lo han hecho ya. A veces me pregunto... Es este proceso de ensayo y error, lo que explica tanta divergencia en la increíble organización de las economías occidentales. No surgió por haber puesto algún ser superinteligente a cargo. Surgen por ensayo y error.
He estado repitiendo esto durante los últimos dos meses y algunas personas me dicen: "Oye Tim, eso es bastante obvio. Es evidente que el ensayo y error es importante. Obviamente, la experimentación es muy importante. ¿Pero por qué razón andas diciendo algo tan evidente?"
Y respondo, está bien. ¿Piensan que es obvio? Admitiré que sí es obvio cuando en las escuelas comiencen a enseñar a los niños que hay problemas sin respuesta. Cuando dejen de darles cantidades de preguntas todas con sus respuestas. Siempre habrá una autoridad en la esquina, detrás del escritorio del profesor, con todas las respuestas. Si alguno no encuentra las respuestas es por perezoso o por estúpido. Si las escuelas dejaren de hacer esto todo el tiempo, admitiría que sí, que es obvio que ensayo y error es algo bueno. Si un político en campaña para algún cargo público y dice: "Quiero mejorar el sistema de salud. Quiero arreglar el sistema educativo. Pero no sé cómo hacerlo. Tengo unas cuantas ideas. Vamos a ensayarlas. Posiblemente todas fallen. Entonces ensayaremos otras. Veremos si algunas funcionan. Y de ahí partiremos. Y nos deshacemos de las que no funcionan". Si un político hace su campaña con tal programa, más importante aún, si los votantes como Uds. y yo votamos por esa clase de políticos, entonces admitiré que es obvio que ensayo y error funciona... y gracias.
Hasta ese momento seguiré repitiendo esto del ensayo y error y por qué hay que abandonar el complejo de Dios. Porque no es fácil admitir nuestra falibilidad. Es muy incómodo. Archie Cochrane entendió esto, como tantos otros. Él había ensayado otra cosa muchos años antes de la Segunda Guerra. Él quería ensayar la cuestión de dónde deben estar los pacientes de ataques al corazón, para recuperarse. ¿Deberán estar en la sala especializada de cardiología de un hospital? ¿O deberán recuperarse en sus casas? Todos los cardiólogos trataron de mandarlo callar. Tenían el complejo de Dios como arma. Sabían que los hospitales eran el lugar ideal para esos pacientes. Y que sería completamente antiético llevar a cabo algún experimento o algún ensayo.
Sin embargo, Archie logró un permiso para hacerlo. Hizo su primer ensayo. Después de que el experimento llevaba un tiempo, reunió a todos sus colegas en su oficina y les dijo: "Señores, tenemos unos resultados preliminares. No son estadísticamente significativos, pero tenemos algo. Y resulta que Uds tenían razón. Yo estaba equivocado. Es riesgoso para un paciente tratar de recuperarse de un ataque al corazón, en casa. Deben permanecer en el hospital". Se oyó un alboroto y los médicos empezaron a dar golpes a la mesa y a decir: "Ya lo habíamos dicho que eras antiético, Archie. Estás matando a la gente con esos ensayos clínicos. Hay que suspenderlos ya. Detén eso de inmediato". Y hubo un gran barullo. Archie dejó que se calmaran y entonces les dijo: "Esto es muy interesante, señores, porque cuando les entregué las tablas con los resultados, intercambié las columnas. Resulta que los hospitales son los que matan a la gente y es mejor que permanezcan en casa. ¿Quieren que suspendamos el ensayo ahora? ¿o prefieren esperar a tener mejores datos?" Corrió un viento helado por la sala.
Cochrane solía hacer esas cosas. Y la razón por la que lo hacía es porque sabía que es mucho mejor adoptar una posición y decir: "Aquí en mi pequeño mundo yo soy un dios y lo entiendo todo. No me gusta que se cuestionen mis opiniones. No me gusta que se pongan a prueba mis conclusiones". Es mucho mejor cuando uno simplemente hace la ley. Cochrane entendía que la incertidumbre, la falibilidad, el sentirse cuestionado, duele. Y en ocasiones es necesario salirse de esa posición. No quiero decir que eso sea fácil. No es fácil. Es increíblemente doloroso.
Desde que comencé a hablar de este asunto y a investigar el tema, me he sentido obsesionado por algo que un matemático japonés dijo al respecto. Poco después de la guerra, este joven, Yutaka Taniyama, desarrolló una suposición fantástica llamada la Conjetura de Taniyama-Shimura, que resultó totalmente funcional varias décadas después en la demostración del Último Teorema de Fermat. En verdad, resulta que es equivalente a probar ese teorema. Si se demuestra uno, se ha demostrado el otro. Pero era una simple conjetura. Taniyama trató muchas veces y nunca pudo demostrar que era verdadera. Poco antes de su cumpleaños 30, en 1958, Yutaka Taniyama se suicidó. Su amigo Goro Shimura, que había trabajado las matemáticas con él, muchas décadas después, reflexionando sobre la vida de Taniyama, dijo: "No era muy cuidadoso como matemático. Cometió muchos errores. Pero sus errores estaban bien orientados. Yo traté de seguirlo, pero me di cuenta que es muy difícil cometer errores buenos".
Gracias.
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