¡En cinco minutos!.
Lucho, y quiero seguir con esperanza de un camino. Solitario en esta isla busco
propósito y proyección para darme ánimos, pero a la verdad es que ese “viejo
López, … ermitaño 'enamorado' de un pasado vencido” del que trato convencerme me
he despojado, en realidad me persigue sin piedad y está vívido en mis
pensamientos. Ese pasado vencido aquí se
torna tan claro … Y deseo tanto que hubiese sido diferente.
Todo me trae
recuerdos. Todo me habla, incluso el viento. ¡Oh, cuán solo estoy aquí! ¡Qué
tristeza!. Vienen a mi memoria tantos recuerdos de mí ansiando vehementemente
contar con la soledad que en estos momentos me acompaña. Pero ahora ¡como la
aborrezco!. Esas memorias por la soledad, otrora queridas, aquí y ahora se
tornan aciagas. Esta soledad se torna
infinita. Ahora la compañía humana se
transforma en el logos de mi vida, y me quiero hacer creer que así siempre fue.
Quisiera mimetizar todas esas veces que me molesté porque mis amigos y
familiares entorpecían mis proyectos con su tediosa compañía y pensar que
siempre consideré que el cariño incondicional y apoyo de mis seres queridos fue
el que me impulsó a lograr mis metas.
Hoy,
esta solitaria, hermosa -y a la vez tenebrosa- isla y los compañeros que en
ella he encontrado –¡¿o me he creado?!- son los únicos que pueden ser mis
amigos, y a ellos les grito mi afecto y les agradezco el suyo: -¡Te amo isla, te
amo Doce, te amo mundo de Lop, te amo balsa, te amo Abrelatas, gracias por
estar conmigo y apoyarme en este trayecto!. ¡Nunca los haré a un lado!. ¡Les compensaré
todo!-.
En
esta isla, las reminiscencias de mi infancia, juventud y temprana adultez me persiguen
y atormentan a morir. Me doy cuenta que me olvidé de vivir, que ahora siento estoy
muriendo aquí en esta soledad, pero en realidad siempre estuve así, ¡muriendo y
en soledad!. ¡Y yo mismo lo decidía a diario!
Recuerdo
cuando Becky -esa hermosa niña de ojos café cuya sonrisa iluminaba todo en
derredor cual sol- quería compartir sus anécdotas del día, a la salida del
colegio:
-Hoy he hecho un
dibujo de nosotros en el salón de clases querido amigo, ¿quieres ver cómo te
dibujé? - me consultaba ella con tanta
alegría.
-Lo siento niña, no tengo tiempo
para tales pequeñeces. – le contestaba yo cual patán.
También recuerdo a
mi madre, esa mujer que fue tan bondadosa y amorosa, queriendo llenarme de
besos con tanto amor y yo en cambio echándola a un lado para poder seguir con
mi interesante lectura. ¡Qué tonto fui!.
Y vienen a mi
memoria mis buenos amigos Eduardo, Raúl, Andrés, Alicia, Paola, y tantos otros
que siempre estaban allí conmigo para apoyarme y de quienes siempre traté de
distanciarme. Y hasta de mi amada Eva me
distancié, y cuando la perdí, me aislé aún más. ¡Qué ciego fui!.
Pero, en todo caso,
en esta isla al fin adquiero verdadero propósito y conocimiento. Como decía el filósofo griego
Platón, me he reencontrado con esa alma que vivió en el mundo de las ideas y posee
todo el entendimiento y ahora logro comprender dentro de este cuerpo mortal que
ha estado muriendo en vida todos estos años. Y aunque es muy triste y doloroso entender
que estuve viviendo a ciegas, hoy me siento libre. Y si logro salir de aquí, si
la providencia me saca de esta isla -que ahora amo aunque me tenga atrapado- y
me premia con una segunda oportunidad, ¡prometo que no la desperdiciaré!... ¡¿Estará esa oportunidad en el reino de
Lop?!.
NOTA: Este post fue realizado como parte de la iniciativa de "El Círculo de escritores" "Desafío: Escribamos una novela juntos". La imagen es la utilizada en el desafío.
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