Proyecto MMM
Ignacio era infeliz. Su vida había transcurrido en contemplar
la miseria del mundo, en la soledad y en la insoportable certeza de que no le
hallaría razón a estar en el mundo. Así que había decidido morir.
Fue una soleada tarde a principios de abril cuando tomó la aciaga
decisión. Y se abocó a la tarea de encontrar la forma más astuta de quitarse la
vida “accidentalmente”.
“¡No quiero que mis seres queridos se sientan mal porque me
quite la vida!” – pensaba. Ignacio quería suicidarse pero que su muerte no
fuese considerada tal. No quería incomodar a su familia y amigos con semejante
situación.
Se hizo asiduo televidente del programa “Mil maneras de
morir” y suspiraba por la suerte que tenían todos los personajes que eran
retratados en el programa.
Cada vez que veía el programa Ignacio pensaba: “Si tan sólo me
ocurriera una de ellas”…. “Sólo una manera necesito”… “¡Sólo una!”… Ponía mucha
atención a esas maneras de morir para encontrar una que él pudiese emular.
El infeliz suicida había llamado a su tarea de morir proyecto MMM, como acrónimo para “Mi manera de morir”. Pese a todo, Ignacio se desempeñaba en su vida laboral como un “exitoso” gestor de proyectos y ahora aplicaba el conocimiento adquirido para proveerse un servicio a sí mismo, cubrir su necesidad de morir.
Su proyecto era bastante ambicioso. El objetivo claro:
morir. El cronograma aspiraba al logro del objetivo planteado en el más corto
plazo posible. Básicamente el objetivo debía lograrse en una sola actividad y
con un solo recurso humano, él mismo. Los recursos materiales debían ser lo más específicos y silenciosos posibles que
permitieran llevar la tarea a cabo sin dejar ningún tipo de sospechas suicidas.
El proyecto debía ser sin ensayo ni pruebas y sin ningún monitoreo y control.
Una labor solitaria proyectó Ignacio, pero no daba con el
método que le permitiera efectuarla, por lo que su cronograma se alargaba a
diario…
A diario también pensaba Ignacio en todas esas miles de personas
que morían a cada segundo alrededor del mundo, muchas de ellas tan deseosas de
vivir y a las que la muerte pescaba desprevenidos. Y en cambio él…él aún vivía
y deseaba tanto morir.
En el ínterin del desarrollo de su proyecto Ignacio hizo una nueva amiga, Eva. Era una
nueva compañera de trabajo. Una pasante muy alegre y carismática que de vez en
cuando lograba sacarle una sonrisa a Ignacio y desviarlo de su principal proyecto.
Con el pasar de los días se hicieron mejores amigos e
Ignacio casi estuvo a punto de contarle de su proyecto e incluirla como
ayudante, pues el proyecto seguía en pie. Pero finalmente desistió de incluirla
para no complicar su plan.
El cariño mutuo entre Eva e Ignacio no hacía más que crecer. Pero a principios de noviembre Eva terminó sus pasantías y abandonó
la empresa para volver a su ciudad originaria que quedaba a cuatro horas de la
capital. Ignacio entristeció pues no pudo despedirse de su amiga ya que él
estaba fuera de la oficina ese día por actividades laborales.
Así que decidió ir a visitar a Eva en su ciudad para
compartir una última velada con ella. No le escribió para así sorprenderla con su llegada.
Decidió viajar al anochecer. Partió el viernes ya avanzada la
noche. Pero Ignacio nunca llegó a encontrarse con Eva. Su automóvil volcó en una
curva peligrosa en la carretera. Su proyecto culminó.
Quizás fue la muerte que finalmente tomó por sorpresa a
Ignacio ese día. ¡Quizás!.
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