Destino
—¿Út
sere neiuq? —soltó
el extraño espécimen al ver entrar a Marta, ¡como si él fuese el
que tuviera que sorprenderse!.
Marta,
como siempre, llegaba de su trabajo tarde.
Es
programadora
experta en computadoras en una mediana empresa desde hace poco, un
trabajo más. Ese día transcurría igual que cualquier otro,
monótono y aciago, como visualizaba su vida Marta.
Al
oír el grito interrogatorio inentendible del huésped inesperado,
Marta se petrificó por un instante. Pero entonces reaccionó y le
interrogó: —¿Quién
eres tú?
El
ser de color blancuzco tenía una mirada penetrante, pero bondadosa.
Unos ojos grandes y expresivos, pese a ser completamente negros.
—¡Rorre
rop íuqa íac, emadúya rovaf rop! —exclamó
el extraño, mirando cariñosamente y acercando su mano a Marta,
quien iba
a rechazarlo,
pero la calurosa mirada del extraño ser la convenció de aceptarlo.
Marta
era una mujer de mediana edad, ya cercana a los cuarenta, que vivía sola
porque nunca halló un amigo para compartir y menos un amante.
Aunque lo intentó. A la sazón, ya se había acostumbrado y
“aceptado” su situación. Pero siempre que conocía a alguien
veía un potencial amigo. Nunca
ocurría.
Ese
ser extraño, de lenguaje inentendible, de procedencia seguramente
extraterrestre, aunque
muy parecido a un ser humano, no estuvo exento de ser considerado por
Marta como posible amigo.
Mientras
acariciaba la mano de Marta, el hombrecito le hablaba:
—Alos
yum sátse orep, anosrep aneub secerap, ¿Sáraduya
em? Íuqa
olos emradeuq oreiuq on.
Marta
no entendía nada. Busco su laptop y le pidió al hombrecito que
hablara. Este lo hizo no porque entendiera que Marta se lo pedía
sino para decir algo:
—Ese
omoc sopiuqe somenet atenalp im ne.
Marta
ejecutó un
programa de inteligencia artificial para intentar traducir el
lenguaje del comunicativo pero inentendible huésped. Después de
poco más de un minuto ejecutándose, el programa arrojó una
traducción a la frase escuchada: "en mi planeta tenemos equipos
como ese". El programa descifró pronto el lenguaje porque
resultó ser un español al revés, un patrón detectado rápidamente
por la inteligencia artificial.
Marta
se alegró mucho que ahora podría comunicarse con su enigmático
huésped e inmediatamente se puso a desarrollar una aplicación para
convertir el sonido de sus palabras al sonido del lenguaje del
extraterrestre y poder así conversar con él. Y pronto tuvo
terminada la aplicación.
Así,
la mujer solitaria y su huésped extraterrestre se pusieron al día.
El extraterrestre llegó a la Tierra por error. Su nave perdió
combustible por una fuga producto de una avería. Venía de su
planeta de origen, Martius, en la galaxia Latinus, y se dirigía a
otra galaxia, Oax, donde vive parte de su familia. Allí tenía
pensado quedarse pues vive su amada. Siull —así
se llamaba el extraterrestre—
realizaba esos
viajes muy frecuentemente y nunca había tenido un percance.
Siull
solicitó ayuda a Marta para reparar su nave, la cual se encontraba
oculta a unos dos kilómetros de la casa de Marta.
Marta
escuchó atentamente todo lo que Siull contaba, pero se interesó
poco por lo intrigante de la vida extraterrestre, los viajes
intergalácticos o la solicitud de ayuda para reparar la nave
espacial. Vio
en Siull al hombre de sus sueños, su destino. Pensó que por eso
duró tantos años sola, porque su amor era de otra galaxia.
El
desesperado extraterrestre inquirió la ayuda de Marta nuevamente, ya
que ella no le respondía pues estaba absorta en sus románticos
pensamientos.
—Entonces,
¿vas a ayudarme con la nave? —así
tradujo la computadora las palabras de Siull.
Marta
salió de momento de su ensimismamiento y le respondió apresurada
que sí, pero exhortándolo a que no tuviera apuro, que por algo
había caído en la Tierra, que nada era casual…
«No,
no es casual»
—pensaba
Marta.
La
ilusionada mujer se propuso enamorar a su huésped, cosa que pensaba
lograría sin mucho esfuerzo toda vez que era lo que tenía que ser:
su destino. Marta hacía de todo para agradar y complacer a Siull. Le
cocinaba —ya
que al
hombrecito le gustaba comer—.
Le llevaba a conocer lugares. Le compraba artilugios de la Tierra.
Escuchaba todas sus historias. Pero no lo complacía con
la
reparación de la
nave.
Pasaron
dos semanas y
Marta y
Siull se
hicieron amigos,
pero Marta esperaba más. Y Siull esperaba irse al
destino
original de su viaje —su
destino de vida—
y así se lo hizo saber a Marta.
Marta no quería volver a estar
sola. ¿Por qué no era Siull su compañero de vida?, ¿Por qué
entonces llegó a su casa?, ¿Por qué ...?, un sinfín de
interrogantes invadían
a
Marta. Interrogantes todas que giraban en torno a sus necesidades.
«¿Por
qué no explotó su nave?»
—llegó
a preguntarse la atormentada mujer. Y entonces reaccionó. Se
reprochó su comportamiento. ¡¿Cómo era posible que prefiriese que
Siull estuviera muerto?!
«¡Que
horrible persona soy!»
—se
dijo a sí misma.
Pidió
disculpas a Siull por el retraso en
la reparación de la
nave.
Agregó que inmediatamente solicitaría lo requerido para la
reparación. Y así lo hizo. En un par de días llegó todo a casa de
Marta. Y en dos días más Siull reparó su nave y se dispuso a
partir. Marta se despidió apresuradamente de su huésped temporal,
agradeciéndole el tiempo compartido. Siull agradeció la
hospitalidad.
Marta
vio ascender la nave y pensó: —Ahí
se va el que pensé era mi destino —y
quedó sola de nuevo, ¿es ese su destino?
NOTA: Relato creado para participar en concurso del blog El tintero de Oro. La imagen es la del concurso.
Que triste destino, pero no podemos forzar a otros a que formen parte del nuestro. Porque podría ocurrir que aquel hombre tenía Familia o en el peor de los casos ser asexual. Buen relato, una lectura de ficción con romance no correspondido. Saludos desde Venezuela.
ResponderEliminarMery. Cada destino es uno y nunca sabemos cual es el de cada uno. Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarBella historia donde desarrollas un encuentro romántico entre una terrícola y un extraterrestre aquí en el planeta Tierra.
ResponderEliminarComo nos tienes acostumbrados, estimada Mary++ , nunca nos falta una estupenda reflexión en tus relatos. Esta vez, nos explicas hasta dónde la soledad mal comprendida lleva a la dependencia emocional y a autoengañarse con un falso destino.
Como siempre aplaudo tu trabajo y te deseo mucha suerte.
Un abrazo.
Pobre Marta. Su destino sea estar sola, y ha estado a punto de convertirse en una persona horrible por no comprenderlo antes.
ResponderEliminarUn relato bien llevado, Mery. Te deseo lo mejor.
Un saludo.
Hola, Mery. Bonito relato en torno a la soledad, el vacío emocional y las falsas esperanzas. Muestras muy bien el estado de ánimo de tu protagonista y ese deseo inmenso que tiene de ser amada. Besos y mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarParece que finalmente ese no era el destino de Marta, aunque seguro que de la experiencia sacó algo en positivo. Me queda cierta pena por la pareja porque creo que podía haberles ido bien. Una historia original la de ese extraterrestre que habla al revés y la pobre y solitaria Marta. Mucha suerte en el Tintero, Mery.
ResponderEliminarHola Mery.
ResponderEliminarDe entrada me recordó cuando de chica jugaba a hablar del revés;
¡Ay el amor! Se puede dar en todas las circunstancias y ámbitos, como lo ha demostrado tu relato. Más que diferencias culturales o de idiomas, eran diferencias planetarias difícil de solventar.
Espero que te encuentres bien y sobrellevando estos momentos difíciles.
Hasta pronto compañera.
Hola Mery! Soy Beri. Preciosa esta historia de amor no correspondido que nos has regalado. El tema de la soledad, tratado brillantemente en tu relato, queda muy bien reflejado en algunos de los cuentos de Crónicas Marcianas, en especial, en "los largos años". Tu cuento también me ha evocado el relato de Bradbury "Ylla" (segunda historia de las Crónicas), donde una mujer marciana se enamora de un joven astronauta terrícola al que ve en sueños...
ResponderEliminarVolviendo a tu relato, te confieso que me ha encantado. No en vano, combinar ciencia-ficción con romanticismo-intimismo para mi gusto es una combinación irresistible.
Felicidades y mucha suerte en el Tintero. Un abrazo!
Hola Mery! Bien planteado el conflicto entre lo que es el verdadero destino y aquello que uno idealmente quisiera. Parece que hacerse ilusiones y no resignarse a lo que realmente es, cuesta mucho y una buena dosis de sufrimiento anímico. Muy buena historia. Un abrazo
ResponderEliminarMuy bonito, Mery. Una buena historia sentimental nunca pasa desapercibida, y más si es interestelar. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mery.
ResponderEliminarY yo que me estaba imaginando un final con tragedia a lo bestia. Ha resultado una decepción mas para la pobre Marta.
Entretenido y bien escrito. Quizás esperaba un final más contundente pero ha estado bien.
Saludos.
Hola, Mery: Qué original el recurso de voltear las oraciones al "martiuslés" Historia sencilla, pero muy expresiva de un problema muy triste: la soledad; y de cómo la honradez prima sobre los intereses personales.
ResponderEliminarHola Mery
ResponderEliminarComo bien dice Beba, un canto a la soledad.
Pobre Marta, espero que encuentre al terrícola de sus sueños.
Abrazos
Hola, Mery. Pobrecita esa mujer, la desesperación le ganó. Por suerte al final supo soltar.
ResponderEliminarUn abrazo
Entrañable la historia de Marta y el alienígena. Originales los nombres, me gustó el de Latinus, y esa forma de hablar al revés. Triste final para tan romántica historia de un amor imposible.
ResponderEliminarMucha Suerte en El Tintero. Un abrazo, Mery.
Una historia de tristeza intergaláctica, Mery. Por un momento pensé que iba a acabar bien, pero ese giro necesario me trajo a la "Tierra".
ResponderEliminarBuen relato, la maldita soledad y sus labores.
Me gustó mucho. Un abrazo y suerte.
Bella historia entre Marta y un extraterrestre que no terminó con el final feliz que esperaba ella, pero la experiencia inolvidable. Me ha gustado cómo los has relatado, esas frases al revés que desde el principio he leído porque era un truco que hacíamos en el colegio. Y me ha encantado encontrarlo aquí. La simpatía de Marta con todas sus estrategias para que se quede seguro que él la recordará tanto que un día volverá para quedarse. ¿Encontrará el camino? Porque un poco despistado sí que me ha parecido.
ResponderEliminarSuerte en El tintero, Mery
Hola Mery! Has pincelado perfectamente dos sentimientos muy comunes: la soledad y la idealización romántica de muchas mujeres. Me ha gustado la manera en que has tratado esos temas.
ResponderEliminarEn estos momentos difíciles te deseo lo mejor.
Un abrazo
Hola Mery, debo ser marciana porque lo entendía según iba avanzando el diálogo, me lo pensaré jeje Ay que pena que la historia de amor terminara así, pero no hay mucha gente que tenga estos encuentros. Ahora sería el momento ideal, que apareciera una nave en el cielo y así nos olvidaríamos del virus este. Compañera espero que la salud esté´bien sobre todo. Un abrazo Mery.
ResponderEliminarHola Mery,
ResponderEliminarMe gustó mucho el argumento de tu relato. Una relación amorosa entre un extraterrestre y un ser humano ya es bastante complicada de por sí, pero si encima el extraterrestre desea marcharse se vuelve aún más difícil... Parece ser que Marta se vio cegada por las expectativas de encontrar al amor de su vida. Una pena. Aunque, también es una situación de la que se puede sacar mucho jugo narrativo, y creo que tú los has hecho muy bien. Suerte en el Tintero.
Salud y saludos.
Una tierna historia que según avanza la narración se presiente la tristeza en la que vive la protagonista.
ResponderEliminarMe ha gustado la forma tan natural de contar lo que le sucede a ella. Bonito relato Mery.
Un abrazo y suerte en el concurso
Puri
Hola, Mery. Lo siento por tu protagonista, pero estoy seguro de que en algún que otro relato acabará encontrando su ansiado amante, al tiempo. Tierno y sereno relato de amor interplanetario no correspondido, gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminarTe deseo suerte en el concurso y te envío un fuerte abrazo, virtual, que no conlleva riesgo alguno en estos tiempos de zozobra.
Un amor intergaláctico imposible. Me alegro que Marta haya recapacitado en lo que respecta a su posible romance, hubiera roto dos corazones extraterrestres. Y es que cuando nos enamoramos además de anhelados, nos volvemos un poco marcianos.
ResponderEliminarAbrazos y suerte.
La soledad o, mejor dicho, la necesidad de compañía puede volvernos egoístas, queriendo retener a la posible compañia, al posible amigo. Pero la amistad debe ser correspondida en igual grado. El final de tu relato no podía ser otro, si querñia ser un final justo, je,je.
ResponderEliminarPor momentos he pensado en el simpático extraterrestre de Steven Spielberg, ET, que deseaba con todas us fuerzas irse a casa.
Un saludo y que tengas suerte.
Destino, palabra inquietante. Es así, Mery. Para bien o para mal, nunca se sabe cuándo el destino toma el camino correcto. Así que lo más inteligente es no interferir en su trayectoria, y si el marciano toma la nave mejor facilitarle el viaje.
ResponderEliminarUn bonito relato. Suerte en el concurso. Un abrazo.
Una historia de desamor de otro planeta. Muy buen relato, Mery. En estos días todos nos sentimos un poco solos. Mucha suerte en el Tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarMenos mal que Marta recapacitó y ayudo al extraterrestre a alcanzar su destino. Hubieran sido una pareja forzada con poco futuro.Buen relato, Mery. Un abrazo y suerte en el Tintero.
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